BARCELONEANDO
Velas históricas para un centenario
El pailebote 'Santa Eulàlia' cumple un siglo en el mar y es homenajeado por el barco insignia del zar Pedro I
Natàlia Farré
Periodista
Natàlia Farré
Domingo al mediodía. Bocana del puerto. Mar de fondo y olas de dos metros. Poca cosa para una fragata de guerra, aunque sea del siglo XVIII. Demasiado para un pailebote centenario protegido por ley. Y cosquillas para el segundo velero histórico más grande del mundo. 'Shtandart', 'Santa Eulàlia' y 'Kruzhenstern'. Tres embarcaciones con años encima camino de Sète (Francia). Peor pintaba en el golfo de León. Paso obligado. Allí la mar era gruesa. 'Shtandart' y 'Kruzhenstern' decidieron tirar millas. Pero el pailebote emblema del Museu Marítim optó por arriar velas y esperar a que amainara el temporal al abrigo del Moll de Llevant. Es un Bé Cultural d’Interès Nacional (BCIN) y la seguridad está por encima de todo. Incluso de un homenaje. El que le espera en el festival marítimo de Sète por llegar a cumplir cien años. Será el viernes. La previsión es que ya habrá llegado. Partió a las cuatro de la madrugada del lunes y su arribada se espera este miércoles previa escala en Palamós.
El viernes habrá desfile, música y navegación. Pero el fin de semana hubo reconocimiento. El 'Shtandart', el 'Kruzhenstern' y el 'Mutin', un yol de la marina francesa que antes de escuela fue atunero y refugio de espías durante la segunda guerra mundial, vinieron a buscarlo. Se trataba de rendirle honores y acompañarlo en su salida hacia Sète. Y así fue. El 'Santa Eulàlia' encabezó la singladura desde el Moll de la Fusta hasta la bocana del puerto seguido de todos los invitados. Y acompañado de otras embarcaciones de época de la ciudad, cual procesión de la Virgen del Carmen.
También se esperaba al 'Hermione', la reproducción exacta de la fragata que en 1780 transportó al general Lafayette a los EEUU para apoyar la causa de George Washington en la guerra de la independencia, pero no llegó. Cosas del mal tiempo. Se le echó de menos pero poco. El 'Shtandart', con aspecto de barco pirata y una larga historia a sus espaldas, se bastó él solo para saciar la curiosidad de los que se acercaron. Porque antes de partir, las embarcaciones abrieron escotillas. Un rato, pero el suficiente para aprender que el 'Santa Eulàlia' es pailebote (velero usado para transportar mercancías) y es también goleta porque tiene tres palos y velas cangrejas, que es lo mismo que decir trapezoidales. Y que es el aparejo (la suma del velamen y los mástiles), y no el casco, lo que define el tipo de embarcación. También hubo clase de etimología de los términos náuticos: una mezcla de diferentes idiomas salido de tripulaciones internacionales. Así mástil y estribor tendrían origen holandés y más remotamente vikingo, mientras que popa y proa proceden del latín y babor del inglés.
La catedral del mar
Con todo lo más llamativo fue el barco pirata que en realidad no fue tal sino buque de guerra, el primero, de la armada imperial rusa. Lo mandó construir en 1703 el zar Pedro I el grande que, además, lo capitaneó. Duró poco. Catalina I ordenó desballestarlo por su mal estado y construir otro igual. La réplica tardó casi tres siglos en llegar. Se botó en el 2000 pero es perfecta. Luce igual que el original, con los cañones incluidos. Ha sido decorado en más de una película y el domingo fue la atracción de grandes y pequeños.
Bandera rusa lucía también el 'Kruzhenstern'. Y uniforme azul y gorra blanca de plato, los cadetes de este buque escuela. El segundo velero más grande del mundo. Palabras mayores. Se le considera una de las catedrales del mar, igual que a su hermano, el 'Sedov', que le gana en tamaño. Ambos fueron construidos en Alemania para transportar salitre chileno con los nombres de 'Padua' y 'Magdalena Vinnen', y ambos fueron entregados a la URSS como indemnización en 1946, tras la segunda guerra mundial.
El domingo, el 'Kruzhenstern', fue el último en desamarrar. Sus 115 metros de eslora, sus cuatro palos y sus 1.162 toneladas de peso obligan a salir de puerto con ayuda. Dos remolcadores, uno en proa y otro en popa. Y la mirada de todo el personal. Fue la estrella, junto al Shtandart, del inicio de la singladura. Pero en Sète reinará el 'Santa Eulàlia'. Celebra años. Celebra un siglo.
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