LUCHA CONTRA LA EXPULSIÓN DE POBLACIÓN EN BARCELONA

La resistencia a la muerte del Gòtic como barrio se atrinchera en Correu Vell

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Helena López

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Beatriz Riera tiene 29 años una niña de cinco. Se crió en el Gòtic, en el número 3 de la calle de Còdols, donde vivía junto a su padre, su hermana y su abuela. Un fondo inversor compró el edificio les echaron. Se fueron entonces entonces al Raval, donde a su abuela sí le ofrecieron una vivienda desde los servicios sociales. Encontró una pareja, se marchó del barrio y tuvo a su hija, a la que cría sola desde que se separó del padre, cuando la pequeña tenía pocos meses. Fue entonces cuando quiso, necesitó, volver al barrio y vio que era imposible. El precio de los alquileres lo hacía imposible. Desde el sábado pasado, Beatriz es una de las nuevas vecinas de Correu Vell, 3. Una finca que, como la de su infancia, fue vaciada de sus viejos inquilinos a finales del 2016, algunos en el edificio desde hacía más de 30 años, y comprada por otro fondo inversor. El pan de cada día en el gentrificado Gòtic (y cada vez más en toda la ciudad). La alcaldesa Ada Colau aseguró en noviembre que en Barcelona había 38 bloques en manos de fondos de inversión "que especulan con la vivienda como buitres". 

Lo llamativo en este caso es que los vecinos, organizados en la plataforma Resistim al Gòtic, han decidido decir basta. "No nos vamos". Y han "recuperado" -como llaman ahora a la okupación clásica- el edificio vacío para dar respuesta a urgencias como las de Beatriz y su hija, y para poner en evidencia la masacre del tejido social que suponen estas operaciones especulativas.

La formada por Beatriz y su hija no es la única familia que se ha instalado en el edificio recién okupado. Comparten la primera planta del edificio, de cuatro, con una pareja muy joven, también del barrio, con un crío de semanas. Nació el día de Navidad. "La prioridad eran las familias, por eso los dos pisos que estaban mejor y requerían menos obra han sido para ellos, para que puedan vivir en condiciones lo más rápido posible; pero este proyecto también quiere visibilizar que el problema de la vivienda es transversal. Por eso hay desde familias con niños, hasta personas mayores -un hombre jubilado- y jóvenes a los que les es imposible emanciparse", resume Martí Cusó, miembro de Resistim al Gòtic. 

"Primero nos echaron del piso en el que me crié y ahora sus alquileres nos impiden volver al barrio"

Beatriz Riera

— Vecina del Gòtic y madre

Eligieron esta finca en concreto de entre las muchas vacías y propiedad de fondos de inversión porque conocían y tenían muy fresca su historia, y "recuperarla para la gente del barrio" era casi justicia poética. "Me enteré de que la habían vaciado a finales del 2016, cuando Manuel, su último vecino, lo explicaba en la carnicería", cuenta Cusó. Pese al sangriento 'barricidio', 15.000 personas siguen viviendo -resistiendo- en el Gòtic y contándose sus alegrías y desgraciadas en el poco comercio de proximidad que aún no se reconvertido en negocio turístico.

Le hicieron entonces un emotivo vídeo en el que, a través de su historia, la de un vecino del barrio desde 1962, cuando llegó a Barcelona, alejado de su casa de toda la vida y de su entorno por un fondo de inversión, se reflejaba la transformación de un barrio que había sido de clase popular, con un tejido vecinal fuerte, en lo que ahora es, y contra lo que luchan desde Resistim al Gòtic.

Ángelo, de 68 años, será otro de los nuevos vecinos de Correu Vell, 3 mientras dure el proyecto (el lunes pasado recibieron ya la visita de una pareja de mossos para comunicarles que la propiedad ya había denunciado la okupación).

"Este proyecto es muy interesante por lo transversal, no es solo una recuperación, es una acción política"

Ángelo

— 68 años y una pensión no contributiva 

Lleva dos años y medio apuntado en el Patronat, en lista de espera para entrar en un piso para mayores de 65 años, pero ya le han advertido que es optar a ellos es muy complicado. "Cobro una pensión no contributiva y con esos ingresos es imposible encontrar una vivienda en el barrio", asegura el hombre, librero y traductor y vecino de Ciutat Vella desde 20 años. "Este proyecto es muy interesante por las relaciones que se pueden crear entre todos los vecinos, de perfiles muy distintos, además de una recuperación, se trata de una acción política, de una denuncia", concluye el veterano de la iniciativa. 

Madres, estudiantes y jubilados

En el otro extremo, los más jóvenes, provienen de la Assemblea de Joves de Ciutat Vella, como Lluc, estudiante de Historia. "La turistificación y los alquileres abusivos obligan a los jóvenes a marcharse del barrio si quieren emanciparse pero nosotros nos plantamos. Nos negamos a que nos echen", concluye.  

"La turistificación y los alquileres obligan a los jóvenes a marcharse del barrio si quieren emanciparse"

Lluc

— Estudiante de Historia

"El Gòtic es uno de los barrios que más está sufriendo la expulsión de vecinos y la especulación salvaje. Mientras no tengamos leyes que protejan a los inquilinos y eviten la especulación, es comprensible que los vecinos se organicen para hacer frente a esta situación", responde la concejala del distrito, Gala Pin, al ser consultada sobre la okupación. 

La intención de la propiedad es hacer una reforma integral del mismo. Ya hay catas en las paredes y tienen una licencia de obras mayores concedida.