EL PEOR DÍA DE LA PROTESTA

La T-1 atrapa a miles de pasajeros por cuarto día consecutivo

Hasta los que pagaron por el acceso rápido sufrieron más colas que los de clase turista

Cola de pasajeros, ayer  en la T-1.

Cola de pasajeros, ayer en la T-1.

Óscar Hernández / El Prat

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La protesta de los vigilantes de la empresas de seguridad Eulen, que controlan el acceso de los viajeros a la terminal T-1 del aeropuerto de El Prat, causó ayer el mayor caos desde que el lunes empezaron con su peculiar huelga de celo consistente en trabajar con calma y minuciosidad en los días de mayor afluencia de viajeros del año. Y lo peor aún esta por llegar ya que para el fin de semana de la del 4 al 6 de agosto está convocada la huelga oficial.

Como cada día, los problemas empezaron a primera hora de la mañana, sobre las 7.00 horas, cuando llegan los primeros pasajeros y una de las horas punta. Pero fue a partir de las 10.30 de la mañana cuando la riada humana dispuesta a embarcar superó el límite de las cintas con las que se intenta contener y dirigir la cola y se extendió por los laterales de la inmensa T-1. «Es que a partir de las diez facturan los pasajeros de vuelos de la largo recorrido como los que van a EEUU y son aviones muy grandes», contó un empleado de Aena.

Cinco horas antes

Las esperas superaron entonces las dos horas, más que el primer día, para desespero de los pasajeros, que esta vez sí estaban informados y habían acudido con mucho tiempo. Ese fue el caso de Roland Beneanou, un colombiano de 80 años que se dirigía a Bogotá en un vuelo de Avianca y que acudió a la terminal con su mujer cinco horas antes de la salida del vuelo. «Como lo había visto por televisión hemos preferido venir muy pronto», explicó.

Esta vez sí que había empleados de las compañías aéreas informando sobre la puerta secreta de control de seguridad en un extremo de la terminal, junto al aparcamiento A, para que los que iban con menos tiempo no perdieran el vuelo. «Estya vez Aena nos ha pedido a las compañías que informemos de los otros accesos [los de Vuelos Regionales y Puente Aéreo]», indicó un empleado de Iberia que evitó facilitar su nombre a este diario al no estar autorizado y que se desvivía por atender a todo aquel que le pedía ayuda al final de la cola más larga de la T-1.

Por primera vez desde el lunes ayer se saturó la vía de acceso rápido Fast Lane, a la que acceden pasajeros de primera clase, business y los de turista que pagan un suplemento especial, además de las familias con niños. Este paso rápido anticolas registró demoras de más de una hora y algunos pasajeros tuvieron que volver a la entrada normal al carecer del papel especial que dan algunas compañías para certificar el derecho a acceso rápido. «Somos un grupo de 30 personas de Chicago y no nos han dejado pasar por la vía rápida», contó uno de ellos cuando, contrariados, tuvieron que engancharse a una segunda y definitiva cola, la principal de la T-1, que por suerte a esa hora había menguado.