EDUCACIÓN AMBIENTAL

Cruzada estudiantil contra la contaminación en Barcelona

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cmontanyes42135506 escola balmes180216171059 / ALBERT BERTRAN

VALENTINA RAFFIO

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En pleno distrito del Eixample, a pocos metros del paseo de Gràcia, se sitúa el Instituto Jaume Balmes. En él, esta semana, una clase de alumnos de primero de la ESO se ha enfrentado a un importante reto: analizar de qué manera la contaminación afecta a sus vidas y a la ciudad de Barcelona. La discusión ha sido promovida por la Plataforma por la Calidad del Aire dentro del proyecto 'Enlaira’t, deixa enrere els fums'. Esta iniciativa reúne a 10 institutos de Barcelona y un total de 300 estudiantes que durante dos meses trabajarán sobre la contaminación atmosférica en la ciudad. El proyecto concluirá el 3 de mayo, momento en que todos los participantes se reunirán con Xavier Querol y Jordi Sunyer para discutir los resultados. De cara a los chicos, la consultora y comunicadora ambiental Ana Villagordo los define como los Messis de la contaminación atmosférica.

Al empezar la actividad, Alexandra Farbiarz, miembro de la Plataforma por la Calidad del Aire, explica que la contaminación afecta de manera muy severa tanto a Barcelona como a los 35 municipios de los alrededores. Farbiarz añade: "Lo que vengo a explicaros no es una buena noticia, pero por suerte es algo que aún estamos a tiempo de cambiar". A continuación, pide a los chicos y chicas que cierren los ojos, que respiren profundamente y que piensen en todo aquello que les sugiere la palabra aire. Inmediatamente, las discusiones empiezan a florecer. Al principio, aire es vida, libertad, tranquilidad y salud. Poco después, no tardan en aparecer palabras como contaminación, humo, fábricas y coches. 

Respirando la polución

¿Pero qué pasa si el aire que respiramos está contaminado? "La calidad del aire de nuestra ciudad está mucho peor de lo que nos podemos imaginar y lo peor es que nos afecta en todos los aspectos de nuestra vida", añade Farbiarz. Se calcula que en Barcelona hay 5.582 coches por kilómetro cuadrado, lo que equivaldría a un 60% de la superficie total; el doble que en Madrid y el triple que en París. En total, eso equivale a 600.000 coches por día circulando por la ciudad. A todo ellos hay que sumarle la contaminación producida por el transporte marítimo y aéreo y las actividades industriales. "La contaminación no tiene fronteras: ni hacia afuera, ni hacia adentro. No podemos cerrar las ventanas y bloquear la contaminación", concluye Farbiarz.

Tras concluir la explicación, se muestran a los chicos y chicas cuatro imágenes que corresponden a cuatro modelos de ciudad: Hanoi (Vietnam), Chicago (EE.UU.), Friburgo (Alemania) y Rotterdam (Holanda). Las primeras dos aparecen tapadas con un manto de contaminación, sus habitantes llevan mascarillas y el panorama parece pintado de gris. En las otras dos, el verde predomina en el paisaje, se ven muchos espacios libres y las bicicletas inundan las calles. "¿En qué ciudad os gustaría vivir?", pregunta Farbiarz. "En las últimas dos", responde la clase. "Hay más espacios para jugar y la gente parece más feliz", añade un alumno.

Es entonces cuando se muestra una imagen de Barcelona tapada por una espesa capa de polución. En el aula, la sorpresa es general. ¿Entonces, qué hacer para solucionarlo? Los chicos y chicas se ponen a trabajar en la portada de un periódico del futuro, exactamente de aquí cinco años, imaginando un escenario en que Barcelona se ha deshecho de toda la contaminación atmosférica.

Un futuro de soluciones y esperanza

Julia, Maria y Catalina trabajan en su proyecto mientras discuten sobre las medidas que se deberían tomar para conseguir limpiar el aire de la ciudad. "Quizás cinco años son muy pocos para conseguirlo", comenta una de ellas. "Pero si nos ponemos todos, quizás lo podemos conseguir", añade otra. Todas ellas reconocen que la actividad les ha hecho abrir los ojos sobre la calidad del aire en Barcelona y sobre lo que ello representa para el medio ambiente y para su salud. "Creo que ahora voy a intentar coger más la bici o el transporte público para venir al instituto", concluye una de las alumnas.

Las medidas que se plantean en el aula para reducir la contaminación atmosférica en la ciudad son muy concisas, directas e imaginativas. La gran mayoría de alumnos propone incentivar el uso de transporte público bajando los precios de los billetes y mejorando las instalaciones. También hay alguien que propone convertir todos los garajes y párkings en zonas verdes. Martí C., uno de los alumnos implicados en el proyecto, comenta: "Creo que decir que de aquí cinco años no habrá contaminación es ser muy optimista. Y no porque los ciudadanos no nos implicamos, sino porque las grandes empresas que contaminan no van a hacer nada". Sus compañeros asienten, a lo que Martí C. concluye: "Un planeta te puede dar dinero, pero el dinero no te puede dar un planeta".