ADIÓS A UN EQUIPAMIENTO

Los últimos días del Núria

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Helena López / Barcelona

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Para evidenciar la vida que llegó a tener el mercado, Rosa María Blanco, 'la gallega', como la llaman todos, explica que entre la clientela se llegó a sortear ¡un choche! Un Seat Panda. Lo recuerda bien porque le tocó a ella, vecina de la parte alta de Ciutat Meridiana desde hace "40 y tantos años". Desde que casó, como tantas parejas jóvenes que estrenaron estos bloques entonces recién levantados; parejas que se han hecho mayores y cuyos hijos se han ido del barrio, si no lo han hecho también ellas. De lo del coche hace unos 25 años, o casi 30, dependiendo de quién lo recuerde. "Valía entonces 517.000 pesetas, pero nos dieron por él 475.000, como había estado aquí expuesto, ya no nos lo compraron como nuevo", recuerda la mujer de prodigiosa memoria. "Me quedó clavado porque esa mañana habíamos ido al banco a pedir un préstamo para arreglar el taxi, que se había reventado con una de las heladas que caían aquí, y lo fuimos a anular", prosigue 'la gallega' en la barra del bar que queda abierto en una de las entradas del mercado de Núria, que bajará la persiana de forma definitiva tras la Navidad.

Blanco se toma su cortado junto a Nicolás Plaza, su vecino desde que llegó al barrio. "Tú llegaste antes, que eres catalán", le recuerda. Charlan con María José López, al otro lado de la barra. Cuando cierre este hoy por hoy más que decadente mercado, López reabrirá en el de abajo, mercado que tampoco vive su mejor momento, pero que aún resiste. Además del bar, en el de Núria queda solo la frutería, que se trasladará al mercado de la Estrella, en Pi i Maragall. "Llevamos aquí 29 años. Aquí crié a mis hijas y aquí he tenido a mi nieta en una hamaquita tras el mostrador", explica con pena María Carmen Díaz mientras mira su colorida parada, cuidadísima pese a la solitud que la rodea. "Todos los puestos están hechos polvo, nos han dejado aquí hasta que nos hemos muerto", denuncia López denunciando la histórica dejadez municipal para con el mercado. "En 55 años nunca le han hecho nada", zanja.

Un 'papamóvil' nada fiable

La principal preocupación entre la fiel pero esacasísima clientela son los mayores. "Muchos dependen ya de que sus hijos les hagan la compra, la mayoría de los pisos no tienen ascensor", coinciden. "Ahora para bajar al mercado de abajo dependen el 'papamóvil' [como llama al ascensor inclinado], que se estropea cada dos por tres y tardan la vida en arreglarlo", prosiguen. Coinciden también en que el mercado cierra, en definitiva, por la falta de clientela: "los nuevos vecinos, migrados, tienen otras costumbres a la hora de comprar. No tienen cultura de mercado; van a Mercadona y llenan el carro".

Carmen Ibar tiene 67 años y ha vivido la mitad de ellos en estos bloques. Como sus vecinas, lleva mal que les cierren el mercado, que empezó a apagarse hace una década. "La tocinería fue la última que cerró. Se fue de vacaciones, sin despedirse, y ya no volvió", explica la mujer, quien va a comprar al mercado de Montserrat, en la Via Favència. "Ya que tengo que coger el metro, voy al de Montserrat, que tiene más variedad", cuenta.   

La concejala de Nou Barris, Janet Sanz, tiene claro "los mercados públicos no pueden ser dificitarios". "El modelo Mercadona ha hecho mucho daño a los territorios", agrega la edila, quien pone sobre la mesa un tercer elemento: "Ya puedes dinamizar el comercio, que si no tienes dinero, no gastas". Y esa es la realidad de Ciutat Meridiana, tan cruda como cierta.

Futuro incierto

Sobre el futuro del edificio -900 metros cuadrados de propiedad municipalSanz asegura que lo están estudiando junto a los vecinos. "Algo tienen que hacer. Si esto lo dejan vacío, en dos días cada parada se convertirá en una habitación", advierte Blanco. "Primero tenemos que cerrar el traspaso de Mercats, actual propietario, al distrito, algo para lo que no habrá problemas", recuerda Sanz, quien asegura que están haciendo un estudio sobre las necesidades alimentarias de la parte alta del barrio para intentar impulsar algún tipo de cooperativa de consumo de proximidad en "una parte" del actual mercado.

El resto del espacio se convertirá en un equipamiento, "probablemente donde reubicar a entidades ahora mismo en precario o sin local", concluye la concejala, quien señala también que Ciutat Meridiana está dentro del plan de barrios de la Zona Nord de Nou Barris, en el que, además de rehabilitación de viviendas, es ha hecho una apuesta por dinamizar la zona deportiva.