El ascenso de C's no resta votos a los 'señores feudales metropolitanos'

El partido naranja vence de forma clara a costa de perforar nuevos yacimientos de votantes

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Carles Cols

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Próxima estación, salvo caso de repetición de las autonómicas, elecciones municipales del 9 de junio del 2019. Falta un año y medio. En circunstancias normales, poco tiempo. Antes, lo habitual en el área metropolitana de Barcelona era en ese plazo ir descorchando ya a los nuevo candidatos para que como el vino se oxigenaran. Un año y medio solía ser, también, el plazo límite para que aquellos alcaldes que decidían jubilarse le pasaran el bastón de mando a su delfín, para perpetuar la saga, normalmente socialista. Eso era antes. A 18 meses de otra cita electoral, Ciudadanos, salvo en contadísimas excepciones, ha sido la fuerza metropolitana más votada. Hasta el rojo Baix Llobregat es de repente naranja (95.000 votos contra 156.000). Sin embargo, extrapolar ese resultado sería, a día de hoy, una insensatez.

Ciudadanos ha ganado la batalla a campo abierto. Le ha bastado con un general, Inés Arrimadas, para teñir de un solo color el mapa de Barcelona y su corona, excepto la frontera suroeste, la más rural, que es d’Esquerra. Los asedios de las plazas fortificadas, o sea, las alcaldías, requieren otra estrategia. Eso lo enseñan en las academias militares. Es a las puertas de los feudos donde se deteniene el avance, donde se requieren arietes y, a una año y medo de las municipales, Ciudadanos no tiene aún candidatos con proyección pública. Una mirada con lupa a los resultados del 21-D resulta, pues, interesante.

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La segunda ciudad de Catalunya

L’Hospitalet, por ejemplo. Núria Marín necesitó 31.000 votos en el 2015 para revalidar la alcaldía. Aquel mismo año se celebraron elecciones autonómicas. Los socialistas recogieron en la segunda ciudad de Catalunya 28.000 votos. Este pasado jueves, 31.000. La del PSC en L’Hospitalet es una gráfica sin picos. Ciutadans, en cambio, ha sido capaz de multiplicar por tres sus ganancias, de los 12.000 votos de las municipales a los 45.000 del 21-D. No es solo que se haya comido al PP. Ha multiplicado los votos como panes y peces. A veces de las elecciones se analizan los travases de votos, como si fueran cuencas fluviales. En esta ocasión, el partido naranja ha cavado nuevos pozos.

En Santa Coloma se reproduce el mismo fenómeno. En el 2015, con el PSC en caída, Núria Parlon hizo lo que ninguno de sus compañeros de partido logró, cosechar una una mayoría absoluta. Lo consiguió con 17.000 votos. Casi 15.000 recogió el jueves Miquel Iceta en ese mismo municipio. Pero, de nuevo, la victoria fue para Ciutadans.

Un caso singular, porque el color político es distinto, es el de Sant Cugat del Vallès, la aldea de Astérix convergente desde hace décadas. Es el paradigma de que una plaza fuerte, a poco que se cuiden sus murallas, es inexpugnable. La candidatura de Junts per Catalunya ha vencido allí incluso en estas autonómicas anaranjadas.

Los feudos sin dueño

Nada es así en aquellos municipios metropolitanos que, por hache o por be, han cambiado de manos en esta última década. Barcelona y Badalona, por ejemplo.

El caso de Badalona es, tal vez, el más desconcertante. Xavier García Albiol fue alcalde de la ciudad en el anterior mandato. El PP le premió, por hollar aquella cumbre, con la presidencia del partido en Catalunya. Ganó las últimas elecciones municipales con el doble de votos que su inmediaro perseguidor, pero, cuenstión de alianzas, fue elegida alcaldesa, Dolors Sabater, de la órbita de la CUP. El jueves, PP y CUP fueron la sexta y la séptima fuerza en número votos. Los pronósticos en Badalona, cara a junio del 2019, son inciertos. El jueves, Ciutadans sumó 38.000 votos. La cuestión es, ¿alguien sabe el nombre del único concejal naranja de esa ciudad?

El caso de Barcelona no es tan extremo como el de Badalona, pero es también una ciudad que ha cambiado de alcalde dos veces en los últimos siete años. Barcelona en Comú y CiU fueron en el 2015 y por este orden las fuerzas mayoritarias en la capital. Entonces, Ciutadans ya asomó la cabeza, con 77.000 votos, lo que colocó al partido de Albert Rivera en tercera posición. A veces, Barcelona anticipa tendencias. Pero en aquella ocasión la ventaja de los ‘comuns’ y de Convergència sobre la formación naranja era sideral. Doblaban sus cifras. El jueves, sin embargo, Junts per Catalunya y el partido de Ada Colau han quedado en tercera y cuarta posición, aunque con una significativa diferencia. El partido de Puigdemont ha mejorado las cifras absolutas que obtuvo Xavier Trias. La lista de Catalunya en Comú ha perdido más de la mitad del respaldo que logró Colau.