Comercio tradicional sin parque gastronómico

Sant Antoni tendrá 160 puestos de venta más los 90 del mercado dominical y un súper, pero rechaza ampliar la oferta de restauración

Simulación Mercat de Sant Antoni

Simulación Mercat de Sant Antoni / periodico

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Mercats de Barcelona le han llovido las ofertas para montar bares y restaurantes dentro del nuevo<strong> mercado de Sant Antoni</strong>. Todos quieren hincar el diente al incipiente tesoro comercial. Pero el ayuntamiento ha dicho no. Ni siquiera un restaurante en la planta -1. Ni tan solo algún bar más que se sume a los tres de siempre que han sobrevivido en la carpa y ahora se mudarán a lo grande. Apenas un puñado de puestos, de los 60 de alimentación, tendrán barra de degustación, menos que en el del Ninot.

Y es que el gobierno municipal quiere preservar la función esencial de mercado de proximidad, por encima de la lucrativa plataforma gastronómica en que se han convertido algunos mercados de Madrid. Y mucho menos se quiere una segunda Boqueria (con entre 10 y 12 millones de visitantes anuales), donde el elemento turístico y la espiral de las degustaciones inmediatas está fagotizando la venta tradicional. Por eso, el nuevo mercado estará lleno de mostradores y no de barras, enfatizan.

Los 60 establecimientos alimentarios ocuparán la cruz central, mientras que 90 de los que integran los Encants (ropa y complementos) se dispondrán en el perímetro de la cruz (encarados entre sí) pero incluidos dentro del edificio. De ese modo serán mucho más operativos y no tendrán que desmontarse a diario. Otros 18 mantendrán su emplazamiento actual de Tamarit.

La ubicación del mercado Dominical de libros tiene algún fleco pendiente. Como ya avanzó este diario, se instalará en el perímetro exterior, bajo marquesinas ligeras y fijas, de modo que puedan convivir algún domingo de tiendas abiertas los tres mercados a la vez. No obstante, queda por determinar si la marquesina que se ubicará en Urgell será de quita y pon, como pretende el consistorio, pese al recelo de los vendedores.

CULTURA Y COMPRAS

Otra de las pocas decisiones pendientes afecta a los espacios comerciales previstos en la planta -1, donde hay que adecuar el espacio del foso de la muralla medieval y delimitar las áreas previstas para la museización del yacimiento romano. Allí habrá también un gran vestíbulo central que conducirá a los dos y únicos grandes locales subterráneos. Uno será un supermercado de 1.300 metros cuadrados, que aún no se sabe quién gestionará, mientras que el otro tendrá dimensiones similares y será para un comercio no alimentario, que el ayuntamiento querría que aportase algún valor añadido o cualitativo al conjunto. 

Pero además de su cara comercial y su sótano cultural, el nuevo Sant Antoni está llamado a ser espacio de uso y disfrute ciudadano. A ser muy permeable desde sus plazas cívicas y su entorno, cincelados con un proceso de participación ciudadana. Una de las conclusiones unánimes es que todos los vecinos quieren que uno de los 700 metros cuadrados de espacios vecinales en diferentes niveles del mercado  incluya una aula de cocina en torno a la alimentación y la salud.

Otros usos apuntarán a niños, jóvenes, mayores y toda suerte de actividades acordadas desde una gestión comunitaria mixta de vecinos, entidades y comerciales. En el espacio del foso habrá programas culturales, mientras que hasta los paradistas tendrán una sala polivalente para las iniciativas que quieran promover.