NUNCA VISTA

La Modelo se revela como una visita inexcusable e inolvidable

Barcelona abre al público las entrañas de la cárcel dos días a la semana, gratis y sin reserva

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Carles Cols

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Es la visita que no sale en las guías turísticas (¡aleluya mientras así sea!) y que, sin embargo, más merece la pena no perderse hoy en Barcelona. La cárcel Modelo ya es visitable. Sin reserva previa. A lo mejor hay que hacer cola. Pero la prisión que, pese a su nombre, jamás fue modélica, ya se puede recorrer dos días a la semana. Si saliera en las guías y estuviera además en manos privadas la llamarían The Modelo Experience, porque cruzar sus muros es efectivamente una experiencia. ¿Hasta cuándo? No se sabe aún. Para esas dos manzanas del Eixample que ocupaba esa cárcel hay media docena larga de proyectos, no incompatibles entre sí, que deberán consensuarse entre vecinos y ayuntamiento, siempre dentro del corsé posibilista que establezcan los arquitectos, o sea, que va para largo.

Aquí, como ha recordado la alcaldesa Ada Colau en la apertura simbólica de las puertas, se llegó a encarcelar a la gente no solo por crímenes tremendos, que también, sino además por defender los derechos de la clase obrera, por hablar en catalán, por amar de un modo distinto al que establece el canon eclesiástico y por no suscribir que la unidad España es eterna. Son los cuatro ejemplos que citó Colau. Recordó que también allí murió Salvador Puig Antich, la última víctima del garrote vil.

El recuerdo de lo que la Modelo fue será objeto de una fina criba. No será un anecdotario, pese a que tanto juego daría

A todos ellos, de un modo u otro, se rendirá homenaje en aquel lugar cuando haya por fin un proyecto sobre la mesa. No se sabe aún cómo. Ricard Vinyes, comisionado municipal de memoria, asegura que así se hará, pero que no habrá lugar para los otros cientos de sucesos y peripecias personales ocurridas intramuros. “No caeremos en el simple anecdotario”, dice. Y es un poco una lástima, porque sin la Modelo no se puede explicar la etapa quinqui de Barcelona, ni el auge y caída de lo que el pujolismo imprudentemente definió como el empresariado modélico catalán, fotografiado bocadillo en mano y personalmente hundido en su celda, ni la súbita pérdida de inocencia de la ciudad cuando descubrió que entre la delincuencia local se habían hecho un hueco las mafias italianas. Eso último fue realmente así, de sopetón, un sábado por la noche de julio de 1984, cuando Raymond Vaccarizi, gángster con todas las letras, murió en su celda de un disparo realizado por un francotirador desde el exterior de la Modelo. En San Francisco, de la fuga de incierto éxito de tres presos en 1962, una anécdota según se mire, han construido una industria turística alrededor de Alcatraz. En la Modelo se descarta esa solución. No pasa por las prioridades de los vecinos. Lo ha dejado claro Sylvianne Dahan presidenta de la asociación de vecinos de la Esquerra del Eixample, que ha empujado las puertas de la prisión, mano a mano con Colau y con Xavier Riu, representante de la plataforma Fem Nostre l’Espai de la Model.

Tanto se ha dilatado el cierre de la Modelo que se han hecho planes de todos los colores. Hasta se planeó un 'pelotazo'

Según Dahan, las necesidades de esa porción maltratada del Eixample son tantas y tan urgentes que habrá que aprovechar con inteligencia cada metro cuadrado disponible. Se da por indiscutible la construcción de, como mínimo, 150 pisos sociales. Hay consenso en dotar al barrio de otra escuela pública. El planeamiento urbanístico prevé que 14.000 metros cuadrados de aquel inmenso recinto sean zona verde, a porciones o de una única pieza, ya se verá. Y, a partir de aquí, el proyecto es difuso. Ideas no faltan. 

El problema es anticipar las necesidades del futuro y no confundirlas con las urgencias del presente. El plan de cierre y traslado de la Modelo ha durado tantos años que ha sido posible pasar ya varias veces por esta misma situación. Desde que en el 2003 se anunció el inminente cierre de la cárcel, se han propuesto soluciones de todo tipo, algunas descartadas a día de hoy por incongruentes. Se planeó, por ejemplo, un gran aparcamiento. Y se propuso, durante la etapa de alcalde de Xavier Trias, sacar oro de cada metro cuadrado disponible con la construcción de pisos a precio de mercado, o sea, caros. Del diseño que salga ahora, tras eso que llaman proceso participativo, se espera que no tenga una fecha de caducidad tan corta y, de paso, que no tenga el contraproducente efecto de transformar la vida del barrio más allá de lo deseado, más o menos como anda sucediendo con el otro panóptico icónico de la ciudad, el del mercado de Sant Antoni.

Colas que merecen la pena

La cuestión es que, a la espera de que haya unos planos de lo que algún día será la futura Modelo, se abre un paréntesis interesantísimo, el de la visita a lo que aquello fue. Este domingo, las colas, síntoma de la curiosidad, han sido largas, pero la espera sin duda valía la pena.

Se accede por la puerta principal, la de la calle Entença, al vestibulo principal, una pequeña placita que, entre semana, estará abierta al público todos los días como un interior de manzana más del Eixample. Lo interesenta está a partir de la segunda puerta, la que de verdad acongojaba. Sin maquillajes para la ocasión, se puede acceder a lo que era la Modelo, visitar los locutorios, las celdas, las duchas, la cabina central desde la que se vigilaba a los presos, el patio situado entre los brazos panópticos de la cuarta y la quinta galería, la sala de paquetería, en la que se ajustició a Puig Antich… Visitar, en este caso, hay que entenderlo como palabra equivalente de entrar, sumergirse. Incluso, sentir. Buscar la luz del sol a través de las ventanas de las celdas, a más de dos metros del suelo, pequeñas y enrejadas es, lo dicho, una experience.

La experiencia de visitar la Modelo antes de que lo haga la piqueta es infinita, porque se presta a muchas lecturas. No está de más recordar la que sugiere el fotógrafo Josep María de Llobet, que pasó 15 días casi totalmente a solas en la cárcel para documentar su arquitectura y espacios y, de paso, obtener material para una exposición que se exhibe en los muros exteriorer de la prisión. Tras esos quince días, De Llobet llegó a una conclusión a tener en cuenta si se visita la Modelo. Allí, dice, no se perdía solo la libertad. Se perdía también, sobre todo, la intimidad, eso que tan alegremente se regala hoy en día fuera de las cárceles a través de las redes sociales. Todo un contrasentido.Hay detalles impagables. Las distintas estancias de la prisión, es decir, las duchas, la peluquería, la biblioteca, la enfermeria, los despachos…, todo está rotulado en catalán. En algún momento, cuando la Generalitat asumió las competencias penitenciarias, llevó la normalización lingüística a la Modelo, pero el contraste es enorme porque no se intuye que ello fuera acompañado de ningún otro trabajo de restauración, ni de una mano de pintura para poner fin a ese deprimente color franquista con el que aún está pintada. Es como si en Casablanca Rick le mandara whatsapps de amor a Ilsa, una anacronía en toda regla.

Viernes y sábados, días de visita

El primer patio de la cárcel Modelo, situado justo detrás de la puerta principal de la calle de Entença, funcionará como pequeño interior de manzana de lunes a viernes, de 10 de la mañana a siete de la tarde. Por el momento, ese recinto, no muy grande, está tal cual era cuando el centro penitenciario tenía reclusos. Allí no accedían los presos. El propósito es acondicionarlo como espacio de ocio vecinal.