Hoteleros y comerciantes del centro se quejan de que el PEUAT "demoniza" el turismo
Critican no haber obtenido respuesta de sus alegaciones y la política de decrecimiento municipal
Que el plan especial urbanístico de alojamientos turísticos (PEUAT) haya logrado el suficiente apoyo para ser aprobado definitivamente el próximo 27 de enero no significa que haya logrado consenso vecinal ni sectorial, ni acercado las demandas más enfrentadas. Los primeros se han ido manifestando en contra los últimos días -incluso durante la comisión de Urbanismo del miércoles donde se produjo la luz verde municipal al plan- por verlo, en la mayoría de los casos, demasiado laxo. Por contra, los sectores económicos afectados han aguardado al desenlace para pronunciarse, y han sido muy críticos.
Desde el Gremi d'Hotels de Barcelona, que había callado con cautela en las últimas semanas, la primera queja es la falta de diálogo previa al anuncio de los cambios en la normativa, y la no respuesta a sus alegaciones. Tan solo están satisfechos de que haya habido marcha atrás en el punto de la disconformidad urbanística que impedía las rehabilitaciones en puntos tan estratégicos como Ciutat Vella. Pero todavía no han visto por escrito el detalle de las reformas que podrán llevarse a cabo. Algo que su director, Manel Casals, considera clave para evitar el envejecimiento de la planta hotelera.
SIN RECORTES
Pero la oposición de la patronal se basa sobre todo en el concepto de "decrecimiento". Ni quieren menos plazas ni menos actividad económica. Una de sus demandas era que la zona de crecimiento (limitada a los barrios periféricos) se ampliara. Por contra, el equipo de Colau ha escuchado la demanda de entidades vecinales y grupos de izquierda para ampliar la de decrecimiento, que inicialmente era más céntrica y ahora abarca más barrios donde no se podrán abrir nuevas plaza si se produce alguna baja, al ser considerados en riesgo de gentrificación.
Tanto el gremio como la asociación Barcelona Oberta, que aúna a los ejes de tiendas más céntricos y turísticos, se quejan de que el documento "demonice" el alojamiento, y en general el turismo. Hoteleros y comerciantes de estos ámbitos defienden que la economía generada por el turismo va "más allá" del gasto y empleo directos, ya que repercute en muchas tiendas, suministradores de bienes y servicios, transporte y oferta cultural. Para los hoteleros, el plan es un "ataque contra la economía general" de la ciudad.
A falta de los últimos flecos del documento municipal, Barcelona Oberta aún reclama que se permitan más alojamientos en los grandes ejes, que los edificios catalogados B puedan convertirse en hoteles si se rehabilitan y que se cumpla la legalidad pública. Ambos son críticos con la política de dilatar la concesión de licencias pendientes de trámite final hace meses. Los hoteleros sí aceptan un crecimiento limitado, pero no un recorte de camas.
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