Los viejos y los nuevos desahuciados viven juntos en Aragó, 477

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TONI SUST / BARCELONA

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En el número 477 de la calle de Aragó hay 28 pisos, 26 de 40 metros cuadrados y dos de 30 metros. Ahora cuatro están vacíos. En 18 viviendas residen inquilinos de la finca, algunos con contratos de renta antigua y otros con tarifas más elevadas.

La novedad es que en el inmueble viven también, desde el 3 de julio, seis familias o personas que han sido realojadas allí por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Relata su portavoz, Carlos Macías, que la PAH está acostumbrada a ocupar edificios vacíos, por lo que a la finca de la calle de Aragó llegaron con cierto resquemor: informaron a los vecinos de sus planes de ocupación y estos, dice, reaccionaron encantados. Que él sepa, es el único lugar en el que se da esta convivencia.

Este viernes, algunos de los vecinos, los nuevos y los que ya estaban, se han reunido para hablar de su situación. En abril, la propiedad cambió de manos: pasó a corresponder a la inmobiliaria internacional Norvet, que, por ahora, ha enviado burofaxes a varios de los inquilinos anunciándoles que tienen que irse. Los de renta antigua no los han recibido, pero hay quien ha visto cómo tenía que insistir porque no le cobraban un recibo: trazas de ‘mobbing’ inmobiliario.

{"zeta-legacy-phrase":{"name":"Maria Olivellas","position":"vecina de arag\u00f3, 477","text":"\"De aqu\u00ed me sacan dentro de una caja. No me voy. Con el esfuerzo de todos podemos ganar la guerra\""}}

MARI, LA JEFA

En Aragó, 477, hay 24 pisos habitados, pero casi siempre es Mari quien lleva la voz cantante. Maria Olivellas, de 67 años, vive en el 4º 3º desde hace 36 años. Sobre sus nuevos vecinos, dice: “No he tenido ningún problema. Es gente amable. Al principio ni cogían el ascensor para no molestar”. A Mari (alquiler de 400 euros y una pensión de 1.000 euros) no la ha presionado nadie para que deje el piso, pero tiene clara su actitud si eso sucede: “A mí me sacan de aquí dentro de una caja”.

A su lado, Lluís Duran Cos, 86 años, 35 de ellos en su piso. Vive en el 3º 2º, paga 300 euros “y pico” de alquiler y tiene una pensión de 630 euros. “Estoy muy acojonado porque yo voy en silla de ruedas. Si no va el ascensor, me quedo encerrado. No estoy para trasladarme y no tengo dinero para una residencia”, se lamenta.

AGENTE DE SEGURIDAD Y GOLPES DE MAZA

Los vecinos cuentan que nada más llegar los realojados de la PAH, la firma puso un agente de seguridad privada en la puerta y alarmas en los cuatro pisos que seguían vacíos. Un día, hombres con mazas empezaron a “destrozarlos”. Se llamó a la Guardia Urbana, que detuvo los golpes. Según los vecinos, se buscaba dañar la estructura para echarlos argumentando amenaza de ruina. Algo que niegan: dicen que el único peligro es la empresa.

Gabriel Freitas, de 60 años, reside en el entresuelo y tiene contrato de alquiler, pero no de renta antigua. En mayo recibió un burofax que le instaba a irse de lpiso con su mujer y su hijo. Él sostiene que legalmente tiene tiempo hasta noviembre. Empezó a buscar una vivienda de alquiler: “Piden que entre los dos cónyuges sumen ingresos mensuales que superen tres veces el coste del alquiler. Pocas familias pueden asumir estas condiciones”.

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SIN COBERTURA MUNICIPAL

Antonio Felipe Alberich, de 81 años, inquilino del 2º 1º, ni siquiera recuerda cuánto lleva allí. Con una pensión de 600 euros, paga 215 euros de alquiler. Dice que se lo han subido 10 euros. En el mismo rellano, en el 2º 3º, se ha instalado Wilman, de 25 años, con su mujer y dos hijos. Vivían en una habitación alquilada, de allí fueron a otra, luego a una pensión, luego la calle. Y contactaron con la PAH. M. A., que prefiere no dar su nombre, ha sabido ahora que cuando muera su padre la podrán echar en dos años.

Samuel Camacho, de 26 años, se ha instalado en el 3º 2º: Viene de una habitación en Sants de la que le echaron, pero, como recuerda el portavoz de la PAH, eso no es un desahucio legal, por lo que no puede acudir a la mesa de emergencia social del ayuntamiento. Tampoco cuenta con este recurso Enrique Macias, de 56 años, ahora vecino del 5º 4º, que viene de residir en un local, no reconocido como vivienda, por lo que no tiene derecho a asistencia municipal.

{"zeta-legacy-despiece-vertical":{"title":"El s\u00e1bado, cena de traje","text":"La vida en el n\u00famero 477 de la calle de Arag\u00f3 mezcla el temor con la ilusi\u00f3n. \u201cAntes \u00e9ramos una comunidad silente\u201d, afirma Gabriel Freitas. Ahora hay m\u00e1s di\u00e1logo y relaci\u00f3n. De hecho, a los vecinos de la finca se unen otros de las colindantes para hablar del riesgo que creen que se cierne sobre ellos. El portavoz de la PAH, Carlos Mac\u00edas, reclama que el ayuntamiento se moje, incluso comprando el edificio. Pero nada indica que eso vaya a suceder. Este s\u00e1bado, la peculiar comunidad cenar\u00e1 en la calle, frente al inmueble. \u201cEs una cena de traje\u201d, explica Mac\u00edas con sorna: \u201cYo traje esto, t\u00fa trajiste aquello\u201d."}}

UNA TELE PARA AARON

Un caso similar al de Antonio Pérez, de 51 años, que residía en un local en la calle de Moianès del que tuvo que irse y ahora está instalado en el 4º 1º con su hijo Aaron, de 7 años. “Estoy contento de estar aquí”, afirma mientras el niño juguetea a su lado. “Necesitamos una solución”, dice el padre. “Y una tele”, remata el hijo.