DESPLOME EN EL CAMPOSANTO

En busca de los difuntos de Montjuïc

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Toni Sust / Barcelona

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A unos metros del montón de escombros y restos de cadáveres que, mezclados, están custodiados por una lona verde y un agente de seguridad a prueba de curiosos, y de familiares que quieren ver cómo están sus muertos, las dos antropólogas que han empezado a analizar el resultado del derrumbe de 140 nichos en el cementerio de Montjuïc explican cuál es la labor que desarrollan desde este miércoles en el camposanto.

Dominika Nociarová, eslovaca de 33 años, y Aida Gutiérrez, vasca de 25, tienen por delante semanas o meses. Su objetivo, para el que las ha contratado Cementiris de Barcelona, es identificar los restos de quienes se encontraban en un centenar de los nichos, después de que en 41 casos, los de sepultura más reciente, se pudiera determinar su identidad rápidamente.

Nociarová hizo su tesis doctoral en la UAB sobre la descomposición de los restos en el contexto cementerial, comparando los casos del de Montjuïc, el de Collserola y el de Terrassa. También en la UAB está haciendo Gutiérrez su tesis doctoral, en su caso sobre tafonomía: los procesos que ocurren en el cuerpo de alguien desde que ha muerto hasta que se descubre el cuerpo.

Restos en bolsas con códigos

Es difícil aventurar cuándo van a acabar las antropólogas. La primera fase de su trabajo durará aproximadamente una semana. Consistirá en la separación de los restos humanos y su individualización, en lo posible. El cálculo mínimo de personas que hay en la zona. Las especialistas reunirán los restos en bolsas que identificarán con un código. Las bolsas serán guardadas provisionalmente en los mismos nichos que han servido para acoger temporalmente los restos ya identificados. Nichos que están a unos 200 metros de la zona del derrumbe: las lápidas blancas delatan que han sido cerradas hace poco.

En estos primeros días, las antropólogas harán fotos de lo que se han encontrado. Pasada esta fase vendrá una segunda, que tendrá lugar en un laboratorio, si bien queda claro que este se habilitará en algún emplazamiento del propio cementerio: la idea de sacar los restos de Montjuïc no parece lo más aconsejable, sobre todo a la vista de la inquietud que viven los familiares de los difuntos que estaban en los nichos afectados.

La segunda fase incluye la elaboración del perfil biológico de los restos: varón, hembra, edad. Y en lo posible, el proceso debe concluir en la identificación.

Cráneos, fémures, manos y pies

De entrada, ambas cuentan lo que parece obvio: como más antiguos sean los restos más complicado puede resultar identificarlos. Nociarová diferencia huesos: lo más ilustrativo, afirma, es encontrar un cráneo, un fémur. En cambio, a la vista del derrumbe, cree que manos y pies habrán quedado muy dañados para resultar útiles.

Se antoja una empresa imposible identificar perfectamente los restos de los difuntos que, solos o en compañía, estaban en una sepultura y volver a reunirlos sin ningún tipo de disfunción.

La colaboración de los familiares resultará clave. Las antropólogas elaborarán una ficha ‘post mortem’ de los difuntos y también una ‘ante mortem’. Esta segunda se hará con los datos que aporten los allegados: si el difunto tenía una prótesis de cadera, si llevaba dientes de oro. “Tener una ficha dental te permite comparar”, subraya Gutiérrez.

La vía de las pruebas de ADN es una puerta a abrir. “No sé si serán necesarias”, afirma Nociarová. Dependerá, en gran parte, de lo que pidan las familias. Para el análisis solo sirven padres, hermanos e hijos del finado. A los familiares que quieran colaborar se les pedirá una muestra de saliva. “Es posible que en algunos casos no haya restos suficientes para hacer las pruebas”, advierte la antropóloga eslovaca sobre los huesos que van separando: "Algunos están debilitados y quebradizos por la humedad y la salinidad". Tanto ella como Gutiérrez han trabajado en fosas de la guerra civil, la última, la de Figuerola d’Orcau (Pallars Jussà, en junio.

Muertos con todos los parientes muertos

Es probable que en algunos casos no haya familiares lo suficientemente cercanos para comparar. Y también se da por hecho que hay difuntos que además de llevar varias décadas en su nicho no cuentan ya con ningún familiar vivo. Nadie para la prueba de ADN, nadie para reclamar sus restos. Por lo menos nadie que pueda sufrir por el derrumbe.

De entrada, la duda principal es cómo encontrar a los parientes que figuran con números de teléfono y direcciones que ya no les corresponden o que ya no existen. De los 140 familias vinculadas con los nichos siniestrados, 70 todavía no han sido localizadas. Este miércoles, Cementiris de Barcelona les ha enviado cartas certificadas. No es fácil encontrar a los vivos y no será fácil encontrar a los muertos.