BARRIO DE MODA

El nuevo Sant Antoni reactiva el negocio fuera y dentro del mercado

mercado de sant Antoni

mercado de sant Antoni / ALBERT BERTRAN

Patricia Castán

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"Hemos pasado del blanco y negro al color", resume Vicenç Gasca, veterano vendedor y presidente de Sant Antoni Comerç, cuando compara la vida comercial del barrio de hace unos meses con la efervescencia de los últimos 25 días, desde que emergió el nuevo mercado remodelado. El recinto más caro e innovador de Barcelona funciona bien de puertas adentro, pero también ha ejercido de trampolín para buena parte de las tiendas y bares del entorno, que habían vivido nueve años muy negros pegados a una obra sin fin. 

Tras la locura de la primera semana (60.000 visitantes el primer día y más de 100.000 el primer sábado), la afluencia se ha ido relajando pero sigue siendo muy buena, sobre todo los sábados. Según los datos municipales a los que ha tenido acceso este diario, del 23 de mayo al 10 de junio se contabilizaron 725.000 visitas. Los registros de junio rondan los 25.000 usuarios entre semana, 30.000 los viernes y 50.000 los sábados. El Dominical de libros registra unos 20.000 visitantes. Un ejército de público barcelonés (mucho antiguo comprador ha regresado) y también de visitantes de comarcas esencialmente. El turismo foráneo se deja ver poco, de momento, pese a algunos vaticinios fatalistas.

Para poner la potencia de estas cifras en contexto, el gerente de Mercados de Barcelona, Màxim López, recuerda que otro mercado renovado y de gran tirón, Sants, suma 260.000 personas al mes. En su opinión, la expectación que ha generado el mercado ha sido "extraordinaria" y por encima de lo previsto.

 ¿La traducción en caja? Al comerciante catalán le cuesta decir con la boca llena cuánto vende o crece su negocio. Es un colectivo discreto cuando habla de cifras propias. Pero si se le preserva el anonimato, y por lo bajini, en varios puestos del interior confiesan haber aumentado mucho la venta, incluso doblado y triplicado, durante los 10 primeros días de actividad. Luego los números han sido proporcionales a la asistencia.

Distintos casos

La mejoría respecto a la etapa de la carpa provisional se percibe generalizada, aunque no igual para todos. Y es que la afluencia o la suerte no bastan. Algunos vendedores han puesto más carne en el asador. "La verdad es que yo no esperaba resultados tan buenos, pero hay que hacer que dure", apunta una vendedora de ropa de los Encants cruzando los dedos. En una zapatería del mercado admiten haber disparado cifras. Otros puntualizan que ahora se está "normalizando", posiblemente por las rebajas a la vuelta de la esquina y cierta confusión sobre los horarios. No obstante, este conflicto por fin se ha solucionado y los Encants continuarán abriendo lunes, miércoles, viernes y sábado todo el día, pero agregando el jueves de apertura voluntaria.

En sus primeros 19 días de apertura el recinto atrajo a unas 725.000 personas, según el ayuntamiento

Joan Mestre, presidente de esta parte del mercado de ropa, hogar y complementos constata que no hay más que ver la cara de los vendedores. "El 99% está muy contento de cómo están yendo las cosas". Y enfatiza que quien viene a descubrir el mercado suele comprar.  No es una visita de curioseo. 

Lo suscriben también en el mercado de alimentación, donde el ritmo de trabajo fue frenético y ahora toman el pulso a la venta realista. "A todos nos va mejor que antes, aunque algunos pensaban que lo de los primeros días aún iba a durar más", dice Maria Masclans, su presidenta. El reto real, opina, es ganarse al cliente dando calidad para que vuelva pasada la novedad. Esta parte del recinto abre de lunes a sábado, así que la ampliación horaria de los Encants reforzará el atractivo, sostiene, contenta de "haber recuperado compradores de la zona de la avenida de Mistral".

Perímetro en alza

La mejor noticia para el barrio, no obstante, es el contagio de esa hiperactividad entre los negocios del entorno. Hace un par de años llegaron nuevos operadores a locales cerrados, pero nadie estaba muy seguro de cómo irían las cosas. Gasca destaca la animación de la zona mientras el comercio está abierto, pero hace hincapié en la recuperación del comprador de sábado por la tarde. Mientras el viejo mercado estaba en obras, su perímetro languideció a esas horas. Ahora hay movimiento y una mayor oferta que atrae al comprador entre los Encants (buena parte abre por la tarde) y el exterior.

En varias tiendas consultadas oscilan entre "la venta se ha animado", "estamos muy por encima de antes" o "por el estilo", dependiendo de su producto y ubicación. En unos pocos casos, se da la circunstancia de que hay más visitantes pero también una competencia más directa del propio mercado. Acaso los más beneficiados sean los bares y restaurantes, muy concurridos, gracias a que dentro del mercado hay una oferta discreta. Uno de los tres bares de hecho no ha podido abrir aún. 

En los últimos años Sant Antoni había emergido como eje gastronómico, pero muy centrado en la calle de Parlament y aledañas. La 'zona cero' de las obras lo había pasado más mal. Allí se atrevió a abrir hace dos años el Dual Café, con unos inicios algo duros, cuenta Francesca, y que ha vivido la vorágine de la apertura. Hasta han tenido que buscar personal. "Ahora se ha estabilizado, lo que es fuerte es el fin de semana", relata.

En Manso, en la entrañable Bodega d'en Rafel, un clásico en la zona, tienen claro que el mercado ha supuesto un gran impulso. "Lo hemos notado mucho", aunque ello suponga tener más empleados y estirar horarios. Incluso le han venido a ver clientes de hace 50 años que querían ver de nuevo el mercado.

Entre los recientes, en el siempre concurrido Casa Dorita certifican ese gran aumento de visitantes que viene a conocer el mercado desde muchos puntos de Catalunya y luego se queda a comer o a tapear. Es uno de los beneficiados de la peatonalización de Tamarit, con una cotizada terraza.

Control del espacio público reforzado

Uno de los temores de Sant Antoni Comerç era que tras ganar calles pacificadas y plazas en tres confluencias el espacio público atrajera actividades ilegales, como venta de latas de cerveza o de top manta. Los 1.250 metros cuadrados eran tentadores y el comercio pidió extremar el control de sus usos cívicos. A tal efecto, desde la apertura ha habido un notorio despliegue de Guardia Urbana y agentes cívicos. Vicenç Gasca pide que el operativo se mantenga en la medida de lo posible, pero el consistorio lo ha dimensionado así en el arranque, para consolidar las actitudes cívicas y el buen uso del espacio, además de las dudas sobre movilidad que se planteen.  Colateralmente, esta presencia policial ha frenado el mercado de la miseria que se instalaba junto a Urgell.