UNA DÉCADA ESPERANDO EDIFICIO
La Maquinista se moviliza para salir de los barracones actuales
Tienen el triste honor de ser la escuela en barracones más veterana de la ciudad. Diez años,Diez años cuando, en su inauguración, hace una década, esa situación de provisionalidad tenía que resolverse en dos cursos. "Ya son dos las promociones de niños que han hecho la escolarización completa en barracones. Pero serán dos más. No vamos a permitir que vaya más allá", señala Berta Novella, presidenta del ampa de La Maquinista. No habla por hablar. El viernes pasado, a una semana exacta de acabar el curso escolar -"las malas noticias siempre nos las dan cuando ya prácticamente no tenemos margen de maniobra", señala- recibieron un correo electrónico en el que se les informaba de que la empresa constructora no podía asegurar que los nuevos módulos estuvieran listos para el inicio de curso. "Llueve sobre mojado", añade Josep Gimeno, otro de los miembros del ampa del colegio, cuya comunidad educativa asegura que "no van volver a los viejos barracones".
La situación es compleja. El traslado a los nuevos barracones, al otro lado de las vías del tren, es imprescindible para iniciar las obras del colegio definitivo, el de verdad, que debe levantarse en el solar en el que se levantan los actuales barracones "en condiciones que son una auténtica vergüenza", como subrayan las familias. "Al saber que este era el último curso aquí, el mantenimiento en los últimos tiempos ha sido mínimo. Además, ya lo tenemos todo en cajas", cuentan Gimeno y Novella. Tras el jarro de agua fría que supuso la noticia del viernes, el colegio se movilizó. Este lunes mantuvieron una reunión con técnicos de consorcio y distrito, y este martes también con responsables políticos, que se han comprometido a hacer "lo posibles y lo imposible" para que los módulos estén a punto tras el verano. "Hemos duplicado el turno de licencia de obras, de ocho de la mañana a nueve de la noche, y también los fines de semana", aseguran fuentes municipales.
Nueva reunión el lunes
Este gobierno municipal -da la coincidencia que la concejala de Sant Andreu, la teniente de alcalde Laia Ortiz, lo es también de Educación- reivindica que en tres años han hecho más por lograr el colegio definitivo que los anteriores gobiernos en los siete años anteriores, redactando -y pagando, pese a no ser su competencia- los proyectos ejecutivos de la escuela provisional y de la definitiva y pagando también los módulos temporales. Las familias lo reconocen, pero, tras 10 años en barracones, ya no se creen nada.
El próximo lunes la constructora debe entregar al consorcio un nuevo calendario y hoja de ruta para explicar cómo se las ingeniará para hacer lo que hace una semana veía casi imposible: terminar la obra -¡provisional!- a tiempo.
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