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La huelga de El Prat se enquista en la negociación y enardece a los políticos

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Víctor Vargas Llamas / Toni Sust / Barcelona

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Ni las infructuosas negociaciones a tres bandas para poner fin al paro de vigilantes de seguridad en El Prat que este domingo han vuelto a concluir sin grandes avances. Ni la tensión al alza y el cruce de reproches en los despachos políticos. Ni el desgaste de pasajeros y empleados tras dos semanas de zozobra. Nada de eso ha llegado a oídos de Sean, pero pueden apostar que aunque así fuera, no perturbaría su euforia. Probablemente fuera el único miembro del pasaje que volaba a Belfast desde el aeropuerto de Barcelona que ya estaba entre las nubes mucho antes de despegar. Y ha costado poco darle otro motivo para un nuevo brindis con la cerveza en vaso de plástico que sostiene con vigor mientras guarda cola ante los mostradores de facturación de la T-2. Le informamos de que probablemente esa será la espera más prolongada que deberá encajar este salado norirlandés antes de embarcar, y que la segunda jornada de huelga de vigilantes no le va a salpicar. "¡Sláinte! [salud] ¡Viva 'Barsalona'!", proclama eso sí, con la misma alegría que tenía antes de darle las buenas nuevas.

Si el pasado viernes fue la T-2 el espacio más conflictivo para los pasajeros por las largas colas que se acumulaban en sus instalaciones, este domingo las circunstancias se han igualado bastante con la T-1. En ambas terminales las esperas no superaban la media hora la mayor parte de la jornada, según Aena. Contrasta la información sobre el terreno Verónica, que acepta el reto de cronometrar el via crucis. "He empezado a las 10.49 y acabo a las 11.27 horas", proclama antes de enfilar el arco de detector de metales. Granada le espera y eso ayuda, y mucho, a atenuar la larga espera hasta que su avión le lleve a la ciudad de los cármenes. "No me quería arriesgar a perder el vuelo y al final, mira, media horita de cola y cinco horas y pico de espera antes de embarcar" dice contrariada. En algunos momentos ni siquiera ha habido colas. 

Verónica temía una larga cola y la superó en media hora; le quedaban cinco horas para embarcar

"Entiendo las reivindicaciones de cualquier empleado, pero no deberían ser a costa de otros trabajadores. Una empresa tan importante debería tomar medidas para evitarnos este espectáculo. Yo también trabajo de cara al público y con unas condiciones pésimas respecto al trato que nos da la empresa, pero no por ello lo pago con los clientes", dice esta joven de Viladecans, indignada, pero sin perder la compostura. No se puede decir lo mismo de otros viajeros, "que se enervan" y se muestran iracundos "con cualquier uniforme que se cruza en su camino", según el testimonio de un empleado de Aena, que lo limita, eso sí, a una pequeña minoría. "Estos días también son muy duros para nosotros y debería saberse", dice.

Frustración

Que los excesos contribuyen a la crispación lo comprueba en sus carnes Marcel Escobar, supervisor de la fila rápida de la T-1, solo disponible para viajeros de primera clase, 'business' y familias con niños. "Ayer llegó un grupo a las 9 de la mañana y su vuelo salía a las 8 de la tarde... Tanta precaución, tanto miedo es contraproducente, porque solo genera más colas y mucha frustración", destaca. Tampoco ayuda, asegura, que estos días las aerolíneas sigan abriendo sus mostradores de facturación "solo 3 horas antes" del vuelo

Polos opuestos sobre el terreno, los de los intereses de los empleados ante los derechos de los pasajeros. Guerra de trincheras en el flanco político, con ráfagas de acusaciones entre el Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat y el Gobierno central, tratando de endosar la responsabilidad institucional del descontrol laboral. Y frente abierto en la mesa de negociación.

Estrategias

La lejanía de las posturas en las conversaciones se ha hecho evidente al escuchar a las partes. Por un lado, el secretario de Estado de Infraestructuras, Transporte y Vivienda, Julio Gómez-Pomar, que poco antes del encuentro apelaba a la "responsabilidad" de Eulen y de los trabajadores, señalando como un escollo poco menos que insalvable la demanda de los empleados de una subida salarial del 30%, "que no responde a ninguna realidad" económica y que es "completamente desacompasada". Asimismo ha reclamado a los vigilantes que no empeoren las condiciones de los usuarios "ralentizando premeditadamente" el desempeño de su tarea. 

Empleados se quejan de la agresividad de una minoría y de que la facturación no abra antes

Al contrataque, el asesor del comité de huelga, Juan Carlos Giménez, que ha apuntado a Aena como gran responsable del conflicto. "Eulen no podrá dar lo que pedimos ni el dinero que reclamamos porque la licitación es a la baja, así que es Aena quien puede solucionarlo con más dinero", ha destacado. Eulen reemplazó a Prosegur en la gestión de los servicios de seguridad del aeródromo en junio del año pasado, tras ganar el concurso público con un contrato de dos años por valor de 23,1 millones, 500.000 menos que la anterior concesión. De ahi que Giménez haya vuelto a reclamar un aumento de la partida para mejorar las condiciones de los vigilantes, que cobran entre 900 y 950 euros de media, así como más personal y mejor formación.

La intensa reunión ha concluido este domingo sin acuerdo, pero con posturas algo más aproximadas entre las partes, que se han emplazado a un nuevo encuentro este lunes, tercer día de paros parciales. 

Competencias

No menos intensa ha sido la jornada en las instancias políticas. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, criticada por su silencio ante el conflicto los días previos, ha subrayado que la situación, "no es preocupante, sino insostenible". "No se puede alargar. Hacemos un llamamiento al Estado, que es el responsable y el competente. Mientras el Govern y el ayuntamiento no tengan competencias, como hemos pedido, el Estado ha de asumir su responsabilidad. No vale que diga que es un conflicto laboral entre una empresa y sus trabajadores", ha denunciado. 

Ayuntamiento, Generalitat y Gobierno cruzan reproches y asunción de responsabilidades

Colau también ha recurrido a Twitter para mostrar copias de las dos cartas que el alcalde accidental, Jaume Collboni, envió el 3 de agosto al ‘conseller’ de Territori i Sostenibilitat, Josep Rull, y al delegado del Gobierno en Catalunya, Enric Millo. Collboni ha explicado a este diario que todavía no tiene una respuesta formal de la Administración central ni de la catalana, si bien ha mantenido contactos oficiosos al respecto, como también lo ha hecho con la dirección del aeropuerto

Por su parte, el Ejecutivo catalán ha limitado la responsabilidad de la situación al Gobierno central. El 'conseller’ de Presidència, Jordi Turull, ha dicho sentir "vergüenza ajena" por la gestión de la crisis aeroportuaria, y ha avanzado que se pondrá en contacto con las embajadas para explicar la situación y pedir disculpas por "las incomodidades causadas". Gómez-Pomar ha replicado que en este conflicto laboral la mediación no le puede corresponder a Aena dado que debe asumirla la autoridad laboral, en este caso, la Generalitat.