PATRIMONIO MODERNISTA

La Casa Vicens abre sus puertas en otoño

CASA VICENS

CASA VICENS / periodico

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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La Casa Vicens (1883-1885), torre de veraneo de la familia del corredor de bolsa Manuel Vicens, fue el primer encargo que recibió Antoni Gaudí para alzar una vivienda privada en Gràcia, antes de que la villa se anexionara a Barcelona. Adquirida en el 2014 por la entidad bancaria andorrana MoraBanc, el inmueble se encuentra inmerso en la recta final de su rehabilitación para abrirse como espacio museístico este otoño. Solo la restauración ha costado cuatro millones de euros.

Joan Abellà, director de la casa-museo y exgerente del Museu d’Art Contemporani de Barcelona (Macba), explica que el acceso se limitará a "500 visitantes diarios" para evitar aglomeraciones en la estrecha acera de la calle de les Carolines, que según él, el distrito de Gràcia está estudiando que sea semipeatonal. Ello entraría dentro de la reforma urbanística prevista para la reducción del tránsito en la cercana avenida del Príncep d’Astúries.

"El precio de la entrada a la Casa Vicens está por decidir, pero oscilará entre los 12 euros que cuesta el Palau Güell y los 23,5 de la Casa Batlló", especifica Abellà, que no ha encontrado fotografías del mobiliario original, por lo que las salas se exhibirán sin muebles. La exposición permanente, diseñada por Marta Antuñano, versará sobre la propia historia de la casa, sobre la génesis de la obra de Gaudí y sobre el contexto histórico, cultural y artístico en el que se edificó a finales del siglo XIX.

PEQUEÑO JARDÍN

La singular mansión mezcla el estilo historicista mudéjar con formas de inspiración india y japonesa. «El magnífico entorno inicial lleno de plantas desapareció con el tiempo, pero hemos revalorizado el jardín en el pequeño espacio que ahora queda», explica el arquitecto David García, que destaca que también la decoración interior está repleta de aves, de hiedras y de frutos del bosque, de uvas y de cerezas.

«La casa tiene el mismo aire que el jardín, pero está asfixiada por los edificios que la rodean", advierte García. Las medidas de seguridad requeridas ahora por el ayuntamiento impiden que se pueda acceder a la azotea original de Gaudí, cuyas barandillas son demasiado bajas. "La intervención habría desnaturalizado su arquitectura", señala García, quien ha trabajado conjuntamente con el estudio arquitectónico liderado por José Antonio Martínez Lapeña y Elías Torres.

En 1899, la viuda de Vicens vendió la casa a Antoni Jover, que en 1925 emprendió una gran transformación para convertirla en una residencia plurifamiliar. El arquitecto Joan Baptista Serra de Martínez se encargó de esta reforma, en la que se perdió el mirador y la capilla original de Santa Rita, cercana a un manantial de donde brotaban aguas carbonadas, muy valoradas por los vecinos de Gràcia. En 1946, la finca se segregó al venderse parcelas del jardín y se perdió la cascada. "Es un espanto e una infamia, el poco cuidado que han tenido las administraciones públicas al dejar crecer edificios sobre el terreno de la Casa Vicens", lamenta Martínez Lapeña.

SELECTO Y CARO CIRCUITO

El pequeño jardín actual y las cuatro plantas del inmueble, de 1.200 metros cuadrados, se concebirán como una casa-museo. Así, la finca Vicens pasará a formar parte del selecto y caro circuito de la Barcelona gaudiniana, que tiene como compañeros de viaje al Palau Güell, la Pedrera, la Casa Batlló, el Park Güell, la Sagrada Família y la Torre Bellesguard, también conocida como Casa Figueres, localizada en la falda de Collserola, que decidió abrir sus puertas en otoño del 2013. Con esta apertura, solo dos obras del célebre arquitecto modernista aún no serán visitables en Barcelona: el colegio de las Teresianas y la Casa Calvet. Pero en breve, por vez primera, se podrá acceder a todas las obras de Gaudí catalogadas por la Unesco