El tranvía de nunca acabar

Los comerciantes de la avenida consideran un despropósito deshacer el tramo reformado mientras la FAVB urge a iniciar las obras de conexión y desterrar transporte privado

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PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Por más informes, sesudos análisis y comparativas que se tracen sobre cómo resolver el puzle de la Diagonal y sus recorridos en bici, coche, bus, tranvía o a pie, jamás se dará con una fórmula magistral que convenza a todos, porque por encima de cualquier lógica sobre movilidad -si la hubiera- persisten los posicionamiento previos. Una ideología que se maximiza en el caso del tranvía, porque al invento se le ama o se odia. Sea conceptual o políticamente hablando.

Años de proyectos, planos, debates y peleas no han llevado a acercar posiciones, por ejemplo, entre colectivos vecinales y comerciantes. Los primeros, simbolizados en global por la Federació d'Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB), defienden hace años la supuesta idoneidad del tranvía como coloso capaz de engullir a miles de viajeros y de desterrar al vehículo privado, mientras la asociación de comerciantes Diagonal Barcelona (con unos 110 empresarios) echa pestes del tranvía y lo contempla como "un muro" visual y físico.

En el primer bando, el portavoz de Movilidad, Joan Maria Soler, se muestra "estupefacto" al ver sumar años y años de informes y contrainformes al respecto, para lo que ellos consideran una "obviedad" y una necesidad urbana. "En Barcelona el suelo es limitado y toda apuesta de transporte público comporta una reducción de coches", argumenta, convencido de que el refuerzo que supondría la conexión del tranvía compensaría esa pérdida.

Desde la entidad, no dudan en que la mejor opción de las planteadas es "por superficie y en línea recta", la favorita del ayuntamiento y la mejor valorada de las cuatro analizadas por expertos. ¿Por qué? "Tiene menor presupuesto y más eficiencia en volumen de pasajeros". Por contra, descarta el rodeo de girar por Provença, se horroriza ante los altos costes que tendría excavar un túnel, y reniega del bus eléctrico ante los "problemas de aglomeración y velocidad del transporte público".

Pero lo que más inquieta a la FAVB son los "grandes retrasos" al respecto. "Es hora de empezar con las obras; acabar con la contaminación ha de ser una prioridad", mantiene. Por eso, preparan movilizaciones cara a otoño.

Desde el otro lado de la barrera, la presidenta del colectivo comercial, Marta Canut, considera el tranvía un transporte anacrónico, "fuera de la mayoría de las ciudades modernas". Opina que no ayuda al comercio (pone de ejemplo los tramos donde ya circula) y que, de unirse en superficie y reconfigurar la avenida, obligaría a "destrozar" el tramo reformado, donde cree que el tráfico ha mejorado. Como conexión solo contemplan el bus eléctrico, "no tan invasor" y sostenible.