BARCELONEANDO

La chica del ayer

Maria Rodés acaba de publicar 'Eclíptica', un disco inspirado en los escritos de un antepasado suyo, Lluís Rodés

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Ramón de España

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"Esta época no es la mía", me comenta Maria Rodés mientras nos tomamos un café en la terraza del Bracafé de la calle de Casp, local que pronto pasará a mejor vida. "Tengo un amigo que dice que hago canciones para personas mayores". No puedo estar más de acuerdo: soy la viva imagen de esa realidad, pues le saco 30 años y el amigo que me la recomendó, Jaume Sisa, se acerca a los setenta. Como el gran David Byrne, que la eligió como telonera para el concierto que dará en Barcelona a mediados de julio: "Una grata sorpresa. Le envié 'María canta copla' cuando salió hace cuatro años y le gustó, aunque no llegara a distribuirlo en su sello, Luaka Bop". Una lástima porque 'María canta copla' merecía un público más amplio del que tuvo; las versiones que Maria hizo de clásicos del género eran originales, insuflaban una vida nueva y extraña a los clásicos y mostraban una rara emotividad vanguardista. En fin, también el citado Sisa, bajo el alias de Ricardo Solfa, intentó reinventar la canción española y nadie le hizo el menor caso: "Yo estaba pensando en grabar un disco a base de canciones de películas norteamericanas, pero se me cruzó Lola Flores cantando 'Pena, penita, pena' y fue como una iluminación. La copla, además, era algo que me caía más cerca".

Descubrí a Maria Rodés por casualidad, zapeando como un merluzo audiovisual una de esas noches en que el coco no te da para mucho más

Descubrí a Maria Rodés por casualidad, zapeando como un merluzo audiovisual una de esas noches en que el coco no te da para mucho más que ir dándole al mando a distancia, a ver si encuentras algo que capte tu atención. En un canal cutre que ni recuerdo cuál era, me topé de repente con una chica de cabello largo y guitarra en ristre que cantaba unas canciones que no recordaban a nada anterior, unas canciones bellas y etéreas que no tenían nada que ver con lo que hacen esas chicas de Vic que cantan en inglés o la madrileña Russian Red, que se cree que es californiana. Temas únicos, personales e intransferibles de una mujer que iba claramente por libre y que fuese lo que Dios quisiera. Tiene razón Maria cuando declara que esta época no es la suya. No cuesta nada imaginarla a finales de los 60 o principios de los 70 en el Londres de Nick Drake o Vashti Bunyan, grabando discos preciosos que pasan inadvertidos, pero están producidos, claro está, por el clarividente Joe Boyd.

Maria acaba de publicar uno de esos discos, 'Eclíptica', inspirado en los escritos de un antepasado suyo, Lluís Rodés Campderà, jesuita y astrónomo fallecido en 1939 y que se pasó la guerra civil en el Observatorio del Ebro: cuando aparecieron unos milicianos con la intención de fusilarlo, consiguió evitar tan triste final hablándoles del firmamento y las estrellas, hasta conseguir que lo dejaran en paz (pensando, tal vez, que no estaba muy bien de la cabeza). 'Eclíptica' es un ciclo de canciones ideales para escuchar en la penumbra -salvo la cumbia que comparte con la mexicana Ximena Sariñana- mientras te devanas los sesos en busca de influencias: aunque ella se declare fan de Caetano Veloso o Joni Mitchell, su magisterio no es especialmente detectable. Maria Rodés es una de las setas más raras del bosque musical español. Se lo digo y se ríe. Estaría bien que dejase de ser uno de los secretos mejor guardados del pop nacional, pero tampoco es algo que le quite el sueño: "Si no hago lo que quiero hacer, ¿para qué componer canciones? Mejor dedicarse a cualquier otra cosa, ¿no?"

"Si no hago lo que quiero hacer, ¿para qué componer canciones?", comenta

La chica de otra época lleva un año y medio viviendo en Madrid. Se fue por motivos sentimentales y se quedó cuando esos motivos dejaron de existir, limitándose a cambiar de barrio, de Ópera a Lavapiés. Allí ha encontrado un entorno agradable, una agencia de representación y algunos amigos (entre ellos, Nacho Vegas). Aunque compone algún que otro tema en catalán, el grueso de su producción está escrito en castellano -"Era el idioma que hablaba con mi madre y el que más se hablaba en casa, aunque al principio intenté componer algunas canciones en inglés"-, lo cual no le pone las cosas fáciles en la Catalunya del eterno proceso. Aunque a ella, cosa que no necesita verbalizar, se la traiga al pairo como la adorable seta rara que es.