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De los creadores de 'Shark Antoni', llega la aterradora '¡Burofax!'

El comando de propaganda de la 'résistance' de Sant Antoni centra su nueva campaña en el terrorífico documento, anuncio de desahucios invisibles

campaña  fem  sant  antoni

campaña fem sant antoni / periodico

Carles Cols

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De Rodolfo alguna vez se ha hablado en estas páginas. Es (o era) el halcón que habita (o habitaba) en las torres de la Sagrada Família. A su lado, Giacomo Casanova y Juan Tenorio serían pacatos célibes. Apuntaba maneras, más bien, de Augusto II el Fuerte, del que los polacos dicen que llegó a tener 354 hijos bastardos, así que perdió la cuenta y a punto estuvo un día de seducir a su propia hija. Lo de Rodolfo se lo pusieron los ornitólogos al halcón por Rodolfo Valentino, otro que tal. La cuestión aquí, sin embargo, no es la fecundidad de este pájaro, sino un efecto colateral poco conocido de la presencia de esa rapaz en las inmediaciones del templo de Gaudí. Las cotorras, listas y precavidas ellas, sobrevuelan o sobrevolaban en silencio esa zona del barrio por no caer en las garras de esa rapaz. Si es una leyenda urbana (parece que no), lo es tanto como otra que comienza a circular en las antípodas del Eixample, Sant Antoni, donde se asegura que los fondos de inversión -fondos buitre, les llaman ahí, la cosa va de aves- prefieren también volar en silencio y, prudentemente, apenas cuelgan esas lonas de publicidad en las que, tras comprar una finca y echar a los vecinos, anuncian la próxima promoción inmobiliaria con eslóganes amables y esperan que les aplaudan por ello.

Que Sant Antoni está en pie de guerra es sobradamente sabido. El relato de las batallas en curso queda pendiente para otro día. Prometido. Esta vez, la visita al frente es para conocer a GenoXavier y Ricard, los responsables de las campañas de propaganda de Fem Sant Antoni, la résistance contra la ocupación, más que nada porque habrá que comenzar a reconocer ya, vistos los resultados, que están los tres más en forma que Victor Laszlo. La cita semiclandestina es en el bar Amadeo, con mejor cocina que el Rick's Café, sin duda.

La cadena trófica de Sant Antoni es de 1º de Biología Inmobiliaria: propietario come inquilino

La penúltima campaña de este taller de ideas es Shark Antoni, un juego de palabras muy descriptivo sobre cómo anda la cadena trófica del barrio (propietario come inquilino), inspirada en el Tiburón de Spielberg, aunque cada vez más lo de Sant Antoni se parece a Sharknado, porque no es que haya suelto un escualo, sino que lo de los fondos de inversión es casi una tormenta.

En realidad, la comparación con Tiburón no es inadecuada si se recuerda lo que le sucedió a Spielberg durante el rodaje. El gigantesco bicho que construyeron para las escenas de acción fue un colosal fiasco. Decidió, pues, que apareciera en pantalla lo mínimo e indispensable. “El tiburón averiado fue un regalo del cielo. El filme pasó de ser una película de terror japonesa de sábado por la tarde a parecerse más a un Hitchcock”, reconoció años después el director. Vamos, la metáfora perfecta de esos desahucios invisibles que semanalmente ocurren en Sant Antoni y que fue, en realidad, la razón por la que GenoRicard y Xavi se metieran en esta contienda.

España, ese país que preside un registrador de la propiedad y en que la vida cambia a golpe de burofax

Vivían los tres en el número 1 de la calle del Parlament, la zona cero de la gentrificación del barrio. Aquello, cuentan, era una comunidad casi de novela costumbrista, de recógeme a los críos en el cole, verbenas en el tercer piso y vente a cenar al quinto si cuando llegas a casa no tienes nada en la nevera. Aquella vida de arrimar el hombro se fue a hacer puñetas cuando el hijo de la antigua dueña de la finca se hizo cargo de la gestión de la finca como si hubiera heredado la Genco Pura Olive Oil Company. No pagaban alquileres irrisorios. Qué va. Eran ya unos 750 u 800 euros al mes, pero el dueño quería más. Ni siquierera les ofreció renegociar al alza. No eran el perfil de inquilino que buscaba. Les llegó así el burofax, al que han dedicado, precisamente, su última campaña. Es un tráiler muy cortito pero eficaz. Es de miedo de la Hammer o de Roger Corman. Con la tipografía adecuada y tras un crescendo de suspense, hay que reconocer que el título, que sale al final con propósito de susto, acojona. ¡Burofax! Los arrendatarios que en estos últimos tiempos lo han recibido ya saben de qué va. El burofax es la parca inmobiliaria de Barcelona. Susto y muerte.

Habrá quien opine que esta es una batalla perdida, que mejor callar y vivir bajo un régimen de Vichy que tener que largarse al exilio metropolitano, pero las campañas de Fem Sant Antoni poco o mucho están contribuyendo a catalizar el enojo colectivo y, de paso, desarmar el lenguaje Arbeit macht frei que emplean los fondos de inversión para presentarse en sociedad casi como una oenegé. Algunas de ellas, en la pestaña quiénes somos de su página web, hasta tienen el descaro de incluir un subapartado dedicado a sus “valores”, y no se refieren a los de bolsa, sino a los éticos. “Compromiso con las personas y con el medioambiente, sensibilidad…”. El día menos pensado hasta piden una casilla para marcar una equis en la declaración de la renta.