MEMORIA HISTÓRICA

El Born recuerda sus días como mercado

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CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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Cuando era joven, Alexandre Pujol (Barcelona, 1928) trabajaba los veranos en la parada número nueve de patatas, boniatos, naranjas y hortalizas que regentaba su padre en el exterior del Mercat del Born, cuando era una plaza llena de cajas de madera dedicada a la venta al mayor de frutas y verduras. Pujol es una de las personas que está contribuyendo a la creación de 'La paradeta de la memòria', un fondo documental, un archivo audivisual que recordará cómo era la vida alrededor de este mercado metálico, obra de Josep Fontserè, inaugurado en 1876 como el primer gran equipamiento de la arquitectura del hierro y de cristal que se proyectó en Barcelona.

"Había paradas que podían vender productos de fuera y otras, como la nuestra, solo de Catalunya. Casi todo llegaba de Sant Boi y del Prat de Llobregat", explica Pujol, dentro de la sala Casanova del Born Centre de Cultura i Memòria, que hasta noviembre acoge la exposición 'Born. Memòries d'un mercat'. El edificio emprende un viaje a su propio pasado, 45 años después del cierre del mercado que, desde 1921, se convirtió en mayorista, después de décadas de venta al menor sin demasiado éxito, porque los barceloneses prefiriendo Santa Caterina y la Boqueria.

LUCHA VECINAL

En agosto de 1971, coincidiendo con el derribo de los seis primeros pabellones del mercado de Les Halles de París, el Born fue clausurado y el Pla d'Ordenació del Casc Antic proyectó su desaparición. La lucha vecinal alzó la voz a favor de la conservación de este espacio creado por Fonseré siguiendo la tendencia arquitectónica parisina. La muestra, comisariada por Manel Guàrdia, Ramon Graus y José Luis Oyón, saca a la luz los planos originales del mercado que fueron conservados por el Arxiu de la Corona d'Aragó.

A partir de este viernes, el acceso será gratuito durante el primer mes. Y quién quiera desvelar sus recuerdos como vendedor, comprador del mercado o vecino del barrio, puede dejar su testimonio grabado ante una cámara y también aportar fotos de su álbum familiar a 'La paradeta de la memòria', que se encuentra al lado de la sala expositiva con escáner fotográfico incluido y un documento impreso para autorizar la difusión de las imágenes en la web de la exposición.