El hombre que ofertó un piso de 100 metros en el centro de Barcelona por 600 euros

Un joven harto de los alquileres cuela un falso anuncio de protesta en un portal inmobiliario

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CARLES COLS / BARCELONA

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La penúltima incursión vecinal tras las líneas del ejército inmobiliario barcelonés ocurrió el pasado 29 de marzo. En aquella ocasión el objetivo fueron los pisos turísticos. La misión consistió en alquilar un apartamento sin licencia en la calle Princesa y, una vez dentro, colgar pancartas y presentar denuncia. Fue un Iwo Jima vecinal. Pero esa fue solo la penúltima incursión. La última ha sido la acción de un lobo solitario, Denís Nadal, un joven de 28 años que el pasado miércoles colgó un provocador anuncio en el portal de El Idealista. Ofertaba un piso acorde con los salarios de esta ciudad, 600 euros al mes por 97 metros cuadrados, o sea, lo que no existe. El anuncio duró en el portal inmobiliario lo que sus gestores tardaron en darse cuenta, menos de 48 horas, pero la acción, sin pretenderlo, ha sido un anticipo de lo que está previsto para mediados de mayo, la presentación en sociedad del Sindicat de Llogaters, cuya simple existencia ya es todo un síntoma de cómo están las cosas en Barcelona.

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El falso anuncio no ofertaba nada fuera de lo común. La descripción y las fotografías adjuntas son las del piso en que actualmente vive Denís, donde tiene alquilada una habitación por 450 euros al mes. El piso lo comparte con un turco, un uruguayo y un venezolano. No se conocían de antes. La habitación que le corresponde a él es un tetris de pantalla avanzada, pues ahí duerme con su pareja, tiene una mesa de despacho, todas sus pertenencias, un gato y hasta le ha guardado un rincón a un amigo que se ha quedado en la calle. Fue colgar el anuncio de protesta y comenzar a recibir correos, la mayoría de enhorabuena por su forma de protesta.

HUELGA DE ARRENDADOS

“Si eres una personas que busca un piso, igual que yo, y estás harto de los precios, que sepas que en 1933 los precios también eran desproporcionados, pero la gente se cansó, se unió, creó un sindicato y dejaron de pagar el alquiler en toda Barcelona hasta que bajó el precio”. Eso escribió Denís en el espacio reservado para el anunciante, allí donde los común es destacar las virtudes de la finca. “Siento en el alma si has pensado que habías encontrado un piso en Barcelona de tres habitaciones por 600 euros, pero todos sabemos que ahora está tan jodida la cosa que por menos de 900 casi no hay nada”. Concluía con una invitación a prestarle atención a la próxima constitución del sindicato, del que no es ni afiliado ni nada, pero sí entusiasta defensor.

El Sindicat de Llogaters, que se presentará en sociedad el próximo 12 de mayo, fue el primer sorprendido por el anuncio. De momento, sus responsables callan y guardan la munición para ese primer acto en público, pero algunas cifras avalan su oportunidad. Por ejemplo. En Barcelona, según las estadísticas oficiales, hay unos 200.000 pisos en régimen de alquiler. Proporcionalmente son pocos, pero ese es un mal endémico aquí. El problema no es solo que sean pocos. La cuestión es que el alquiler es, además, sinónimo de incertidumbre. Como consecuencia de la última reforma de la ley de arrendamientos urbanos, que redujo a tres años la duración mínima de los contratos, entre el 2017 y el 2019 se extinguirán 44.000 contratos de alquiler.

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Denís, por volver al protagonista de la incursión en las páginas del portal inmobiliario, encontró piso el pasado viernes tras semanas de incertidumbre y peripecias. Buscaba un alquiler de no más de 1.100 euros. Reunía una condición que parece indispensable en estos tiempos, una antigüedad laboral de cómo mínimo dos años, pero tener trabajo es en ocasiones un obstáculo para conseguir un piso“A veces me tenía que esconder en el lavabo para poder llamar por teléfono al anunciante, porque hay que ser de los primeros en descolgar. Pasadas dos o tres horas, ya no sirve de nada”, explica. Así, pese a todo, logró visitar hasta cinco pisos, casi siempre en compañía de otros aspirantes. Al sexto intento, lo logró. Dejará atrás la vida en una habitación, pero no el compartir piso, porque, si no, las cuentas domésticas no cuadran.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Sorprendente, pero las leyes del mercado\u00a0","text":"propician que en Barcelona sean cada vez m\u00e1s comunes los pisos compartidos al m\u00e1s puro estilo sovi\u00e9tico"}}

'NINOTCHKA'

A lo que sucede en Barcelona, los defensores del liberalismo económico (que son más de los que reconocen serlo) lo llaman leyes del mercado, el sanote pulso entre la oferta y la demanda, dicen, pero no deja de sorprender que esa versión ‘hard’ del capitalismo haya terminado por normalizar en esta ciudad un equivalente de las ‘kommunalka’ soviéticas, los pisos compartidos de la URSS que tan perfectamente retrató Ernst Lubistch en ‘Ninotchka’ o, mejor aún, la comedia que el ruso Yuri Mamin presentó en ‘Ventana a París’, donde en uno de esos ‘kommunalka’ los vecinos descubren que tras el armario hay una puerta que da acceso directo a la capital francesa. La comparación es oportuna porque la habitación de Denís, esa por la que paga 450 euros, está en una finca en pésimo estado de conservación, sí, pero con un balcón sobre Ferran, una de las calles más hermosas del centro, al menos hasta que la banalización comercial la convirtió en lo que hoy es.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"Quejas y expulsiones de los barrios por la especulaci\u00f3n","text":"Los prop\u00f3sitos concretos del sindicato se conocer\u00e1n a partir del 12 de mayo. Se supone que aspiran a ser el contrapeso del perfectamente estructurado lobi de los propietarios, pero, de entrada, su simple existencia es todo un s\u00edntoma. Siglos atr\u00e1s, Barcelona hasta tuvo un Gremio de Pobres, que regulaba qui\u00e9n y d\u00f3nde pod\u00eda pedir limosna. Tambi\u00e9n fue un s\u00edntoma de un mal momento."}}