SUCESOS

Explosión en Viladecans: Xavi no responde al móvil

Dispositivo de seguridad alrededor del lugar del siniestro en Viladecans.

Dispositivo de seguridad alrededor del lugar del siniestro en Viladecans. / periodico

Víctor Vargas Llamas

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"¡Xavi, Xavi! ¿Dónde estás, Xavi?". Entre sollozos y gritos de desespero tomaba la calle la novia de la víctima de la explosión de Viladecans, que se temía lo peor en el breve trayecto desde su piso en la barriada de Poblado Roca. "La pobrecita... Iba con una sudadera y un pantaloncito corto, ¡con el frío que hace!Imagina cómo estaba de agobiada. Llevaba el móvil en la mano y se ha ido poniendo cada vez más angustiada, viendo que su chico no le respondía al teléfono, después de escuchar la explosión en el párking donde guardaba el coche", relata Laura, que trabaja en un comercio a medio camino entre el domicilio de la pareja y el subterráneo donde se ha producido el ataque mortal.

Los vecinos hacían corrillos, estupefactos por el inesperado suceso

"Se la comían los nervios, estaba en 'shock' mientras esperaba que le dijeran que su chico estaba bien. Una mossa le pedía que no se agobiara porque la víctima podía ser cualquiera, pero ella casi que ni la escuchaba, tenía la cabeza en otra parte. Y cuando se ha confirmado lo peor ha tenido un ataque de ansiedad tremendo y se la han tenido que llevar en ambulancia", explicaba otro vecino. 

La incredulidad inicial de la joven pareja de la víctima tenía continuidad entre las gentes de este barrio humilde, cuyo nombre viene de la época en que los trabajadores de los sanitarios Roca residían en las casas alrededor de la fábrica. "¡Que sí, que sí, una bomba! ¡Lo que oyes! ¡En Viladecans, claro! Si ha salido por todas las teles, ¿no lo has visto?", le detallaba un abuelo a dos vecinos que hacían corrillo junto a él mientras paseaban a sus perros, apenas a dos manzanas del lugar del siniestro.

Denuncia

Entre jubilados y carritos acarreados por colegiales, César pone cara de estupefacción al llegar al barrio y ver el tumulto, las sirenas y el despliegue de policias, periodistas y curiosos. Y tuerce el gesto cuando se le informa de que las primeras investigaciones hablan de un posible ajuste de cuentas. "La mayoría de vecinos son gente normal, currantes, pero también hay zonas con muchos trapicheos, peleas y movidas, y no se ven muchos esfuerzos para controlar estas situaciones ni aquí ni en Can Palmer [un barrio próximo], donde, por ejemplo ya hubo un tiroteo hace tres años, pero aquí no pasa nada", se lamenta. 

"Al principio piensas en un accidente muy grave, en una explosión de butano, en cualquier cosa menos en una bomba, claro", tercia Miguel. "Ha temblado hasta el taburete en el que me estaba tomando algo y todos hemos salido del bar para ver qué pasaba. Es triste, pero en estos tiempos que corren escuchas una explosión y te esperas cualquier cosa", describe Pascual. Él ha sido de los primeros en acudir al edificio del siniestro, que muchos vecinos llaman 'el barco' "por la forma que tiene", y le ha impactado el humo, "denso y oscuro que ha tapado todo el bloque en un momento". 

La magnitud del ataque ha sido tan intensa que ha abarcado incluso donde el estruendo no se ha hecho ostensible. "Estaba trabajando en la Roca y, quizás por el ruido de la fábrica, allí no se ha escuchado nada, pero ha empezado a llegar un olor a quemado muy, muy intenso. Luego ya hemos empezado a controlar lo que pasaba por los medios", relata David. Jornada de móviles que centellean en el barrio: fotos y vídeos de la humareda, llamadas para cerciorarse de que la familia está a salvo.

Impacto

La inercia de la gente ha sido la de salir a la calle para comprobar que sobresaltaba la placidez de un jueves por el mediodía. "También porque ha habido una sacudida muy fuerte. El suelo vibraba, no exagero, cualquiera de los que estaban por aquí te lo dirá. Salíamos, nos mirábamos, y no entendíamos nada", dice una comerciante .

Bajo el impacto está también un joven del entorno de la víctima, con la mirada perdida en el horizonte tras el cordón policial trazado por los Mossos d'Esquadra y la Policía Local. "Hemos bajado a todo trapo desde Francia, donde estábamos y aún no te lo acabas de creer", se lamenta sin apartar la vista de los confines de la barriada.  Apenas puede decir más.

"Te esperas una explosión de butano, pero no una bomba", dice un vecino

María Tejada recuerda el siniestro horas después, mientras coloca la colada en el tendedero de su planta baja. "Ha habido una explosión terrible, que ha hecho temblar hasta el suelo, nos hemos asomado a la ventana y hemos visto a unos chiquilllos corriendo como locos. Luego ha habido cinco o seis explosiones más suaves. La policía nos ha dicho que eran otros coches a los que les afectaba la deflagración y nos ha pedido que nos quedáramos en casa, tranquilos, pero yo aún no me he recuperado", explica con desazón.