EXCLUSIÓN RESIDENCIAL EN BARCELONA

Adiós, también, a la Pensión Lirio

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Helena López

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Hace dos semanas encontraron una hoja colgada en la entrada en la que se les anunciaba que debían desalojar la propiedad. "El motivo de la petición radica en el hecho de que ha cambiado de propiedad, y nos dispondremos a comenzar las obras en un periodo de dos semanas", prosigue el escueto comunicado, fechado a 6 de noviembre, aunque Carles Albareda asegura que colgaron el día 14. Según sus cálculos, las obras deberían empezar este viernes. "Tengo todos mis libros, ropa tengo poca, básicamente lo que tengo son libros, en bolsas del Mercadona, preparadas, pero hasta que encuentre un lugar alternativo no me voy a ir", afirma.

Carles, jubilado de 67 años, vive en la Pensión Lirio, en el 25 Nou de Sant Francesc, en el Gòtic, desde hace tres años, junto a otras decenas -"hay 38 habitaciones", asegura- de personas, todas mayores y con pocos recursos, como él. Llegó allí de la mano de Arrels, a quienes ha vuelto a acudir ahora, para que le ayuden a buscar otro sitio. "He mirado por mi cuenta, pero los precios de las habitaciones están por las nubes y con mi pensión es imposible", mantiene. Tiene claro que tendrá que irse ya que el nuevo propietario de la pensión quiere reformarla para reorientarla a usos turísticosun clásico en Ciutat Vella Ciutat Vella; pero también que quiere denunciar la situación. "Que se sepa". "Supongo que es legal, no tenemos ningún contrato, pero no es ético que nos echen así", resume Carles.  

Lo mismo opina su vecino Isidoro González, quien este miércoles se llevaba sus escasas pertinencias con una carretilla. Isidoro, a punto de cumplir 71 años, ha vivido en la Pensión Lirio un año y medio. Llegó allí después de que le desahuciaran. "En estos días he encontrado una habitación, pero sin contrato; si quieren me pueden volver a echar de una patada mañana", señala el hombre, jubilado. "Todos estamos más o menos en la misma situación. Personas mayores, enfermas, el que no de la cabeza, del corazón; y pobres. Yo padezco fibrilación auricular y este sitio tampoco era lugar para mí. He pasado un frío increíble, pero no tenía alternativa. Ese es el drama", relata.

Ahora justo hace un año del cierre de la Pensión Tarrasón, en el 101 de la calle de L'Hospital, conocida también por todos, tanto en los servicios sociales como en las entidades que trabajan con personas sin techo. También una alternativa a la calle menos en Ciutat Vella para reorientarse al turismo. Una licencia hotelera en el blindado centro de la ciudad vale oro. "Nos hemos quedado sin pensiones -no hace falta hablar de la situación de los pisos, que en pocos meses se nos acaban varios contratos y estamos temblando-, y ahora nos encontramos también con el problema de las habitaciones realquiladas, que también están por las nubes. Cada vez se nos cierran más puertas", denuncia Ferran Busquets, director de Arrels. Ester Sánchez, responsable del Programa de Suport a la Persona de Arrels, asegura que hace años las pensiones eran un recurso que utilizaban con frecuencia para personas en una situación de calle muy crónica, que por su realidad no podían adaptarse a las normas de un albergue municipal.

Búsqueda de alternativas

"En las pensiones podían entrar y salir cuando querían, tener a sus perros y consumir, si consumían. Era un recurso muy laxo, muchas veces el único que aceptaban las personas que llevaban más años en situación de calle", indica la responsable de Arrels, quien apunta, también, que en muchos casos eran "lugares donde era habitual encontrar humedades, chinches y ratas". Coincidiendo con el cierre de la Tarrasón, Arrels abrió este enero también en Ciutat Vella lo que bautizaron como Piso Cero. Un espacio pensado para esas personas que la progresiva desaparición de las pensiones en el distrito dejaba sin alternativas, con cero exigencias (de ahí el nombre). "Hace unas semanas  hemos abierto otro recurso similar en Sant Antoni, y pensamos que ese tiene que ser el camino", concluye Busquets.

Fuentes municipales aseguran que desde los servicios sociales han seguido el caso de la Pensión Lirio y han podido comprobar que las personas que allí viven tienen "ingresos y autonomía", y que se les está buscando una alternativa que se ajuste a sus necesidades, "algunas de ellas de la mano de entidades sociales".