BARCELONEANDO

Ni los feos lucen feos

El Palau Robert repasa la trayectoria del fotógrafo de moda y retratos Antoni Bernad

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zentauroepp43277239 barcelona barcelon s 11 05 2018 icult exposici n de 180516204957 / DANNY CAMINAL

Natàlia Farré

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Hay personajes que se hacen querer desde el minuto cero. Antoni Bernad (Barcelona, 1944) es uno de ellos.  Rezuma amabilidad, bonhomía y sentido del humor. Se define como tímido, pero imposible creerlo. Más cuando una ve sus fotografías. Moda y personajes. Mujeres y hombres guapísimos, y retratos de caras más que conocidas. De Vanesa Lorenzo a Josep Tarradellas; de Judit Mascó a Salvador Espriu. Simulando un cuadro de Fontana (Artur Mas) o con un hombre desnudo en el regazo (Salvador Dalí). Uno no le puede pedir a David Hockeny que pose junto a unos calzoncillos, a Mercè Rodoreda que se revuelque por el suelo o poner el pie en el quicio de la puerta para impedir que Federico Correa te la estampe en los morros, si es tímido. Estas, y muchas más, son anécdotas vividas por Bernad que el fotógrafo recuerda con tanta gracia como ternura. Lo hace mientras pasea por la exposición que le dedica el Palau Robert (hasta el 26 de agosto). Casi cuatro centenares de imágenes. Imposible contarlas.

Se convirtió en el favorito de Rodoreda, pese a que amagó con quemar sus negativos 

Empezó en la profesión atraído por las revistas extranjeras que veía en su casa: "En la España gris de los 50, eran una ventana abierta al mundo. Había una vida, un color y una libertad que aquí no existía". Y acabó, tras cinco décadas de trayectoria, hace dos años: "Yo era un mago y dejé de ser mago". La culpa la tuvo la fotografía digital. "Me dejó fuera de combate". Tal cual. El caso es que a Bernad no le gustaba que todo el mundo viera lo que hacía a través de un monitor y, encima, le aconsejara. Él tenía claro su objetivo, aunque para ello tuviera que tirar medio carrete y hacer magia. Pero la magia desapareció con la fotografía analógica. El hechizo de Bernad no era otro que hablar con la gente, famosos o modelos, con humanidad para darles confianza mientras arreglaba la luz o los iba retratando. Además de "tratar a las modelos como personajes y a los personajes como modelos". Con una obsesión vampiresca: "absorber su alma y personalidad". Y también sacarlos a todos guapos.

Helmut Berger se presentó en su casa ebrio y de madrugada para posar para él

Lo consiguió. Basta con pasear por las salas de la muestra. Ni los feos lucen feos. Ni las modelos estereotipadas. Lo suyo era la libertad y la transgresión. Y transmitir la felicidad por llevar un vestido. Que el vestido se viera más o menos no importaba. Así, a Sydonie Herrera la fotografió de espaldas en una imagen maravillosa y más que glamurosa, cuando en realidad no la podía captar de cara: la modelo lloraba por el dolor de llevar unos zapatos varios números por debajo del suyo. Y a Marta Español con un cochecito y cara de asombro, imagen inspirada en la Rosemary de la ‘Semilla del diablo’.  Pero  en moda el primer reportaje lo hizo para Pertegaz. Aunque al mago de la aguja no le gustó como actuaba el fotógrafo mientras lo espiaba escondido entre cortinajes. Cambió de idea cuando vio las imágenes.

Entre Josep Pla y Laura Ponte

Algo parecido sucedió con Rodoreda, que no quería dejarse retratar y la sesión fotográfica le pareció humillante. Pidió que se quemaran los negativos hasta que vio el resultado. Las instantáneas le gustaron tanto que son las que utilizó hasta el final de su vida. Más salvaje fue la anécdota con Helmut Berger. El actor estaba en Barcelona rodando 'Victòria!' con Antoni Ribas y alguien le dijo que había un fotógrafo gran admirador de Luchino Visconti. Así que Berger, que fue amante y 'musa' del director italiano, se presentó, sin previo aviso, en su casa borracho y a las cuatro de la madrugada. El susto de Bernad fue mayúsculo, como los retratos que le hizo al actor austriaco.

Es difícil sacarle cuál es su fotografía o personaje preferido. Pero sí admite dos debilidades: Josep Pla y Laura Ponte. El primero era un "pozo de sabiduría". Escucharle era un placer tan grande, que el fotógrafo admite que es la única vez que se sintió “ridículo” haciendo su trabajo: "Tenía que haber dejado la cámara y dedicarle toda mi atención". Con la modelo gallega el tema es la compenetración laboral. "Es perfecta, borda lo que le pides". Eso sí, "hay que actuar rápido porque es muy tímida". En la muestra luce caracterizada de Greta Garbo, Coco Chanel, Katharine Hepburn...  Hay un tercer personaje querido pero aunque por otros motivos: Paloma Picasso, su retrato le dio la entrada a donar su trabajo al Arxiu Nacional de Catalunya.