DEBATE

Lecciones de turismo para Barcelona

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Patricia Castán

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El desencuentro entre el sector privado y el público en Barcelona desde la llegada de Ada Colau a la alcaldía ha sido habitual en el ámbito turístico, en el que el debate ha cobrado una nueva dimensión en los últimos meses por la caída que ha vivido el sector.  Con ese telón de fondo, la asociación Barcelona Global -que promueve y lidera proyectos para atraer talento y actividad económica a la ciudad- presentó ayer un informe que recoge experiencias de 20 ciudades que comparten los mismos (indeseados) efectos secundarios del éxito turístico, pero que los han paliado o superado con soluciones en muchos casos aplicables a los males de Barcelona. Varios representantes de esas urbes han dado personalmente las 'lecciones' a la capital catalana, de variado espectro: desde asumir desde el sector turístico incrementos de impuestos y tasas, y mejorar las condiciones de trabajo de sus profesionales (el 10% del empleo en la ciudad), hasta potenciar una nueva gestión inteligente de los flujos de viajeros en zonas saturadas, o crear reclamos culturales (desestacionalizados) como una plataforma "Barcelona es música".   

El primer Barcelona Global Summit sobre innovación en el turismo urbano ha exhibido pulmón en cuanto a la proactividad de decenas de empresas para superar los reveses que está encajando este motor económico. Por un lado, las famosas "externalidades negativas" -como las llama el ayuntamiento-, admitidas ya por todos: masificación en los últimos años y conflictos de convivencia, que pueden matar de éxito a una industria que supone en torno al 15% del PIB local. Pero por otra parte, las situaciones de conflicto acumuladas desde el 2017 (de los brotes de turismofobia al atentado de agosto o las crisis política desde el 1-0) han empezado a hacer mella en esta vía de ingresos. Tanto como para que Barcelona Global lo haya puesto en su agenda y analizado con expertos de todo el mundo durante meses.

Gonzalo Rodés, presidente de la asociación privada y sin ánimo de lucro que aglutina a empresas, centros de investigación, emprendedores, universidades, escuelas de negocio, instituciones culturales y 800 profesionales, ha hecho un llamamiento a "huir de las quejas y actuar en positivo". "No hay ciudad global que no sea turística", ha enfatizado. Las voces de Amsterdam, Nueva York, Miami, Londres, Melbourne y Ciudad del Cabo, entre otras, se han tenido en cuenta para exponer 10 medidas concretas, algunas audaces.  "Hay muchas prácticas detectadas en otras ciudades que Barcelona podría adoptar, aunque a veces no sean beneficiosas para algunos asociados", como puedan ser los hoteleros. 

Sintonía y divergencias

Precisamente en este cajón se encuentran las propuestas que más han complacido al ayuntamiento, representado por el concejal de Turismo, Agustí Colom, en el auditorio de CaixaFòrum. Por ejemplo, introducir un "recargo en el impuesto turístico" para crear un fondo de apoyo a la cultura, que se podría gestionar por vía público-privada y tendría una previsión de seis millones de euros como mínimo. También se plantea revisar al alza el IBI de edificios completos de apartamentos turísticos, para invertirlo en financiar programas de vivienda social. 

Colom opina que estos planteamientos muestran un acercamiento del sector privado hacia las reivindicaciones del público, y el reconocimiento de que el turismo debe ser domesticado. También ha alabado la propuesta de fomentar la responsabilidad social del sector, creando una certificación de buenas prácticas laborales para empresas que igualen salarios de hombres o mujeres o entre personal propio y externalizado.

Pero el paquete de 'lecciones' anotadas por Barcelona y defendidas por la asociación destaca también iniciativas menos afines al consistorio. Por ejemplo, impulsar la colaboración público-privada, algo que el ayuntamiento ahora dice apoyar, pero que en la práctica genera graves roces, por ejemplo, en el consorcio Turismo de Barcelona, y que está llevando a muchas empresas turísticas a impulsar acciones promocionales por su cuenta, al sentirse faltas de apoyo institucional, como se escuchaba en corrillos en los descansos del congreso. Esa mayor participación privada se pretende en proyectos clave de ciudad como la transformación de la Rambla. 

Mejorar la información al visitante para descentralizarlo y esponjar la movilidad a través de una plataforma tecnológica (como ha implementado Amsterdam) -que indique tiempo de colas en puntos turístico o mejores horas de visita- es otra de las propuestas, igual que diversificar localizaciones y crear nuevas áreas de interés (como han recetado Miami o Nueva York). Un ejemplo práctico sería impulsar "L'Hospitalet como el Brooklyn de Barcelona", señala Rodés, en relación a sus proyectos culturales.

Contribución positiva

El profesor, consultor internacional y urbanista Greg Clark, que ha asesorado la elaboración de las propuestas, ha insistido en que el debate del turismo ya es "global" y que en este punto de crisis surge "la oportunidad de reconectar con la ciudad y hacerlo mejor".

Entre la artillería, también está promocionar la cultura, en concreto la música, como generadora de valor añadido y reclamo internacional a lo largo del año. No solo con los festivales en cartera, sino también con otras novedades. De cara a evitar que el turismo interfiera en el acceso a la vivienda o fomente la gentrificación, se apuesta por limitar el tiempo y ocupación de viviendas de uso turístico, como en San Francisco o Amsterdam.

Mención especial merece el apartado de "visualizar la contribución del turismo". El sector en general -y parte de la oposición política- considera que el consistorio ha contribuido a destacar solo su cara negativa. Se reivindica mostrar sus "extraordinarios beneficios" para la ciudad y su marca mundial, y cómo se extienden en más ámbitos que el alojamiento o la restauración. Otra idea es crear el sello "financiado con tasa turística", para que el ciudadano visualice en qué repercute la parte destinada a mejoras urbanas.    

Lo que puede aprender BCN de otras ciudades 

El representante de Nueva York explicó las políticas aplicadas a su época de crisis turísticas, de la seguridad al comercio, y posteriormente se formuló que Barcelona podría aplicar su política de tolerancia cero con el incivismo o incentivar iniciativas audaces de transformación de espacios públicos, entre otras. En el caso de Miami, donde se optó por erradicar festivales estudiantes de juerga -ahora en Barcelona-, de su experiencia se recogen ideas como adaptar el calendario de grandes eventos desalentando al turista de menos gasto, utilizar eventos culturales con efecto motriz para sectores emergentes, mejorar distritos y sus comunicaciones; en el de Amsterdam, usar las tecnologías inteligentes para gestionar afluencias, promover transporte a puntos de interés del área metropolitana, crear una autoridad del ocio nocturno para minimizar conflictos...