CUMPLIMIENTO DE LA ORDENANZA

Se acabó el libre albedrío de motos en las aceras de Barcelona

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Carlos Márquez Daniel

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El principal problema de las ordenanzas municipales no es tanto su incumplimiento sistemático como el absoluto desconocimiento de las mismas por parte de la población. La normativa de circulación de vehículos y peatones es un necesario galimatías destinado a garantizar una mínima convivencia entre los distintos modos de transporte urbano, desde el frágil peatón hasta el hercúleo autobús articulado. En el apartado destinado a las motocicletas se detalla de qué manera deben aparcarse en la calle, ya sea en calzada o en las aceras. El documento entró en vigor en enero de 1999, pero su aplicación en este apartado ha sido más bien testimonial. Esa flexibilidad parece haber llegado a su fin. Y a un año de las elecciones. Ni más ni menos.

"Fin de tolerancia". Ese es el mensaje que muchos barceloneses con casco han encontrado las últimas semanas en el manillar de su moto. Nadie puede acusar a Barcelona en Comú de faltar a su palabra. Todo eso de que las aceras son para el peatón, que sigue siendo mayoría en una de las ciudades más densas de Europa. Todo eso de reducir la contaminación, de promover medios de transporte más sostenibles; de apostar por el autobús, el metro o la bici. Pero son pocos los que creían que el gobierno de Ada Colau se atrevería a mancillar uno de los ‘statu quo’ más solidificados de la capital catalana. Vaya por delante que con la ordenanza en la mano, y por poner un ejemplo muy gráfico, prácticamente todas las motos que podemos ver en las aceras del Eixample están mal aparcadas. Los pasillos peatonales del plan Cerdà miden 490 centímetros, así que según la normativa, las motocicletas deberían estar estacionadas en paralelo a la calzada, entre los alcorques, y no en batería, como suelen verse, mordiendo buena parte del espacio reservado para el viandante.

Según un portavoz municipal, los avisos se han dejado en "puntos de la ciudad en los que se reciben más quejas por ocupación de motos en aceras". ¿Pero cuáles son? Quizás esos lugares calientes empiecen a conocerse esta semana gracias a las multas que permitirán empezar a geolocalizarlos. En paralelo, desde diciembre, está en marcha una campaña para informar sobre el contenido de la ordenanza, esto es, para que el motorista sea consciente de que lleva toda la vida aparcando mal, seguramente, sin saberlo. En la advertencia se anuncia que ese "fin de tolerancia" termina a las 0.00 horas del día 25 de febrero, es decir, este lunes. A partir de ese momento, el aviso se cambiará por una sanción que puede ir acompañada de una grúa con destino al depósito.

Barcelona dispone de 65.374 plazas de aparcamiento de motos en calzada, más otras 5.013 pintadas encima de las aceras. Son muchas, pero al repasar el parque de vehículos de la ciudad, ya no parece que sean tantas. La capital catalana tiene censadas (datos de diciembre del 2016) 280.708 motos, el 29,5% del total del parque móvil. La cifra coge mayor envergadura al comparar en el tiempo y en el espacio. En el tiempo porque si se observa la foto de 10 años atrás, ahora hay 14.000 motos más. Si se viaja a 1996, el crecimiento es inquietante: 120.000 unidades más. Y espacio porque las motocicletas que circulan por las calles nada tienen que ver con las que empezaron a popularizar el invento en los años 80. Entonces triunfaban básicamente los ‘scooters’, sobre todo modelos como la menuda Honda Scoopy 75. Hoy las motos son mucho más largas, mucho más anchas y mucho más veloces (este último dato, entre otros factores, ayuda a entender por qué el motorista es la principal víctima de accidentes de tráfico, pero ese es otro tema…).

Si se añaden las decenas de miles que a diario entran a la ciudad desde el área metropolitana, esas 70.000 plazas parecen a todas luces insuficientes. A ello puede ayudar, de manera colateral, la ampliación de la red de carriles bici, pues se suelen acompañar de nuevos estacionamientos para motocicletas que sustituyen zonas azules y verdes, sobre todo en los cruces, para facilitar la visibilidad del colectivo a pedales. Mentar a los ciclistas viene bien para recordar el principal objetivo de este plan: vaciar las aceras, en la medida de lo posible, de todo lo que no sean peatones. Se dio un paso el pasado julio con la inclusión de los vehículos de movilidad personal (patinetes, plataformas eléctricas, 'segways'…) en la ordenanza de circulación y vetando que vayan por la acera; se dará uno de gigante al sacar a las bicis de los corredores peatonales (la decisión va de moratoria en moratoria a la espera de que haya más viales ciclistas), y se da otro impulso ahora con la decisión de ponerse duros con las motos mal estacionadas.

El problema, como con todo, serán las formas. Y el precio político que deberán pagar. Aunque nadie de la oposición podrá acusarles de dureza, pues solo se trata de dar cumplimiento a una ordenanza municipal en vigor. Muy distintos son otros que persiguen el mismo objetivo pero que sí generan controversia y debate entre bancadas, como las prometidas supermanzanas. Pero eso, más que 'statu quo' es un 'experientia docet' (la experiencia enseña).