El ayuntamiento bendice la manifestación vecinal por la vivienda

Barcelona será escenario este sábado, a partir de las seis de la tarde, de una manifestación por el derecho a la vivienda y contra la especulación inmobiliaria que convoca la plataforma #BCNnoestàenvenda, frase que sirve de lema a la protesta. No es la primera edición de este tipo de actos, hubo otra ‘Barcelona no està en venda’ en enero y otra similar en agosto del 2014 contra el turismo de borrachera. A esta última acudió la entonces ya exportavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca Ada Colau, que impulsaba una candidatura al consistorio. Parte de la manifestación se desarrolló en la plaza de Sant Jaume, donde se coreó el lema ‘Trias reacciona, això és Barcelona’. Los tiempos han cambiado, y ahora la pregunta no es tanto si habrá protesta ante el ayuntamiento –en la ruta prevista no está incluida la plaza de Sant Jaume-, sino si Colau y su equipo acudirán a la marcha.

Fuentes del gobierno municipal informan de que el ayuntamiento, como institución, no se sumará  la manifestación, pero que ve con buenos ojos que la ciudadanía salga a la calle para protestar, por entender que se necesita el mayor número posible de gente para, entre otras cosas, presionar al Gobierno central para que reforme la ley de arrendamientos urbanos (LAU) y prolongue la duración de los contratos de alquiler, fijada por la norma en tres años.

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No se descarta que concejales de Barcelona en Comú sí acudan a la cita, que algunos grupos de la oposición consideran una manifestación contra el turismo estimulada por el ayuntamiento. “Espero que no haya ningún problema, pero no tiene sentido azuzar el fuego y luego no aportar soluciones”, afirma el portavoz del grupo Demòcrata, Joaquim Forn.

“LAS MEDIDAS NO SON SUFICIENTES”

Vladi Olivella, de la plataforma Fem Sant Antoni, subraya que la manifestación está convocada por el derecho a la vivienda, y no contra el turismo: “El lema es clarísimo”. Si bien juzga indudable que la “burbuja del alquiler se ve agravada por la masificación turística y los pisos ilegales”. Olivella se centra en el caso de Sant Antoni: “Se está expulsando o empobreciendo a los vecinos; o no les renuevan [los contratos], porque prefieren a otro tipo de inquilinos, o les suben mucho el alquiler”.

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Sobre el papel del ayuntamiento en este asunto, observa un “cambio de tendencia en la ciudad”, pero agrega: “Las medidas que se están tomando no son suficientes. No tiene las competencias, pero esto no se para con el PEUAT o con el índice de referencia de alquileres. O se toman decisiones o propietarios y fondos de inversión seguirán echando a los vecinos”. “Como vecinos solo podemos presionar a las administraciones y concienciar del problema a la ciudadanía”, afirma Olivella, que recuerda que se calcula que en los próximos dos años en Sant Antoni hay 3.500 contratos que concluyen y deberán renovarse.

A POR LOS GRANDES TENEDORES

“Esto no es una manifestación contra el turismo, es para defender la vivienda de quien quiere convertirla en un negocio: nosotros  defendemos su función social y residencial. La vivienda es una primera necesidad y ahora es una fuente de lucro sin límite ni regulación. Los vecinos nos organizamos porque los poderes públicos no nos dan garantías”, lamenta Jaime Palomera, portavoz del Sindicat de llogaters. Palomera cree que el ayuntamiento ha demostrado sensibilidad pero que ha quedado claro que la política municipal presenta limitaciones para afrontar el problema de la vivienda: “Si la ciudadanía no se organiza, las administraciones no se moverán”.

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Para Palomera, la clave es lograr el censo de pisos vacíos en manos de grandes tenedores: “Hay grandes propietarios que mantienen pisos vacíos de forma deliberada con el fin de hacer que suban los precios”.

Joan Balañach, vicepresidente de la Federació d’Associacions de Veïnes i Veins de Barcelona (FAVB) sostiene que el discurso de los beneficios del turismo ha sido superado por el que destaca el impacto negativo del modelo “masificado”. Y subraya que ya no se trata de rumores: “Hemos pasado de la percepción a la realidad, a los datos contrastados”. Balañach también niega que la protesta sea contra el turismo y recalca: “La ‘turismofobia’ no existe. ¿Es un discurso que ,a quién beneficia? Perjudica a los que convocamos la manifestación”.