Barcelona ensaya un nuevo modelo de tratamiento de los datos ciudadanos

Transeúntes en la Rambla de Barcelona.

Transeúntes en la Rambla de Barcelona. / periodico

CARMEN JANÉ / BARCELONA

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Barcelona participará junto a Amsterdam en un experimento piloto para promover un nuevo modelo para el tratamiento de los datos de sus ciudadanos que permita a cada persona saber qué comparte en cada momento y con quién. La iniciativa se enmarca dentro del proyecto europeo DEcentralised Citizens Owned Data Ecosystem (descentralizando el ecosistema de datos ciudadanos, o <strong>Decode</strong>, en sus siglas inglesas), que promueven varias universidades y centros de investigación, y pretende construir una alternativa a cómo gestionan la privacidad las grandes empresas de internet.

“Se trata de dejar de concebir a las administraciones como un Gran Hermano y convertir la relación con el ciudadano en una cuestión de confianza y de provisión de servicios. Que el individuo sea realmente quien controla sus datos y decida qué hace con ellos, y que sirvan para el bien común”, señala Francesca Bria, comisionada digital de Barcelona e impulsora del proyecto, en el que participan también la UOC, Eurecat y el Centro de Economía de la Sorbona (CES) en París y que tiene una dotación de cinco millones de euros.

El proyecto supondrá crear una plataforma donde los ciudadanos se registren y voluntariamente creen un perfil con distintos niveles de información y permisos para acceder a ella, al que se conectarán empresas o administraciones solo para acceder a la información que el usuario haya previamente autorizado y sabiendo qué uso se va a dar a ellos, aunque la prioridad municipal es que sirva “para el bien común, no para los intereses de unas cuantas empresas”, afirma Bria.

Para probar la plataforma, sin embargo, se van a usar datos generados por los ciudadanos pero no estrictamente personales, sino relacionados con internet de las cosas (IOT, en sus siglas inglesas). Los primeros van a ser los de contaminación acústica de Barcelona, que se obtienen a partir de distintos sensores en tiempo real, en parte por redes ciudadanas como la del proyecto Making Sense, que está analizando el nivel de decibelios de la plaza del Sol, en Gràcia.

ECONOMÍA DE LA GENTE

“Ahora el tema de los datos está muy centralizado, en servidores en un lugar único, pero la idea es que sea una plataforma colaborativa, basada en software libre en la que los algoritmos ayuden a la economía para la gente”, explicó Denis Rojo, ‘Jaromil’, director técnico de Dyne.org, la comunidad de software libre que construye la plataforma en Devuan, una distribución del sistema operativo Debian, que espera tener una versión de pruebas este septiembre y primeros resultados de los pilotos para el año próximo.

En Amsterdam han ensayado ya algunos modelos de economía colaborativa con gestión ciudadana de los datos con el proyecto Fairbnb, que pretende ser un Airbnb ciudadano, y en el que los particulares ofrecen habitaciones libres en régimen de bed&breakfast. Un proyecto similar con el que sueña Barcelona para calcular precios medios en los alquileres y que los ciudadanos sepan si hay abusos.

Los responsables municipales de Barcelona también piensan en aplicar esa misma tecnología en la plataforma Decidim.Barcelona, que funciona para consultas y proyectos ciudadanos. 

“Las ciudades no pueden dejar en manos de grandes corporaciones como Uber y Airbnb la gestión de datos que son importantes. Igual que Airbnb utiliza los datos de los barceloneses que alquilan plazas o apartamentos para sugerir el precio, la ciudad debe poder usarlo para crear un modelo de alquiler justo”, señala Bria, que antes de llegar al ayuntamiento fue coordinadora del proyecto europeo D-Cent, que persigue cómo utilizar los datos para construir infraestructuras ciudadanas y mejorar la democracia.

BLOCKCHAIN

Para proteger esos datos, además, se va a recurrir a una tecnología innovadora, el blockchain, que permite garantizar la transparencia en la cadena de custodia de información gracias a la encriptación y a la computación distribuida. Es decir, que como los datos se guardan replicados y encriptados, cualquier cambio que se hace, se notifica a toda la cadena. “Además, se trataría de que cualquier ciudadano pueda recuperar sus datos si no se fía de una nueva administración”, explicó Rojo.

La duda que se plantea a los investigadores del proyecto Decode es si los ciudadanos se van a apuntar a ceder voluntariamente los datos. Y para ello consideran que es necesario instruir a los ciudadanos en cuestiones de privacidad. “La experiencia enseña que cuando a los ciudadanos se les enseña sobre privacidad, tienen tendencia a no querer compartir nada”, señala.

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