PROYECTO EN COLLSEROLA

Barcelona idea un plan para evitar que los jabalís bajen a los barrios

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Carlos Márquez Daniel

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Hace algunas semanas sorprendía la noticia de un lince, de nombre Litio, que había aparecido en Santa Coloma de Cervelló tras una aventura de miles de kilómetros desde el sur de Portugal. Llenó portadas y abrió informativos. Recientemente también han aparecido extrañas especies de tiburón en el Mediterráneo. A menudo, la naturaleza se encarga de recordar quién manda. En el caso de Barcelona, ese papel lo juegan desde hace décadas los jabalís con sus incursiones constantes en terreno urbano. El consistorio intentará ahora ponerles más difícil que se alimenten donde no deben, pero el problema sigue siendo de mayor calado: el número de jabalís en Collserola es tres veces superior a la cifra recomendada para el parque natural.

A pesar de que ya forma parte del paisaje local, nadie debería olvidar que estamos ante un animal salvaje, y por tanto, imprevisible. Y según el comisionado de Ecología del ayuntamiento, Frederic Ximeno, "también peligroso". Por eso, porque su hábitat es el bosque, desde el bando urbanizado se intenta que no baje. Eso solo se consigue cortando de cuajo la tentación, esto es, limitando la oferta alimentaria. Por lo pronto, en las zonas limítrofes con Collserola se están anclando los contenedores al suelo (han aprendido a tumbarlos), se están tapando las papeleras (también las vuelcan para hurgar), se está cubriendo la comida para gatos en las colonias controladas y se ha iniciado una campaña informativa a los vecinos de los barrios limítrofes para que recuerden que un jabalí no es un perrito al que se pueda dar de comer, acariciar o lanzarle un palo para que vaya por él.

No son mascotas

Las recomendaciones en caso de encontrarse con uno de estos bichos son tan fáciles de recordar como de aplicar: no acercarse, no tocarlos, no alimentarlos y gesticular para que se alejen. Con el objetivo de que no se adapten ni a los humanos ni a la vida urbana. No sería la primera vez que un jabalí reacciona de manera agresiva, ya sea para arrebatar un bocadillo o una bolsa de patatas a unos excursionistas o para proteger a sus crías cuando considera que están en peligro.

En Collserola se estima que hay cerca de 1.500 jabalís, cuando la carga máxima del parque natural es de 600 ejemplares y la cifra ideal, 300. Esa superpoblación es la raíz del problema, y de momento no se está dando con la tecla que evite la reproducción descontrolada de la especie. Es más: sus incursiones por las calles y entre las basuras potencia que cada vez sean más y que se apareen antes. Según datos de la Guardia Urbana, en el 2017 se produjeron 668 incidencias relacionadas con jabalís. En el 2016 fueron 1.187 y en el 2015, 757. Esto no significa que cada aviso se corresponda con un animal distinto. Más bien todo lo contrario: se ha podido comprobar que las excursiones a la ciudad las protagonizan los mismos, básicamente porque ya han cogido el hábito. Hasta tal punto, que en los últimos dos años ha sido necesario sacrificar a ocho de ellos porque ya no había manera de que volvieran a adaptarse a su vida en el bosque, alejados de los contenedores y la basura.

Dormir la libido

Una de las soluciones que se está estudiando es la esterilización a través de una vacuna contraceptiva. A través de un pinchazo suministrado en el muslo, se crean unos anticuerpos ante la hormona que favorece la función reproductora en los mamíferos. No es una castración química ni quirúrgica, como se ha planteado en otras ocasiones, sino una solución temporal -pierde su efecto al cabo de entre dos y cuatro años-, incruenta y de bajo coste. Esta alternativa la lidera Manuel López-Béjar, profesor de la Facultad de Veterinaria de la Universitat Autònoma de Barcelona. El ayuntamiento, según ha avanzado el comisionado de Ecología, está en conversaciones con este experto para empezar a suministrar dosis en Collserola. Ya se empezó a realizar una prueba piloto hace poco más de un año, con el apoyo de la Diputación de Barcelona, en los municipios de Matadepera, Sant Cugat del Vallès, Terrassa y Vacarisses. Todavía no hay resultados. Habrá que esperar para comprobar si su apetito, el sexual, se ha reducido.