EL OPERATIVO

Sangre de yihadista en la tierra del cava

La caza del terrorista más buscado convulsiona el municipio de Subirats y el Sant Sadurní d'Anoia y los convierte en foco mediático mundial

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Patricia Castán / Subirats

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Hasta hoy solo los catalanes y los amantes del cava situaban con rigor en el mapa la localidad de Sant Sadurní d'Anoia y el municipio de Subirats, sembrados de viñedos y estos días de vendimias tempranas. Pero este territorio del Alt Penedès que ya demostró bravura para liderar la cruzada catalana contra la plaga de la filoxera hace 130 años, acaba de acuñar otra página épica en su historia: la sangre de Younes Abouyaaqoub, el terrorista más buscado, fluye ya por sus tierras. Su detección y captura entre las vides, a menos de 60 kilómetros de Barcelona, ha convertido a la zona en foco de la atención mundial durante una tarde de alta tensión ante el temor de que el presunto autor del atropello mortal de la Rambla contase con cómplices en la zona.

Un payés de la zona se maravillaba al relatar cómo había sido posible que una vecina sorprendiese y, sobre todo, "reconociese" el rostro del hombre más odiado del momento entre los viñedos. Con la vendimia en marcha, son muchos los marroquís que estos días trabajan en la zona, mucho ajetreo y muchos rostros. Pero la testigo no vaciló y abrió la caja de los truenos con una llamada a los Mossos.

Pasaban las cuatro de la tarde cuando Vanessa, una joven que justo hoy comenzaba a trabajar en la empresa de logística Ceva, en el polígono de Can Bas, salía del recinto y escuchaba con toda nitidez un tiroteo. "Ha sido todo rapidísimo, los tiros, las sirenas y de pronto todo tomado por los mossos", ha relatado a este diario. Los hechos tenían lugar en el municipio de Subirats, compuesto por 15 núcleos de población y urbanizaciones, en el entorno de un polígono conocido por ubicar una planta de Mercadona. 

Entre helicópteros y furgonetas de la policía autonómica, este tranquilo paraje de industrias (muchas cerradas por vacaciones) y cavas se ha puesto en máxima alerta. "Nos han dicho que nos quedemos dentro, que es peligroso salir", indicaba una empleada de uno de los pocos talleres abiertos en el polígono Laverno. Precisamente, en esa zona, aproximadamente a un kilómetro del tiroteo, y junto a la gasolinera de autoservicio Amat Oil, los mossos se desplegaban y despejaban apresuradamente la carretera y los accesos hacia las cinco y media de la tarde. Se oían rumores sobre una furgoneta sospechosa y un posible cómplice fugado, aunque posteriormente se ha explicado que formaba parte de las comprobaciones que seguían a otras llamadas de ciudadanos. Visto el bingo de la primera, nada podía descartarse.

Despliegue mediático

Esas averiguaciones pusieron también en jaque a Sant Sadurní d'Anoia, de unos 12.600 habitantes y con varias calles sometidas a controles policiales por la misma causa. Nerviosismo entre los vecinos ante el rumor de un terrorista huido, que la alcaldesa Maria Rosell trataba de suavizar asegurando a pie de cepas que "la situación estaba controlada" y el criminal yacía a pocos metros, sin que entonces hubiera sospechas fundadas de más ramificaciones. "Es una localidad tranquila y segura", repetía como un mantra, felicitando a las fuerzas del orden y rodeada por periodistas y cámaras de medio mundo.

En las cavas Castellroig, en la finca Sabaté i Coca, una de las más prestigiosas de la zona, entre el trasiego de uvas Marcel Sabaté veía sobrevolar los helicópteros y, a instancias de las autoridades, su personal se mantenía en las bodegas y alerta a cualquier ruido junto a la carretera. "Nunca habíamos empezado tan pronto la vendimia y nunca habíamos imaginado ver algo así", decía. La cosecha del 2017 será de las que no se olvidan.