BARCELONEANDO

El párking de 'Fast & furious'

Es un aparcamiento público pero se ha convertido en garaje de paso de Lamborghinis, Porches, hasta de un Pagani de 3 millones de dólares

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Ana Sánchez

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Se oye un acelerón que haría enmudecer todo Forocoches. Ahí, en medio del párking público, un coche verde pistacho ruge con más nervio que los candidatos a la presidencia del PP. Enseguida le disculpas el color cantoso. Es el mismo que se le pone de envidia a quien lo mira. Es un Lamborghini. “Performante”, detalla de carrerilla Xavi, el encargado del aparcamiento. Eso quiere decir que si lo tecleas en el ordenador, Google te dirá que cuesta más de 250.000 euros. ¿Que a cuánto se pone? “Depende de los huevos”, se ríe Xavi.

Al lado del Lamborghini hay un Porsche 718 igual de discreto: azul pitufo. A dos metros, otro Porsche 911 descapotable nuevecito. En el piso de abajo tienen dos Aston Martins y el Gran Torino de Starsky y Hutch. Hace dos meses entró un superdeportivo de 3 millones de dólares, un Pagani Huayra BC. Antonio, uno de los empleados del párking, pone los ojos en blanco. ¿No le impresiona? “A mí no –se encoge de hombros-. Son coches todo”.

Párking Villur (Compte d'Urgell, 56). Es un aparcamiento público, pero parece el garaje de la saga de Fast & furious. Tiene clientes que están en el top 15 de la lista Forbes. “Esto es el boca a boca”, Xavi señala los tres cochazos frente a la garita. Él también tenía uno: un Mercedes SL 63. Uno de esos en los que no desentonaría James Bond. ¿Qué se hace con un cochazo así? “Es que son sensaciones –responde-. Ya sentarte... Te olvidas de todo. Es muy friqui lo que te digo. Hay como una conexión. Es encenderlo, poner tu musiquita, una carretera con curvas. El resto te importa una mierda”. Lo que les pasa a Soraya Sáenz de Santamaría e Íñigo Méndez en un karaoke.

"Tengo 37 años y he tenido 45 coches y 14 motos", dice Xavi Matamoros, el encargado de este párking

Xavi Matamoros lleva en este párking desde los 19 años. “Yo llevo gasolina en las venas”, te dice con la misma convicción que si fuera el Rayo McQueen de Cars. “Tengo 37 años –añade- y he tenido 45 coches y 14 motos”. Desde un Opel Corsa hasta el Mercedes. ¿Que cómo se compra uno estos coches? “Yo soy propietario de esto”, señala el párking sin darse humos. “Viene de familia”, añade. ¿Es millonario? “Se ha trabajado mucho para llegar aquí”, responde por la tangente.

“Los cochazos empezaron a venir a raíz de las 6to6”, hace memoria. 6to6motor es una comunidad de deportivos exclusivos. Babearía por ellos hasta Cristiano Ronaldo. “Se creó en el 2006 –recuerda Xavi-, y cada año se hace una salida a todo trapo –Europe Tour-. Una inscripción puede rondar los 6.000 euros. Pero vas a sitios a los que que jamás podrías ir por mucho dinero que tengas. Un palacio. He comido en un palacio”.  

30 plazas de cochazos

Xavi empezó a participar en cada 6to6. “Era una persona muy conocida – cuenta-, porque iba disfrazado y vestía al coche igual”. Y se empezó a correr la voz de que tenía un párking. “Y no cobro más –apunta-. A este hombre [señala el Lamborghini] le cobro igual que a este [apunta a la furgoneta de al lado]. Se confunde mucho en esta vida que porque un tío tenga dinero le tienes que cobrar más”. Ahora tendrá unas 30 plazas reservadas por coches de alta gama. 

Hay quien lo ha bautizado como “el párking de las frases de F-1”. Aquí las paredes hablan. Hay cinco frases garabateadas junto a un dibujo de cada piloto. Ahí está Walter Röhrl: “El secreto de esta especialidad –lees al maniobrar- radica en frenar un segundo después de lo que indica el sentido común y acelerar un segundo antes de lo que impera la lógica”. Quizá no es la recomendación más indicada para aparcar. Enfrente está Juan Manuel Fangio: “Siempre hay que tratar de ser el mejor, pero nunca creerse el mejor”. Y mirando fijamente los tres cochazos, Ayrton Senna: “Correr, competir, lo llevo en la sangre, es parte de mi vida”.

Xavi rebusca entre las fotos de su móvil. Tendrá 100 coches ahí dentro. 10.000 en la nube, resopla. “La gente te trae cada cosa”. Lo mismo te enseña una moto de la guerra que un engendro con pinta de tiburón que parece sacado de Los autos locos. “Es un triciclo con un motor Harley”. Por aquí ha pasado en un Ferrari descapotable hasta Paquirrín. Son cuatro plantas: 400 abonados, más 600 clientes de paso. “Tengo amigos que no tienen nada y amigos que cagan billetes de 2.000 –se encoge de hombros-. Te ubicas donde quieras ubicarte, eso está claro. Yo llegué a desubicarme”, confiesa. 

Ya no tiene el Mercedes. Lo dejó “por los niños”, dice. “Tengo dos por mi parte y me he juntado con una con cuatro –se ríe-. Seis críos, tres gatos y un dogo. Lo que tengo que buscar es una furgoneta”.

Y te vas del párking con una sonrisa. Te sale con reprís, al leer la frase que hay junto a la barrera. Es de Paul Walker, el actor de Fast and furious: “Si un día la velocidad me mata, no lloréis porque estaba sonriendo”. Murió en el 2013 en un accidente.