CUATRO ARRESTADOS

Persecución a la carrera de la Guardia Urbana dentro de la Ronda de Dalt

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Carlos Márquez Daniel

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Sobre las 20.15 horas, Alberto se dirigía a casa en su coche. Con las sillitas de los niños, el maletín, la radio y muchas ganas de calzarse las pantuflas. Cada día realiza el trayecto Barcelona-Mataró y viceversa y a en ese momento se encontraba en la Ronda de Dalt, a unos 200 metros de la salida 6, la de la plaza de Alfonso Comín. Su tranquilo viaje de vuelta a casa se convirtió "en una película de acción", con policías corriendo entre los coches y persiguiendo a presuntos delincuentes. Resultaron ser un grupo de seis grafiteros que huían tras ser sorprendidos intentando acceder a la línea 3 de metro por un respiradero. 

Alberto iba por el carril de la izquierda en dirección Llobregat cuando, en el sentido contrario, vio "varias sirenas" y el tráfico detenido. Redujo la velocidad -tampoco a esa hora se va muy sobrado por esta vía- y pudo ver a varios agentes de la Guardia Urbana "corriendo a toda velocidad entre los coches", a los que iban haciendo señas para que se detuvieran, evitando que los fugados fueran atropellados. En un primer momento no pudo distinguir a quién o qué perseguían. Hasta que vio una bolsa volando que terminó en las raquíticas palmeras que separan ambas direcciones y distinguió a un joven que corría como si no hubiera un mañana. Dos conductores anónimos salieron del vehículo e intentaron frenarlo. No lo consiguieron. El chico saltó la mediana y se plantó delante del coche de Alberto. "Me quedé helado, sin saber qué hacer". Pero sí hizo algo. Avanzó para cortarle el paso. El hombre tuvo que rodear su coche por detrás para parapetarse en el carril contiguo, en el que todavía se circulaba a poca velocidad. Delante de Alberto ya no había nadie, el resto de vehículos se habían alejado.

"Soy compañero"

A los pocos segundos, un agente saltó el cemento y se plantó en la calzada. En ese momento llegó un coche que se colocó delante y un hombre bajó al grito de "soy compañero", según el relato de Alberto. Es de suponer que también sería policía, aunque fuera de paisano. Entre ambos consiguieron reducir al sospechoso, no sin antes blandir lo que a este testigo le pareció una porra extensible. Alberto, mientras el otro agente mantenía inmóvil al arrestado clavando la rodilla en su espalda, pudo escuchar cómo el urbano preguntaba a sus compañeros si habían "cazado a los otros". El resultado final de la persecución fue de cuatro detenidos y dos huidos que se pegaron la carrera de su vida para abandonar la Ronda de Dalt por otras salidas. En el lugar se encontraron varias bolsas con un total de 26 potes de espray que, con toda seguridad, se habrían usado para pintar las instalaciones del metro, incluidos los vagones. 

Tras inspeccionar el acceso a la línea 3 que los jóvenes forzaron en la Ronda de Dalt, Transportes Metropolitanos de Barcelona cuantificó los daños en unos 700-900 euros. A los detenidos se les imputa un delito de daños. Alberto llegó a casa poco después, con un buen susto y una buena anécdota