barceloneando

El loro que entró en una charcutería

¡Lorezno!, vecino de Joanic, que salió de casa y terminó con una ala cortada y rodeado de gatos en Vilassar de Mar. ¡Menudo pájaro!

zentauroepp42882328 loro180412203532

zentauroepp42882328 loro180412203532 / periodico

Carles Cols

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Fue la mirada empática de Santiago de la Fuente la que hizo que detuviera el paso al girar una esquina de la plaza de Joanic, y eso que es un loro, de ahí lo sorprendente del instante, nada menos que un descendiente de los dinosaurios, versión Locomía, de acuerdo, pero un animal genéticamente muy alejado de los humanos y, sin embargo, tan cercano. Su cara y pico, su pecho rojo, pero, sobre todo, su mirada limpia y simpática eran la foto central de un cartel de se busca. Alguien, Joshua Feldberg, un vecino de la calle Grassot, que es quien le puso el nombre, aunque en casa le llama simplemente Santi, había perdido a su mascota y había iniciado una exhaustiva operación de búsqueda por el barrio, sin reparar en medios, como se verá, como si fuera la búsqueda de Unabomber, pero con plumas.

La búsqueda de un loro es un reto al que ningún tintinólogo se puede resistir, así que, ¡por Rodrigo Tortilla!, tocaba seguir el caso

Los loros como Santi, de la especie Pyrrhura perlata, aves de las impenetrables selvas que separan Brasil de Bolivia, tienen algo que ya quisieran los grandes simios para parecer más humanos: blanco en los ojos. De ahí su irresistible mirada. También son listos, pero no suficiente como para no cometer imprudencias, y Santi la hizo. Encontró una ventana abierta en casa por accidente y salió a la calle. Qué error. Cuando echó la vista atrás, quizá para regresar, se quedó más tieso que la mujer de Lot. Jamás había visto su mundo desde otra perspectiva que las paredes del piso. Todos los edificios le parecían iguales. Eso fue el pasado 4 de abril. Comenzaban así las aventuras de Santiago de la Fuente, para los amigos, Santi, a partir de ahora, ¡Lorezno!, porque pasó sus aventuras antes de reencontrarse con Joshua.

Teresa Rodríguez, responsable de la Asociación Protectora de Animales Exóticos de Catalunya (APAEC), cuenta ahora que Lorezno ya está en casa que no es tan inusual la fuga de loros, papagayos, guacamayos y otras hermosuras de la naturaleza similares en una ciudad como Barcelona. El año pasado, sin ir más lejos, estuvieron en busca y captura (perdón por la expresión, Teresa) un centenar. “En las casas hay más pájaros que perros o que cualquier otra mascota  “, asegura. Y, es más, en abril, según lo pronto o tarde que llegue el calor, comienza la temporada de fugas. La gente abre las ventanas y adiós Lorezno.

La suerte de Lorezno fue ser de Joanic, un ecosistema vecinal como lo fue Barcelona entera antes de irse a hacer puñetas

Joshua, lo dicho antes, le puso empeño. No se limitó a colgar carteles por las calles del barrio. Se rascó el bolsillo y publicitó su pena en Facebook en la zona de su distrito postal, 08025. Pero la mayor suerte, según Teresa, es que todo esto sucedió a dos calles de la plaza de Joanic, epicentro de un ecosistema vecinal amable, lo que era la mayor parte de Barcelona antes de irse a hacer puñetas, un lugar donde la gente se conoce y, si es necesario, se ayuda. Tanto es así que desde el 4 de abril, Joshua ha pasado a ser conocido en su barrio como “el del loro”.

Una invitación a la aventura

A lo mejor será porque hay por ahí mucho tintinólogo, mucho lector de La oreja rota, gente que no olvida que tras la fuga de un loro que grita “tío gordo, gorrrrdinflón” puede comenzar un viaje que te lleva al otro lado del mundo, a San Theodoros, a servir a las órdenes del General Alcázar y a que otra vez el mismo loro resuelva un crímen. “Rodrigo Tortilla, tú me has matado”. A lo mejor fue por culpa de Hergé que aquel cartel llamaba tanto la atención, por culpa de una tintinofilia latente.

El protagonista, sin embargo, es Lorezno. ¿Qué le pasó? Lo primero que el profano supondría es que, tras más de un año sin conocer hembra (nació el 11 de febrero del 2017), lo primero que hace un bicho como este es repicar los tambores de la pasión, ir a por mambo, dejarse llamar por los latidos de la selva, vamos, despeinar las plumas ni que sea con una cotorra. Pues no. “Santi cree que es una persona”. Lo dice Joshua y se queda tan pancho. Y parece que es un poco así. Son animales que criados por humanos se desnortan. Aprenden a convivir con personas. Así que, en la calle, Lorezno buscaba un hombro o una cabeza en la que posarse. Entrañable, sí, pero no fácil. Lo que parece es que su suerte cambió, y a peor, en el instante en que, a saber por qué, quiso entrar en una charcutería. Parece el principio de un chiste de Eugenio, pero así es, Lorezno entró con sus patitas y a pie en una charcutería. Si hubiera hablado, sería ya la repera.

Por su mala cabeza, Lorezno ha perdido algunas plumas, pero si algún día habla, será el rey de las tertulias

Los hechos a partir de aquí son algo confusos, con la estructura narrativa de una pesadilla. Joshua recibió una llamada desde Vilassar de Mar. Una señora, por el tono de voz, mayor y ladina, le dijo que tenía al loro del anuncio. La descripción del animal coincidía, pero igual que se interesaba por una posible recompensa, decía que le había cogido cariño y que prefería quedárselo. Solo le faltaba preguntarle a Josua si conocía recetas de Pyrrhura perlata al horno. El viaje hasta Vilassar fue de nervios. La llegada a la finca fue peor. A Lorezno le habían cortado las plumas de una ala y estaba en un jardín tomado por gatos, pero vivo, vamos, un superhéroe.

La negociación del rescate no dio pie a averiguar con certeza como Santiago de la Fuente terminó en Vilassar, pero Teresa, con más temple y horas de vuelo que Joshua en situaciones así, sospecha que aquella mujer sintió la presión de la plaza Joanic y alrededores, tal vez por ahí tiene familia o conocidos, y cedió, previo cobro de una recompensa. A lo mejor algún día Lorezno aprende a hablar.  Le reservamos una entrevista en la contraportada del diario.