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Procesión de indignados en El Prat

Rabia, frustración y humor resignado se entremezclan entre los sufridos usuarios que guardan cola el primer día de huelga oficial en el aeropuerto

Aglomeraciones en los controles de seguridad de la T-1, en el aeropuerto de El Prat.

Aglomeraciones en los controles de seguridad de la T-1, en el aeropuerto de El Prat. / periodico

Víctor Vargas Llamas / El Prat

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"¿Sabes el Pans & Company? Sí, sí, pues pasado el Pans y las escaleras mecánicas... Pues la cola empieza muuucho más allá. En el quinto pino, palabra. A-lu-ci-nan-te". La conversación telefónica la mantenía una joven, maleta en ristre, en las inmediaciones de la kilométrica concentración de viajeros para acceder a los controles de seguridad de la T-2 del aeropuerto de El Prat. La actitud de asombro y de humor resignado que mostraba es una de las reacciones que más se han reproducido en las instalaciones del aeródromo barcelonés este viernes, primera jornada de huelga oficial del personal de vigilancia de Eulen, responsable de supervisar la seguridad en los accesos previos al embarque.

Tampoco había que buscar muy lejos para asistir a una réplica menos pragmática. Retratos andantes de mohines que ilustran cabreos monumentales. "Se habla de hora y media para embarcar y yo me pregunto si esto no se podría evitar, si quieren amargarnos las vacaciones una vez más: cuando no son los vigilantes, son los pilotos, cuando no…", explica casi encolerizado Luis Manuel, mientras su  pareja mantiene la mirada perdida inopinadamente.

Pocos metros atrás, Juan se une a la procesión de maletas y a las sensaciones de Luis Manuel. "Vengo cuatro horas antes para tomar el vuelo a Dinamarca, que ya he visto el panorama por la prensa y no quiero problemas", dice. Pero se pregunta si no hay otra alternativa de elevar la protesta que no implique "lo de siempre". "Que vayan a manifestarse a las casas de los directivos y que nos dejen disfrutar del momento a los que ahorramos todo el año para una escapadita. Estoy harto de que siempre paguemos los mismos pringados de siempre", se lamenta. 

Impotencia

Si los ánimos ya andan sulfurados al llegar a la fila, ¿cómo deben de estar entre quienes han perdido el vuelo? La respuesta se encuentra en los ojos de Luca, un alemán que guarda cola, otra cola, con la paciencia que aún le queda, ante las oficinas de Ryanair, donde una amable azafata va informando a los viajeros antes de llegar al mostrador. "A mi amigo y a mí nos esperan en Berlín y por este caos del que no tenemos ninguna culpa nos quedamos en tierra. Esperamos respuestas de Ryanair, pero ya nos han hecho saber que no es su responsabilidad. A ver si nos pueden colocar en otro vuelo hoy mismo, porque si no, no sé quién demonios nos va a pagar el hotel y la estancia hasta que podamos partir", comenta frustrado.

En esas dudas parece andar absorto Ricardo Mendoza, neoyorquino que se ha quedado sin volar a Roma, su próximo destino, "por problemas burocráticos y por esta inmensa cola". "Además, nos hicieron pagar 50 euros más por no hacer el 'check-in' 'on line' y al llegar al arco de seguridad nos tiran para atrás porque nos faltaban papeles. Al volver a hacer cola hemos perdido cualquier posibilidad de volar", detalla. Espera solventar el imprevisto "para disfrutar del hotel, el auto y el tour" que ya han pagado para la capital italiana, pero sonríe al preguntarle sobre si este imprevisto afectará a la imagen que se lleva de Barcelona. "No. Volveremos, seguro", comenta sonriente.

El austriaco Otto no dice si piensa volver a Barcelona, pero no tiene motivos para llevarse un mal recuerdo de su último día en la ciudad. Ha estado "algo más de 40 minutos" guardando cola en la T-1, pero no se le ha hecho demasiado largo, por lo que se muestra sorprendido cuando se entera de que el colapso en los accesos de seguridad está encabezando los titulares de los medios. Tampoco parece agobiado Joaquín Peñalver, precavido como pocos. "Mi vuelo a Perú despega a las cuatro de la tarde, pero la agencia ya me advirtió de que mejor evitar riesgos", explica. Por evitar riesgos, Peñalver se ha presentado en El Prat antes de las 10 de la mañana, y admite que "quizás" ha pecado de excesiva prudencia al comprobar que los mostradores para facturar sus maletas no abrirán hasta la una del mediodía.

Falta de información que también trata de suplir una pareja de Mossos al acercarse a los adultos que guardan cola con niños pequeños. "Pueden ahorrarse tanta espera pasando por el acceso para familias", explica un agente a una pareja. Los mayores salen del pelotón con gran alivio. Menos conformidad se intuye en la cara de su retoño, atónito, quizás el único dispuesto a seguir en la cola, si eso le permite seguir mirando el imponente fusil que blande uno de los agentes.