BARCELONEANDO

Barcelona 'smombi'

Como cualquier gran ciudad del siglo XXI, Barcelona tiene su propia población de zombis del teléfono

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Mauricio Bernal

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Hay ilustradores que ya han dibujado la escena: una multitud de zombis en un mundo apocalíptico que avanzan desarrapados hacia ninguna parte pendientes solo de su teléfono móvil. Es, naturalmente, una caricatura, cuyo asiento en la realidad es una imagen no demasiado distinta: la que ofrecen las ciudades de nuestros tiempos, o más bien sus habitantes, cada vez más proclives a emplear sus desplazamientos para consultar todo lo inaplazable que atesoran sus aparatos portátiles. ¿Como zombis? En cierto modo. Aún no andan por la vida desarrapados y aún el mundo no ha llegado a su fin y una nube tóxica no cubre las ciudades, pero la parte zombi de andar enajenados ya está aquí. Que tengan un nombre solo es el síntoma de su penetración social. 'Smombis'. Los zombis del smartphone.

Las ciudades asiáticas son el laboratorio del mundo 'smombi'

Como cualquier gran ciudad del siglo XXI, Barcelona tiene su propia población de 'smombis'. Quizá algún día alguien se tome la molestia de hacer encuestas para cuantificarlos. "¿Suele usted caminar mirando su teléfono móvil?" "¿Suele consultar el wasap mientras camina?" "¿Qué aplicaciones suele consultar mientras camina?" "¿Se ha estrellado con otra persona, 'smombi' o no, mientras camina y consulta su móvil?" "¿Ha cruzado la calle sin darse cuenta por ir consultando su teléfono móvil?" "¿Ha sido atropellado por ir por la calle consultando su móvil?" El término es tan joven que en la biblia del inglés que es el Diccionario de Oxford aún no aparece. Wikipedia, que va más rápido, dice: "Un peatón que camina despacio y sin prestar atención a su entorno por estar concentrado en su smartphone". Nadie que salga estos días a caminar por ahí puede alegar desconocimiento. Hay coches, hay motos, hay semáforos, hay parques y bancos en los parques; hay ciudad. Y de ella forman parte los 'smombis'.

"Un pinball humano"

Parece ser que el laboratorio actual del mundo 'smombi' son las ciudades asiáticas, chinas y japonesas en concreto. En una fecha no demasiado cercana como el 17 de noviembre del 2014, el 'Japan Times' publicó un artículo titulado: "Los zombis del smartphone de Japón convierten las áreas urbanas en un pinball humano". Una elocuente manera de describir lo que podría deparar el futuro. Un par de años más tarde, el 'Japan Today' formulaba esta pregunta: "¿Qué hacemos con los estúpidos zombis del smartphone?" Lo hacía en pleno furor del Pokemon Go, cuando los adolescentes salían en masa a las calles a cazar muñequitos inexistentes, lo que podría entenderse como un prematuro clímax del mundo 'smombi'. En un país donde los buenos modales y la educación son una cuestión de identidad nacional, el 'Today' se mostraba ciertamente apocalíptico: "¿Qué hay de los buenos modales y del sentido común? Lo triste es que estos aparatos –sean usados para jugar, enviar mensajes o cualquier otra cosa– son adictivos. Los usuarios del smartphone no pueden controlarse a sí mismos".

Un 'smombi' tiene el 5% del campo de visión de un peatón normal

Hay ciudades, y no solo asiáticas, que han empezado a tomar medidas, como poner señales en las calles para advertir de su presencia (y que los demás redoblen la atención, como en un campo de minas) o señalizar a ras de suelo para que puedan enterarse quienes andan con los ojos pegados a la pantalla. El artículo del 'Times' decía que un 'smombi' tiene el 5% del campo de visión de un peatón normal, así que podrían no ver nada. Los 'smombis', como los zombis, deparan anécdotas divertidas así como noticias trágicas, que suelen ser atropellos por distracción. De ahí la preocupación de las autoridades. Algunas estadísticas no especialmente actualizadas señalan que cerca del 17% de los peatones europeos caminan pendientes de su teléfono, lo cual de momento establece distancias con el apocalipsis. Este tendrá lugar, quién sabe, cuando el 70% u 80% lo hagan. Será un plan encaramarse entonces a las torres de la Sagrada Família o a cualquier lugar con cierta altura a mirar ese pinball humano. El espectáculo estará en la calle.