BARCELONEANDO

Güell, el millonario desahuciado

El mecenas compró y rehabilitó el Palau Fonollar, del que fue echado con sentencia judicial de por medio

icoy15955559 palau guell170502154935

icoy15955559 palau guell170502154935 / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Güell, el millonario desahuciado. O un palacio para un fracaso. Ambos titulares valen para explicar lo que ha tardado más de un siglo en saberse: que no es Gaudí todo lo que luce en el Palau Güell, y que al que era uno de los hombres más poderosos, ricos e importantes de España, o sea, Eusebi Güell Bacigalupi, lo echaron, con sentencia judicial de por medio, de su casa de Portaferrissa: el Palau Fonollar. Diez días le dieron para marchar. Una humillación y un fracaso demoledores para alguien conocido como el príncipe de Catalunya. Y una humillación y un fracaso que lo espolearon a demostrar su poderío. ¿Cómo? Levantando el Palau Güell, un palacio mucho más lujoso y vistoso que aquel del que había sido expulsado.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"No se fue\u00a0","text":"de vac\u00edo, se llev\u00f3 la decoraci\u00f3n realizada\u00a0por Camil Oliveras que luego Gaud\u00ed integr\u00f3 en el Palau G\u00fcell"}}

Pero hay más. Eusebi Güell no cerró la puerta del Palau Fonollar sin más. Antes arrancó todo lo que pudo: puertas, azulejos, arrimadores, columnas, vidrieras... que había mandado diseñar a Camil Oliveras, su arquitecto de cabecera antes de que lo fuera Antoni Gaudí, y se los llevó. Al autor de la Sagrada Família le encargó la nueva residencia pero le puso una condición: aprovechar todo lo que había salvado. Y lo hizo. "Confeccionó un 'collage' fabuloso porque aprovechó muchos fragmentos de Oliveras y los integró de una forma tan magistral que han pasado un siglo y centenares de expertos sin que nadie se percatara de ello". Lo cuenta el historiador del arte Josep Casamartina, autor del libro 'Un palau dins d’un altre. De Portaferrissa a Nou de la Rambla'. 

UNA DÉCADA DE LITIGIO

Las sospechas de Casamartina empezaron cuando le encargaron el plan museológico del Palau Güell: "En el primer paseo ya vi claro que había un montón de cosas que no eran de Gaudí. Había dos estilos muy diferentes en un edificio hecho en muy poco tiempo, demasiado poco para que el arquitecto cambiara de gusto". Así que empezó a tirar del hilo. Y el hilo le llevó hasta una casa que se desconocía que Güell había restaurado y a la constatación de que lo que había construido para dicho edificio, el de Portaferrissa, lo integró en la nueva residencia. Que alguna relación había mantenido el mecenas con la que había sido vivienda de Ignasi Maria Despujol Dusay, marqués de Palmerola y conde de Fonollar, se sabía desde el 2002, con las primeras rehabilitaciones del palacio de Nou de la Rambla, pero se creía que había sido algo muy puntual. Nada de eso.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Josep Casamartina\u00a0","text":"documenta en un libro\u00a0la convivencia de piezas de los los dos arquitectos en el edificio de Nou de la Rambla\u00a0"}}

La cosa tiene miga. Güell quiso comprar el palacio, edificio vecino al Moja, el que ocupaba su suegro, Antonio López López. Pero los bajos y la planta noble estaban alquilados por Josep Rosés y Josep Masriera, tío y abuelo de los famosos joyeros. Los industriales tenían contrato para ocupar el Palau Fonollar hasta 1876 y derecho de retracto en caso de venta. Pero Güell, que para algo era rico e importante, pactó directamente la adquisición con Despujol, en 1874. Los inquilinos quisieron ejercer su derecho de compra. Y aquí empezó todo. Explicar un litigio de una década es complicado. Así que lo suyo es resumirlo: una guerra entre hombres poderosos y con posibles que acabó con dos desahucios. El primero, en 1880, obligó a marchar a los inquilinos. De manera que Güell ocupó el edificio y empezó su restauración y acondicionamiento de la mano de Oliveras. El segundo llegó en 1883, cuando el Tribunal Supremo resolvió devolver el palacio a Rosés y Masriera en el plazo de 10 días. Y Güell tuvo que irse. Pero, eso sí, se llevó la decoración consigo.

EVITAR EL ESCÁNDALO

Del suceso poco se habló. "Hubo un silencio absoluto por parte de la prensa", apostilla Casamartina. Nada extraño, por otro lado. "Los implicados en el litigio prefirieron evitar el escándalo porque tanto unos como otros eran familias acomodadas, muy reconocidas socialmente". Así que Casamartina ha tenido que bucear en el Registro de la Propiedad y en los legajos de los Güell que conserva el Arxiu Nacional para averiguar tan rocambolesca historia. Y consultando el Arxiu Oliveras más los informes realizados por la Associació de l’Estudi del Moble ha podido confirmar lo que ya se sabía, que dos de las chimeneas más ornamentadas, la del comedor y la que luce un medallón pintado sobre mármol por Alexandre de Riquer, son de Oliveras. Y que estas no son las únicas piezas del artista en el Palau Güell.

Pues todo lo que se hizo para el Palau Fonollar se trasladó a la nueva residencia. Vamos, que lo que no tuvo tiempo de brillar en Portaferrissa por culpa del desahucio, el mecenas lo hizo lucir en Nou de la Rambla, como las baldosas que decoraban el arrimadero de una galería y que ahora decoran uno de los baños. Es fácil saber qué es de quién y qué fue trasladado, basta con comparar los estilos, uno más austero, el de Gaudí, y otro mucho más ornamentado, el de las piezas que Casamartina afirma fueron realizadas para el Palau Fonollar. Cosa que "no desmerece en absoluto la obra de Gaudí". Palabra de historiador.