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Nuevos inquilinos en La Pedrera

El piso de visita del edificio gaudiniano es el escenario de la obra de teatro 'Ventura'

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Natàlia Farré

Natàlia Farré

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"Eso era un harén; no sé si tenía doce o catorce negros, mujeres y hombres. Y cuando salía, lo mismo se vestía de señor que de indio, y tenía un coche enorme, un Alfa Romeo". Así recordaba Josep Bayó, constructor de La Pedrera, a uno de los inquilinos más especiales que han residido en la casa que Pere Milà encargó levantar a Antoni Gaudí. La residencia del industrial y político estaba en el principal, como Dios manda (o mandaba, ahora los áticos son más preciados). El resto eran viviendas para alquilar y poder vivir de renta, también como Dios manda (a quien tiene posibles, obvio). El indio en cuestión no era indio sino egipcio. Y príncipe. Se llamaba Ibrahim Hassan, era sobrino del sultán de Egipto y nieto del jedive Ismail Pasha. Ahí es nada. Murió en 1918. Y murió en el icono modernista.

Tampoco pasaba desapercibido uno de los primeros inquilinos en llegar, sino el primero, a La Pedrera: Alberto I. Gache, cónsul de Argentina. Su residencia tenía incluso nombre: Piso Gache. Mucho tuvo que ver en el bautizo la fastuosa decoración del salón.  Una copia de la 'Victoria de Samotracia' firmada por Josep Cardona presidía la estancia cuyas paredes estaban abigarradas con pinturas de Aleix Clapés inspiradas en 'Los héroes de la guerra de Troya', de  Jean-Baptiste Deshays, y las 'Aventuras de Telémaco', de  Michel-Ange Houasse. Amén de flores, rododendros y mantones de Manila.

Familia de ocupas

Aunque no todos los habitantes de La Pedrera eran tan excéntricos. La mayoría eran burgueses típicos, con suficiente dinero para alquilar un piso en el paseo de Gràcia pero sin los recursos necesarios para construirse una casa propia. Como Francesc Abadal, que habitó ahí antes de amasar lo suficiente como para erigir el Palauet Abadal, el mismo que alojó al lehendakari José Antonio Aguirre camino del exilio y a Francisco Franco en su primera visita a la ciudad tras la ocupación de las tropas franquistas.

Pasado todo. Pero el presente de La Pedrera, aunque parezca mentira, también tiene vertiente de edificio de viviendas. Hay cuatro inquilinos de renta antigua. Todos llegados en los años 50 y 60 cuando nadie quería vivir en el edificio de Gaudí. Y desde el domingo y hasta el jueves, hay una familia de ocupas en una de las residencias de la cuarta planta. La última, la de los pisos pequeños. Casi 400 metros cuadrados de nada. El mismo que durante el día recorren una media de 3.000 turistas. Y el mismo que luce museizado como si el tiempo se hubiera detenido en el primer tercio del siglo XX. Ahí están cada noche Teresa, Maria, Ventura, Magí... Los personajes que se esconden detrás de dos actores, David Planas y Meritxell Yanes, y una obra; 'Ventura'. Que nadie se confunda: no es una visita teatralizada del espacio. Ni mucho menos. Es teatro. Del de verdad.

Atrezo modernista

La diferencia es que aquí el escenario no es una sala al uso, es el mismísimo piso de La Pedrera. Ni más ni menos. Y el atrezo, los muebles de la vivienda. Mesas, sillas, cómodas y camas de estilo modernista, imperio o isabelino, que de todo había en las casas de principios de la última centuria. De manera que los 25 afortunados espectadores de cada función no solo ven y viven una obra de teatro sino que también ven y viven un piso de La Pedrera. Que María está en la cama, es la de los niños y las sabanas son de hilo, de la época. Que Teresa abre un cajón del comedor, lo mismo es un aparador de Gaspar Homar o Jordi Busquets. Que la discusión tiene lugar en el salón, los cuadros llevan la firma de Modest Urgell Ramon Casas... Es La Pedrera como escenario de teatro.

La propuesta llega de la mano del Grec, pero lleva tiempo en marcha. Se estreno en el 2015 en el Temporada Alta, y también en una casa: la 'noucentista' Can Pagans de Celrà (Gironès). Allí viven, como masoveros, los dos actores. Y allí la representan cada vez que no están de gira por otras viviendas de Catalunya. Empezaron con la idea porque no tenían trabajo, así que le pidieron un texto a Cristina Clemente y la dirección a Víctor Muñoz. Ellos pusieron el teatro: su casa. Esta vez, por cinco noches, ha sido La Pedrera. 'Pas mal'.