OPERACIÓN DE LA GUARDIA URBANA Y LA GUARDIA CIVIL

Cinco detenidos por tráfico de drogas en un club cannábico del Raval de Barcelona

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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Los captadores se apostaban en los lugares de mayor concurrencia de turistas. Plaza de Catalunya y Rambla, sobre todo. Seducían a los extranjeros con una suerte de falsa legalidad y les conducían al local, sito en la calle del Notariat, en el Raval. Ahí les hacían pagar un carnet de socio, porque esto era, en teoría un club cannábico con todas las de la ley. Pero no: la policía ha detenido a cinco de sus integrantes por tráfico de drogas y un delito contra la salud pública. Entre los agravantes, permitir la entrada de menores y ofrecer una gominolas con marihuana que en manos de un niño podrían ser letales

El local había sido precintado por el ayuntamiento en un par de ocasiones, pero los dueños ninguneaban la orden municipal y volvían a levantar la persiana. Hasta este septiembre, cuando la Guardia Urbana y la Guardia Civil, en una operación conjunta bautizada como Matujo, lograron poner fin a las actividades ilícitas de este negocio, que operaba en Ciutat Vella desde el 2013. Al margen de los cinco arrestados (un español, que era el presidente del club; un húngaro, un colombiano, un marroquí y un marfileño), otras cuatro personas (dos nigerianos, un sueco y un italiano) han sido investigadas

Ambos cuerpos de seguridad han ofrecido este martes una rueda de prensa para compartir los detalles de la investigación. Todo empezó con las denuncias de los vecinos. Olores, problemas de convivencia, ruido. Juan Rodríguez, intendente de la policía local de Barcelona, ha explicado que no se trataba de "consumo compartido, sino de tráfico de drogas". El modus operandi era siempre el mismo. Los captadores, denominados agentes verdes, los encandilaban en el centro y se los llevaba al local, donde tenían que abonar unos 20 euros para obtener el carnet de socio. "Ahí se les facilitaba comprar cualquier droga: cannabis, marihuana, hachís... Lo hacían de forma indiscriminada. Se les permitía sacar las sustancias del edificio, con lo que la pista se perdía".

UN PRODUCTO LETAL

El capitán de la Guardia Civil Alfonso Casajús ha asegurado que el club podía llegar a captar hasta 100 asociados diarios, una cifra que se redujo a 37 después de los precintos. El 95% de los clientes eran extranjeros, sobre todo europeos, aunque también se han detectado usuarios de Estados Unidos y Australia. En la lista, que todavía se está cotejando, han aparecido menores de edad. 

Ambos agentes han puesto el acento en las gominolas con marihuana que el club comercializaba. También en la calle, según una vecina, que hace un par de veranos vio cómo una ambulancia se llevaba del local a una chica inconsciente. "El efecto de este tipo de sustancias -ha argumentado Casajús- no se manifiesta de manera inmediata, con lo que puede acabar generando una intoxicación o una sobredosis. "Cualquiera podía acceder a este producto, que en manos de un niño de unos 20 o 30 kilos podría llegar a ser letal", ha añadido Rodríguez. Los resultados de toxicología han demostrado que estas golosinas, verdes y rojas, presentaban entre sus compuestos THC (tetrahidrocannabinol). 

DEMANDA CONTRA EL AYUNTAMIENTO

El propietario de un comercio cercano ha explicado que los captadores del local solían ofrecer droga en la propia calle a todo el que pasara por ahí. "No daban problemas, pero era un poco escandaloso que hicieran esto a la luz del día. A mi me ofrecían cada vez que pasaba". 

La asociación cannábica 420 presentó una demanda contra el ayuntamiento en agosto del 2014, después de que el distrito precintara el local. En concreto, denunciaron al gerente de Ciutat Vella, al jefe de los servicios jurídicos del consistorio y a la responsable del departamento de licencias al entender que el cierre se había realizado de manera "injusta y arbitraria". La demanda no se admitió a trámite y fue archivada. 

El pasado mes de mayo, el actual gobierno decidió suavizar la normativa por la que se rigen este tipo de clubs. El anterior gabinete de CiU pretendía cerrar todos los que estuvieran cerca de colegios, pero Barcelona en Comú retiró la retroactividad de la medida, con lo que la práctica mayoría de asociaciones (112 de 123) se salvaron de la quema prevista por el alcalde Xavier Trias. La cercanía con escuelas se sigue aplicando (aunque se ha reducido de 150 a 100 metros) pero solo para las asociaciones de nueva creación