BARCELONEANDO

La pequeña calle de toda la vida

En Gràcia hay una callejuela, la de Argentona, que ha cambiado tanto como mucho se han mantenido sus fiestas y sus relaciones cercanas

Josep Maria, Margarita, Neus, Paco, y arriba a la derecha, la cámara de la calle de Argentona, vandalizada.

Josep Maria, Margarita, Neus, Paco, y arriba a la derecha, la cámara de la calle de Argentona, vandalizada. / periodico

Carlos Márquez Daniel

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Este iba a ser un barceloneando sobre la calle que no quiere que la graben. Pero han bastado un par de horas y cuatro vecinos de toda la vida para darle un vuelco a la crónica, para darse cuenta de que este recoveco del barrio de Gràcia es de esos que te reconcilia con la mejor ciudad del mundo. Vayamos por partes. 

Todo comienza cuando la fotoperiodista de este diario Elisenda Pons se encuentra con un curioso cartel en el que un anónimo residente afea a un edificio de nueva construcción la colocación de un sistema de seguridad: "Somos tus vecinas, no necesitas cámaras". Al día siguiente, el propietario de la finca responde a mano, con educación. Explica que solo se registran imágenes cuando se dispara la alarma. A partir de este detalle, quien les escribe pretendía trazar una reflexión sobre la Barcelona que nos retrata constantemente, sobre las cerca de 7.000 cámaras instaladas en el metro, o las que nos vigilan al sacar dinero, o al pagar en la caja del súper, en el estanco, en los grandes almacenes. ¡o al picar el timbre de casa! Pero centrarse en eso, que no es poca cosa, implicaría dejar de lado lo que de verdad importa de la calle de Argentona

Paco y Neus. Josep Maria y Margarita. Ambas parejas coinciden en el cruce con la calle de Sors, justo a la mitad de esta vía peatonal de unos 140 metros longitud. Son mayores, no tienen prisa y tienen una memoria impresionante. Hay que aprovecharse. Pero antes, una breve radiografía del entorno. Estamos en la clásica zona peatonalizada, de plataforma única, con pivotes para que los coches no aparquen, edificios de 3-4 plantas, una guardería, árboles canijos en proceso de crecimiento, cero comercios. Una zona muy tranquila. Quizás demasiado. Pero no fue siempre así. Y no es siempre así.

La memoria de Neus

Neus tiene 87 años y lleva 87 años viviendo en la calle de Argentona. Primero con sus padres en el número 11, y ahora con su Paco, en el 16. "Ahí en la esquina había una 'bacallaneria', más adelante una carbonería, una panadería, un colmado, un gimnasio, una pollería, una pescadería, una mercería y una alpargatería. Ah, y al fondo también un colegio, tocando con Escorial". "Ese edicicio -apunta Paco- tenía los planos firmados por Gaudí. Si se fija, en el balcón puede ver un pequeño dragón". Cierto, ahí está. Menuda vida tenía Argentona, hay barrios enteros que hoy no disponen de tantos servicios. Aunque tiene truco: esta calle era zona de paso de muchos de los barceloneses que iban a buscar los tranvías 30 y 39 a la plaza de la Rovira.  

El caso es que Argentona supo sacar partido de esa popularidad sobrevenida. Y siempre ha sido jacarandosa y alegre. "Tienen la mejor fiesta mayor del barrio", sostiene Ignasi un joven 'gracienc' que pasa por ahí. El comercio, como le ha pasado al resto de Barcelona, se ha ido marchitando, o transformando, en el mejor de los casos. Pero no han decaído las ganas de guateque. Más bien todo lo contrario. La página de Facebook de la asociación de vecinos de la calle -tienen incluso local propio en unos bajos, frente a la nueva casa con cámara- es un festival de paellas, sardinadas, verbenas, 'calçotades' y todo tipo de eventos que llenan la calle de mesas y sillas. Y con participantes de todas las edades. Con nuestros cuatro protagonistas entre ellos. 

Fiestas de la Salut

Cuenta Paco que Argentona siempre formó parte del barrio de la Salut, hasta que hubo un cambio y pasaron a integrarse en la Vila de Gràcia. No lo acabaron de asumir... Por eso las fiestas de Gràcia, en pleno agosto, las viven desde la barrera. La suya la celebran la segunda semana de septiembre, coincidiendo con las fiestas de nuestra señora de la Salud. Neus explica que recuperaron esta celebración hace más de 35 años, y que cada año viene más gente. "Esto ha cambiado mucho, me acuerdo que hace décadas se ponía un pequeño altar en ese portal y el cura bendecía a los enfermos". También hablan del día que vino el alcalde del pueblo de Argentona, o de la visita de Maragall. O de las Nochebuenas, cuando unos 50 vecinos bajan a la calle a cantar villancicos.

Sobre el edificio y la cámara, debaten sin excesivo interés. A Paco le da igual: "Por seguridad, que haga lo que le dé la gana". Josep Maria amplia el foco: "Hombre, si lo hacemos todos, esto será insoportable". Margarita no tiene nada que esconder. Y Neus dice que en ese edificio antes vivía una gente muy amable.