MOVILIZACIÓN EN LA CAPITAL CATALANA

Nace el Sindicato de Inquilinos de Barcelona para luchar contra la burbuja del alquiler

La nueva entidad quiere hacer de lobi para derogar la ley de arrendamientos e impulsar normativas que proteja a los residentes

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HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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Una ciudad en la que adultos con trabajo se ven obligados a elegir entre compartir piso o hacer las maletas. En la que, cuando una familia de la vieja clase media, aquella sepultada por la crisis, cuando busca instituto para sus hijos ya no piensa en dónde viven, sino en si podrán seguir en sus casas, en sus barrios, hasta que sus vástagos finalicen los estudios secundarios. En la que la finalización de un contrato de alquiler ya no solo viene acompañada del más que fundado temor a una subida probablemente inasumible, sino directamente a una rescisión del contrato sin más explicaciones. Esa ciudad, escenario perfecto de un thriller psicológico, no es otra que la Barcelona del 2017. 

Plantar cara a ese desolador panorama es la razón de ser del Sindicat de Llogaters de Barcelona, que se ha presentado este martes ante la prensa en el corazón de Ciutat Vella, distrito en el que la sangría de vecinos es más flagrante -106 menos cada mes en los últimos 10 años, según las últimas cifras oficiales- y que hará su puesta de largo este viernes en el Casinet d'Hostafrancs. "Este es un problema tanto del centro como de la periferia. Estamos aquí para defender el derecho a la ciudad. A vivir en la ciudad. Estamos cansados de que se haga negocio con nuestras casas y con nuestras vidas", resume Jaime Palomera, uno de los portavoces de la organización, de la que forman parte 16 entidades de peso entre los movimientos sociales de la ciudad, como el Observatorio DESC, la PAH y la FAVB.

ANTES DE QUE SEA DEMASIADO TARDE

Que el sindicato nazca ahora no es casual. Este año se cumplen tres años de la modificación de la ley del alquiler -la Ley de Arrendamientos Urbanos-, que redujo la duración de los alquileres de cinco a tres años, con lo que finalizan los primeros contratos de la nueva era. Según apuntan desde el sindicato, solo este año finalizarán 44.000 alquileres. Cifra tras la que aguardan 44.000 familias que no saben, o aún peor, sí que son conscientes, si podrán seguir viviendo en su casa y si podrán permanecer en su barrio. "Los contratos se acaban y nos echan de nuestras casa y de nuestros barrios. Nos estamos convirtiendo cada vez más en un territorio de paso para gente con rendas altas", señala Irene Sabaté, otra de las portavoces.  

Pese a lo desolador del panorama presentado, no nacen un un discurso derrotista. "Teniendo en cuenta que en Barcelona 200.000 familias viven de alquiler, una tercera parte de los vecinos, si nos juntamos, podemos provocar un cambio histórico", señala Palomera. Si la inmensa mayoría del tejido asociativo de la ciudad ha decidido centrar sus esfuerzos en la vivienda no es solo porque el diagnóstico es claro -ese es el principal problema de la ciudad, estrechamente vinculado al turismo-, sino porque es una batalla que están dispuestos a pelear con todas las herramientas a su disposición. Y todas son todas. Incluso la huelga. "No descartar ninguna medida de presión", han respondido los portavoces al ser consultados por una hipoteca huelga de inquilinos, como la vivida en la ciudad en 1931.

MEDIDAS CONCRETAS

El sindicato nace pensado tanto en lo micro como en lo macro. Pensando a lo grande, quieren derogar la LAU y forzar la redacción de una ley más justa para los inquilinos, que facilite los contratos largos que favorezcan los proyectos de vida. Esto pasa por combatir la estigmatización del alquiler. Para ello buscarán tejer complicidades con otras ciudades de todo el Estado. Aterrizando en la ciudad, buscan trabajar codo con codo con las asambleas de barrio. "Son muchos los que ya han pasado de la angustia a la acción y queremos estar a su lado", señala Lourdes García, el tercer rostro de la presentación de este martes. 

Quieren tener capacidad de negociación. Ser un interlocutor fuerte con la administración y defender la ampliación del paupérrimo parque público de alquiler en la ciudad, algo que ha de pasar por la movilización de las viviendas vacías, además de luchar contra la injusticia flagrante por los precios excesivos -pidiendo medidas efectivas de control de precios- y las condiciones de los pisos".

"Mientras los sueldos bajan, los alquileres se disparan, lo que está provocando, más allá de los desahucios, desplazamientos invisibles de población que no aparecen en las estadísticas", apunta García. Quien no olvida tampoco los desahucios visibles -contra los que también trabajarán, por supuesto.