UN AÑO DE LUCHA

El Raval teme una "oleada de narcoturismo" este verano

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Beatriz Pérez

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Faltan menos de dos meses para el verano y los vecinos del Raval esperan como soldados atrincherados una "oleada de narcoturismo". Es por eso que la asociación Illa RPR (Robadors-Picalquers-Roig) ha preparado un documento con 20 propuestas que insta al ayuntamiento a aceptar cara al pleno extraordinario sobre narcopisos en particular y la degradación de Ciutat Vella en general que se celebrará este viernes. En las últimas tres semanas esta entidad ha reportado 28 narcopisos activos solo en su área de influencia. Los más problemáticos están en el bajo del número 5 de Agustí Duran i Sanpere (que actualmente pertenece a un banco y donde años atrás estuvo la editorial Grup 62) y en Hospital, 116.

El vecindario, que en junio cumplirá además su primer aniversario de lucha contra la heroína, pide entre otras cosas refuerzos de patrullas policiales, una mesa municipal especializada en narcotráfico, una oficina dedicada al manejo de viviendas vacías y partidas presupuestarias extraordinarias para luchar contra la plaga. Y lo más novedoso: unidades móviles de Guardia Urbana y Mossos que recorran barrios y playas durante las noches y las madrugadas. "La idea es que la ciudadanía pueda denunciar rápidamente sin tener que acudir a una comisaría, donde hay que esperar horas", ha explicado Carlos, portavoz de Illa RPR, este jueves a los medios en el bar Xironda Orense, sede de la entidad.

'Apps' de narcoturismo

Si algo ha aprendido el Raval a lo largo de este año es a reconocer las "dinámicas" de la droga, contra las que se ha protegido, la mayor parte del tiempo, en solitario, ya que la ineficacia (o abandono directamente en algunos casos) de la Administración ha sido patente, denuncian los vecinos. "Por un lado aquí tenemos el llamado 'microtráfico', es decir, los trapicheos vinculados a los narcopisos. Pero por otro, el Raval es una gran bodega de tránsito de cientos de kilos de droga", ha añadido este vecino de la calle de En Roig. Y la experiencia le dice que con la llegada del calor la situación empeorará.

Porque en verano llegan al Raval turistas en busca de droga (heroína, cocaína, marihuana), de fácil acceso y barata ("en algunos narcopisos el chute de heroína ha bajado de los 10 a los 3 euros", asegura Carlos). Estos extranjeros proceden principalmente de Europa del este, Italia y el Reino Unido, y saben bien dónde encontrar lo que buscan.

"A Roig, 22 [en este inmueble llegó a haber tres narcopisos] llegaban turistas que compraban a captadores de droga", cuenta Carlos. Los vecinos creen que los extranjeros se enteran de la ubicación exacta de los narcopisos del Raval a través del llamado "internet profundo", es decir, de páginas web de acceso muy limitado y cuyas direcciones desconoce cualquier ciudadano de a pie.

A los vecinos les sorprende, además, que muchos de estos turistas llegan con sus móviles en la mano, como si siguieran las indicaciones de un mapa. "Los Mossos nos han confirmado que existen 'apps' de narcoturismo, pero nunca nos dijeron cómo se llamaban. Y es llamativo, porque estas herramientas se podrían bloquear", comenta Carlos.

10 meses de protestas

Los primeros narcopisos de Barcelona aparecieron en el Raval en diciembre del 2016. El problema de la droga en el barrio renacía, 25 años después, en paralelo al gran drama de la ciudad: las subidas estratosféricas de los alquileres nada más empezar a difuminarse una crisis que dejó un poderoso rastro de desahucios. Resultado: pisos vacíos a mansalva. Estos locales deshabitados pasaron a ser rápidamente ocupados por traficantes de droga que vendían y permitían el consumían en su interior. Y lo que en un principio fueron casos puntuales rápidamente se transformó en plaga. Los vecinos comenzaron a movilizarse con caceroladas de rechazo en junio del 2017.

"En este año hemos visto cómo los narcopisos han mutado muy rápido. Por ejemplo, ahora cada dos o tres semanas cierran su base de operaciones y se trasladan a otro lugar", cuenta Carlos. Esto sucede cuando los vecinos comienzan a denunciarlos a través de las redes sociales o de los medios. Es la manera que tienen los narcos de esquivar a la policía. Y les resulta fácil porque siempre hay otro piso o local vacío al que trasladarse.

Pero en estos 10 meses de protestas y denuncias, la plaga no solo no ha menguado, sino que se ha trasladado a otras zonas como la plaza dels Traginers del Gòtic, al otro lado de la Rambla. "El cáncer social de los narcopisos ahora tiene metástasis en otras zonas de Ciutat Vella", certifica este vecino.

"Cada nueve días hay una intervención policial en este barrio. Sabemos que el problema real es muy difícil de acabar pero, si en los 90 se consiguió minimizar al máximo, podemos hacerlo otra vez", dice por su parte Miguel, también vecino del barrio y miembro de Illa RPR. Esta entidad, creada hace unos meses con motivo del problema, ha logrado ya cerrar nueve narcopisos.

"El narco opera donde hay pobreza y falta de presencia de la Administración", alerta de nuevo Carlos. Por eso Illa RPR espera que el ayuntamiento acepte este viernes sus propuestas. Para la entidad, entre otras cosas, es prioritaria la "plena aplicación" de la ordenanza de civismo, sobre todo cara al verano, uno de los puntos de su documento. "Y más seguridad en la calle. Pero para esto no hace falta esperar porque los vecinos estamos, literalmente, temblando", asegura Miguel.