El nuevo plan de usos de Ciutat Vella regulará calle por calle

Terrazas en la plaza de Santa Maria, frente a la basílica de Santa Maria del Mar, en el barrio de la Ribera, ayer.

Terrazas en la plaza de Santa Maria, frente a la basílica de Santa Maria del Mar, en el barrio de la Ribera, ayer.

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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La cuenta atrás para aprobar un nuevo plan de usos de Ciutat Vella que no solo establezca las reglas para abrir futuros negocios de restauración, ocio, supermercados, hoteles o locutorios, sino también muchas actividades relacionadas con el turismo, ya ha comenzado, con el reto de que esté aprobado definitivamente a finales de año. Con los teóricos procesos de participación ciudadana en marcha, ya hay algunas premisas claras: la regulación no se estructurará por zonas (como en el anterior plan) sino calle a calle e incluso "edificio a edificio", el traslado de licencias de actividad, y se crearán posiblemente nuevas zonas acústicas de régimen especial (ZARE).

La concejala del distrito, Gala Pin, ha insistido en que un plan de usos no puede alterar las licencias ya existentes, sino solo establecer las futuras reglas del juego. Es decir, no se pueden esperar milagros y "hay que ser realistas" sobre lo difícil que es revertir algunas situaciones de conflictividad, como puntos calientes de ocio de ocio nocturno en calles de mucha densidad de vecinos, o bien de monopolio de comercio turístico frente a las necesidades de un barrio.

Para preparar el camino, el ayuntamiento ya dictó una suspensión de licencias el pasado octubre que afectaba a actividades de concurrencia, publica, alimentarias y comerciales. En el nuevo plan destaca que se incorpora el control de negocios en auge que desequilibran el mix comercial (como en su día sucedió con los locutorios o las tiendas de suvenires), entre los que figuran servicios turísticos (desde excursiones a alquileres de bicis), consignas de equipajes y tiendas de conveniencia. 

COTO AL RUIDO

No obstante, el plan de usos sí contempla paliar algunas situaciones con instrumentos como el ZARE (hasta ahora solo hay uno, en el triángulo Escudellers-Rambla-Arc del Teatre), que permiten tomar medidas específicas de amplio espectro, desde cívicas a urbanísticas o de reducción horaria de sus establecimientos, aunque está por decidir cuáles serían las más efectivas. Según Pin, hay que estudiar cada caso, en función de la problemática, la densidad de usos y habitantes, las incidencias y la tipología de edificios. También, como con los alojamientos, podría establecerse que si se da una baja voluntaria de actividad, esta no sea relevada.

Y es que para elaborar el plan de usos el ayuntamiento partirá de un estudio sobre usos urbanos y conflictos de Ciutat Vella, elaborado por la empresa 300.000 Km/s, con profesionales de arquitectura, urbanismo e ingeniería que han analizado datos de todo el territorio. Entre sus conclusiones destacan que el distrito tiene una alta densidad residencial en sus 5.700 edificios con 55.000 viviendas -sobre todo en el Raval y la Barceloneta), que la calidad de la construcción es en general de las más bajas de la ciudad (por su antigüedad y con pocos aislamientos y ascensores), que hay pérdida de población en barrios como el Raval (el Gòtic gana), que tiene muchas calles estrechas con los problemas acústicos que entraña la actividad de pública concurrencia, y que mucha actividad comercial no está enfocada al distrito sino a público del resto de la ciudad y turistas.

El precio de los alquileres es alto, no solo en vivienda sino también en los principales focos comerciales, lo que evita la implantación de pequeños emprendedores. En este sentido, Pin ha destacado que el traslado de licencias de actividad que se aprobó en los últimos planes de usos se eliminará ahora tras dos sentencias contrarias (como avanzó EL PERIÓDICO) y tras comprobar que esta medida generó un "mercado negro" de venta de licencias y una brutal especulación que ha llevado a algunos operadores a pagar más de un millón de euros por una licencia para poder abrir un local de restauración en la Rambla.

A partir de ahora, se podrá traspasar un local con su correspondiente licencia, pero no llevarse esta licencia a otra zona para abrir, por ejemplo, un restaurante donde no lo había. El ayuntamiento ha dejado claro también que hay calles en las que sí se puede ganar actividad nueva, generando nuevas licencias.

La concejal mantiene que la disparidad en la morfología de las calles, en el volumen de actividad y la calidad de sus edificaciones hace imposible generalizar por zonas, sino que habrá que regular cada calle e incluso edificio, en base a unos valores. Esta previsto contar con la opinión de entidades y asociaciones (se harán 40 visitas) y realizar sesiones específicas sobre restauración, oferta cultural y ocio nocturno en junio, de cara a la aprobación inicial en septiembre y la definitiva a final de año.