BARCELONEANDO

Turó Park enfurecido

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Carlos Márquez Daniel

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Al pasear por el Turó Park es inevitable intuir el ojo avizor de los sabuesos del barrio: los conserjes. Se pasan el día vigilando las calles y se comunican entre ellos, advirtiendo la ruta de cualquier forastero, sobre todo si lleva gorra o capucha, o si deambula sin un destino fijo, o si pasa más de una vez por el mismo sitio sin razón aparente. Es de esas profesiones nunca valoradas en su justa medida. La zona más noble de Sant Gervasi es amante de la gente de orden. Y poco dada a los cambios. Quizás porque cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. En las últimas semanas han puesto en marcha una cruzada contra las políticas de movilidad de Ada Colau. La alcaldesa les ha cambiado las calles. Y por ahí no pasan. Bueno, sí pasan, pero a desgana. Están enfurecidos. A su manera, eso sí. 

El viernes se celebró en Pau Casals una concentración de repulsa contra la instalación de carriles bici "innecesarios". También para reclamar el bus de barrio que, dicen, siempre se les ha negado. Serían unas 50 personas. Para todo ello, han recogido ya unas 3.000 firmas. Una de las residentes indignadas, Concha, advertía de que la hora, las 11 de la mañana, solo permitía que se apuntaran "los viejos del barrio", y animaba a "montar un lío" un día por la tarde, a eso de las siete. "¡Hay que cortar la calle!". "¿Pero para eso no hay que pedir permiso?". Esta gente tiene muchas virtudes, pero es justo admitir que son poco duchos en esto de la protesta ciudadana. 

Al frente de todos ellos, Bartolomé Criado, un líder vecinal de los de toda la vida, con el que no puedes dar un paso sin que le salude el quiosquero, el del bar, el portero o la señora que pasea el perro y le consulta unos problemas en su finca. Lo sabe todo y conoce a todo el mundo. Con un timbre siempre suave, a don Bartolomé no le tiembla la voz al afirmar que Colau les quiere perjudicar. No puede decirse que en este conflicto Barcelona en Comú juegue en casa. En las municipales del 2015 fue la cuarta fuerza en Sant Gervasi-Galvany, con el 9% de los votos (25% en el total de la ciudad). CiU arrasó con el 42% (22,7% en el cómputo barcelonés).

Un "cachondeo"

El presidente de la asociación de vecinos y comerciantes del Turó Park se pregunta "para qué puñetas se coloca un carril bici en una zona que ya estaba pacificada". Señala los dos viales de Pau Casals que abrazan la rambla central, con un vial ciclista por lado que ha eliminado uno de los dos pasillos destinados al vehículo privado. Denuncia un "perjuicio económico para el barrio" e insta a la alcaldesa a "poner fin a todo este cachondeo". "Que venga a subir el carril bici de Ganduxer, a ver en qué condiciones llegar arriba de todo". 

Una vez más -esta vez es el Turó Park pero podría ser el Turó de la Peira, Hostafrancs, Poble Sec o el Gòtic-, la bicicleta se convierte en el saco de las hostias ciudadanas. En los últimos años, su uso ha aumentado en más del 30% y ha apretujado la ya de por sí muy densa trama urbana de la capital catalana. Este mal humor no es más que el resultado lógico de una ciudad que no puede crecer ni a lo ancho ni a lo alto y que cada vez se encuentra con medios de transporte más variados, sin que el coche, que también crece, ceda espacio. En la protesta se respira mucho desprecio por los ciclistas. Hay quien les acusa de la mayoría de los accidentes. Los datos lo desmienten: de los 67 peatones atropellados que acabaron heridos graves,  dos fueron arrollados por bicis (23 por turismos y 19 por motos), y del total de vehículos implicados en accidentes, solo el 4,4% eran bicis (un 45,6% eran coches). 

Cabreos lejanos

El enfado del Turó Park no es una seta en un campo de nabos. Otros barrios han levantado la voz contra uno de los proyectos en el espacio urbano más importantes de los últimos años. Relevante por su impacto y por su alcance a nivel de ciudad, ya que pasar de 116 a 308 kilómetros de carriles bici no es cosa fácil. En esta zona sita junto a Francesc Macià les han colocado, en cuestión de tres meses, viales ciclistas en Pau Casals, Bori i Fontestà, Ganduxer y en la plaza de Sant Gregori Taumaturg, la de la iglesia redonda (mucho hay que rezar para que no te atropellen al salir).

Sostiene Criado que ni el distrito ni Movilidad les ha informado, y que el barrio no ha participado para nada en la obra. "Recibimos el proyecto hace tres días", se queja, blandiendo el mapa con unos trabajos que ya están a punto de terminarse. Falta de información desde la bancada que predica la participación. Viene a la memoria lo sucedido en la 'supermanzana' del Poblenou, la que muchos vecinos se encontraron ya pintada al volver de vacaciones, en septiembre del 2016. En materia urbanística, nunca llueve a gusto de todos.