Barceloneando

Una escuela de Barcelona a 3.400 km

El ilustrador Javirroyo se sube a la emocionante aventura de Fem Escola, el desembarco de la volta catalana en Senegal

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Carles Cols

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Las oportunidades de participar en la construcción de una escuela en el Senegal subgambiano (vamos, como Las Hurdes de Luis Buñuel, pero en otro continente) son ciertamente escasas en esta vida, pero más aún si la meta no es solo levantar paredes de hormigón y planchar el tejado, lo común en los programas internacionales de cooperación, sino hacerlo con una exquisitez arquitectónica, con arcos de volta catalana, con una propuesta, en resumen, a la que no se le puede poner ni un pero. En eso andan desde el año 2014 (entonces todo era aún muy germinal) la troupe barcelonesa de Foundawtion. No hace ni medio año levantaron la primera de las aulas, una gaudiniana catenaria invertida en mitad de un prado, la repanocha por su simplicidad y resultado. Desde entonces, aquello ha sido un no parar de compactar ladrillos y mover de aquí para allá la cimbra de madera que permite levantar los arcos. Total, que ya tienen media escuela y, lo dicho, aún no es tarde para participar en un proyecto. Si esto fuera un coche, en la parte de atrás llevaría una pegatina: “Pregúntenme cómo”.

Si este texto fuera un coche llevaría una pegatina adhesiva detrás: ¿Quiere levantar una escuela?, pregúnteme cómo

El proyecto Fem escola regresa a esta sección porque avanza imparable (en el 2018 está previsto que se estrene la parte disponible) y porque como toda ayuda es buena han montado un verkami a cuenta de la visita que el ilustrador Javirroyo, todo un personaje, realizó en su día a Thionck-Essyl (a saber cómo se pronuncia), el pueblo de la escuela. Un amigo, Luis Morón, otro personaje, le contó lo del proyecto, le habló de un paisaje de manglares, ríos y pájaros, y de unos niños que cuando terminan la primaria no tienen más solución que emigrar a Dakar, la lejana capital, o a Europa, porque quedarse en Casamanza, aquella olvidada región del sur, es un callejón sin salida educativa. Total, que para allí se fue a hacer un curso de ilustración, con los niños y con los padres, y el resultado de aquella expedición es un cómic solidario que se financia, lo dicho, con un verkami.

La respuesta hasta ahora ha sido entusiasta. Se fijaron un mínimo de 6.000 euros en aportaciones para que el libro ilustrado (con trabajos de Javirroyo y con las aportaciones de los niños) fuera viable. Ya van por los 13.590 euros y subiendo, un agradable sorpresón. Lo obtenido se destinará de forma íntegra a proseguir con la construcción de la escuela. Sí, la cifra parecerá modesta. Es cierto que con ese pellizco no se paga ni un año de alquiler de un pisito en Barcelona, pero en aquella parte de Senegal cunde, y mucho.

Más barata que los langostinos

La principal característica de este proyecto es la simplicidad. No hay que transportar apenas materiales. No hay maquinaria pesada. Los ladrillos se prensan a mano y la cimbra (para entendernos, el wonderbrá que se emplea para alzar la volta catalana para después, alehop, retirarlo y disfrutar cómo el arco se sostiene solito) está hecha de maderas locales. Total, que el metro cuadrado de construcción sale a 100 euros. El kilo de langostinos sale más caro por Navidad y deja menos huella. Anímense.

Casamanza, para los franceses Casamance, es una porción de Senegal de la que se habla poco, aunque de ahí han salido tipos tan talentosos como los integrantes de la banda musical Touré Kunda, que merece la pena escuchar porque en directo son difíciles de disfrutar si no es en Francia. Actuaron hace un cuarto de siglo en el Teatre Principal de la Rambla y para muchos fue imposible conseguir una entrada para aquella ocasión única, porque la comunidad senegalesa de la ciudad tomó la delantera como si aquello fuera una carrera de medio fondo y llenó la sala. Grrrrr. La cuestión, en todo caso, es ahora otra. Fem escola. A eso íbamos.

Salvando las distancias, 3.400 kilómetros nada menos, el proyecto tiene algo de la escuela que Gaudí levantó para los hijos de sus obreros

Desde Barcelona se está construyendo allí, en la tierra de los Touré Kunda, una escuela única. El arquitecto David García, uno de los padres del proyecto, explica que ha viajado por la región y que no ha encontrado ni una sola construcción admirable, nada vernáculo que se sostenga en pie y nada interesante entre todo aquello que se ha erigido en los últimos años, edificios que cuando se inauguran ya parecen suburbiales. En Dakar, los franceses dejaron al menos algún edificio colonial visitable, como la catedral, un nombre que le viene grande vistas sus dimensiones, pero algo es algo. En Thionck-Essyl, nada de nada. Por eso, entre otras razones, resulta llamativa esta escuela, que salvándo las distancias, algo tiene de aquel conjunto de aulas que Antoni Gaudí construyó para los obreros de la Sagrada Família en la esquina de las calles de Sardenya con Mallorca.

En total, según Morón, la escuela habrá costado cuando se termine unos 200.000 euros, todo procedente de entusiastas mecenas. Es solo una opinión, pero será la escuela más bonita de Barcelona. A 3.400 kilómetros, pero de Barcelona.