BARCELONEANDO

Silencios y lágrimas en la Modelo

El luchador comunista Enric Pubill ha sido homenajeado en la cárcel donde estuvo preso cinco años

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Javier Pérez Andújar / Barcelona

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Esta semana se me han metido entre los días dos comunismos diferentes, uno escrito y el otro siempre por escribir, pues cuando se deja de contar desaparece. El miércoles en la Modelo, que de cárcel perpetua y miserable ha pasado a hotel de los viejos sueños rotos, se escribió una maravillosa página de la memoria de Barcelona. Fue un homenaje a un luchador comunista muerto hace siete meses, a los 86 años. Cinco de ellos estuvo encerrado en esta trena, en esta misma cuarta galería, la de los políticos, donde ahora refulgió su recuerdo. (También se tiró seis años en el penal de Burgos, allí se pudo afiliar al PSUC). Claro, se trata de Enric Pubill. Iba a ponerle el epíteto de legendario, pero lo correcto y humano es llamarle militante. El otro comunismo al que me refiero, el escrito, es la reciente reedición en Akal del libro de Gregorio Morán 'Miseria, grandeza y agonía del PCE', el más buscado, el más proscrito de sus títulos, y acaso el libro moderno que mejor ha sabido contar todo lo que fuimos queriendo ser otra cosa. Los días en que cayó Pubill, 1948, junto con más de cuarenta chavales de la Juventudes Socialistas Unificadas de Cataluña, los llama Morán: "Aquella época, hollada por una guerra fría con ribetes de caliente". 

La Modelo, de cárcel perpetua y miserable, ha pasado a hotel de los sueños rotos

Pubill tenía entonces 19 años, a su padre, de la CNT, se lo había tragado el exilio hacía más de una década. Lo recogieron unos tíos, que le enseñaron el oficio de la encuadernación y le hacían trabajar diez horas diarias. Creció, los dejó y se metió en las JSUC. De mayor montó una modesta imprenta en el Poblenou. Entre tanto, la clandestinidad, los 30 días seguidos de torturas en Via Laietana, los 11 años seguidos de cárcel franquista. Al salir, se casó con su madrina de guerra, Maria.

Color diarrea

Las puertas de hierro de color diarrea, los cerrojos oxidados, el redondel de la mirilla, las cisternas de los váteres enjauladas en lo alto del pasillo, las paredes desconchadas, el suelo de baldosas jaspeadas como los ambulatorios de cuando éramos pobres (pobres de dinero y pobres de libertad, no como ahora, que vivimos de préstamos en ambos casos), y la larga columna de sillas ocupando esta tarde la galería lo mismo que la columna de un ejército de sombras avanza hacia el recuerdo. El homenaje a Pubill se llenó con unas 180 personas. Por razones de seguridad, la cárcel no admitía a más gente (quién iría a decirlo), y muchos se quedaron con las ganas. Se juntó personal de diversas edades y distinta índole, pero de una compartida manera de sentir. La diversidad une por el corazón. Eso también era posible gracias a Enric Pubill, pues cuando ya todo pasó (la sangre, las torturas, los crímenes, las cárceles, la dictadura), Pubill se convertiría en el impulsor del reconocimiento de la memoria histórica, y hasta su muerte repentina fue presidente de la Associació Catalana d'Expresos Polítics del Franquisme. Antes de empezar el homenaje, habló el teniente alcalde Gerardo Pisarello y citó a Paul Eluard, el poeta de la resistencia francesa. Tenía enfrente a Lluís Martí Bielsa y Marià Gadea, dos ancianos que habían liberado París y Toulouse de los nazis. Y a Antonio Cánovas, que durante la II Guerra Mundial estuvo en un batallón de castigo francés construyendo la línea férrea del transahariano. Luego intervino Carles Vallejo, actual presidente de la asociación. Citó a Espriu y señaló que la exposición 'La Model ens parla', organizada en la cárcel por la Conselleria de Justícia de la Generalitat, nos habla solo de lo que le interesa, pues ha dejado sin voz a la lucha obrera y ha ignorado a las mujeres que estuvieron allí presas (en el acto estaba presente Maria Salvo, pero su cárcel fue la de Les Corts). La verdad es que se trata de una exposición muy pija; cuando se recrean las celdas de los presos emblemáticos, todas están muy limpias, menos la del Vaquilla, que como era pobre y del barrio de La Mina, la enseñan llena de basura.

La política está hecha con ideología pero también con millones de lágrimas

El homenaje consistió en una emocionante dramatización, por la actriz María Rodríguez Sandía, de las cartas que mandaban los presos a sus familiares. Cuando la alcaldesa Ada Colau fue a pronunciar las palabras de clausura, rompió a llorar y la gente la aplaudió para darle ánimos. ¿Por qué lloran las alcaldesas? Porque acababa de oír la carta con que un hombre se despedía de su hija antes de ser fusilado. La política está hecha con ideología pero también con millones de lágrimas.

Enric Pubill murió el pasado 29 de marzo a bordo del AVE, a la vuelta de un acto en recuerdo del poeta Marcos Ana, en Madrid. También había asistido a una puesta en escena de la obra 'A voz ahogada', la recreación del homenaje que, una noche de 1960, le rindieron clandestinamente los presos del penal Burgos (entre ellos Marcos Ana, Martí Bielsa y el propio Pubill) a Miguel Hernández. Iba en el tren con Mari Cruz Paván, del colectivo de los iaioflautas. Recuerda que, al separarse del cuerpo de Pubill, les explicó a los viajeros quién era ese hombre que acababa de morir de repente y que se hizo entonces un silencio muy grande.