BARCELONEANDO

Casas, Colón y el móvil de Picasso

La Fundació Rocamora dedica una muestra a la vertiente más familiar del creador modernista

Eduardo Rocamora, izquierda, y Josep Casamartina, junto a uno de los retratos que Casas realizó de su sobrina Catalina Nieto Casas.

Eduardo Rocamora, izquierda, y Josep Casamartina, junto a uno de los retratos que Casas realizó de su sobrina Catalina Nieto Casas. / periodico

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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Viernes por la mañana en la calle de Ballester, dos operarios salen con un dibujo de Ramon Casas bajo el brazo. Debidamente empaquetado, eso sí. Con caja a medida y climatizada, como debe ser. El destino no es otro que la muestra 'Ramon Casas, la modernitat anhelada', la exposición que cerrará en el Museu Maricel de Sitges, a partir de la próxima semana, el año dedicado al modernista cuando se cumple el 150º aniversario de su nacimiento. Días atrás se hizo la misma operación, pero esa vez con un móvil de Picasso que tiene como protagonistas a cuatro gatos, y que antaño colgaba, cómo no, en Els 4 Gats. La escultura del malagueño también lucirá en la romana Subur, pero, como el dibujo de Casas, lleva años ocupando la biblioteca de la Fundació Rocamora, un bello palacete isabelino del Putxet que fue residencia, hasta su muerte, del coleccionista y mecenas, además de pintor y escritor, Manuel Rocamora (1892-1976), uno de los personajes más peculiares y más desconocidos de Barcelona. 

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Vean si no. Su faceta de coleccionista no solo le llevó a reunir en su casa la maqueta original en bronce del monumento de Colón, un abanico firmado por todos los popes de la cultura catalana de principios del XX, de Àngel Guimerà a Lluís Millet; y una de las paletas de pintor utilizada, y rubricada, por Joaquín Sorolla; por no citar una partitura dedicada por Frederic Mompou. Sino que también le permitió atesorar fondos de más enjundia. Los más curiosos: los mascarones de proa que su madre empezó a reunir de la mano de Santiago Rusiñol excavando en los terrenos que compraban en Ibiza. Los más valiosos: las más de 4.000 piezas de indumentaria que recopiló después del enfado de  romper una importante cerámica de Alcora, tesoros a los que dedicó sus primeros pasos de recolector. 

UN HOMBRE GENEROSO

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Pero no solo eso, atesoró un montón de cosas más, que por algo fue coleccionista. Aunque muchas las donó. Porque también fue mecenas. Ahí están los vestidos que dieron origen al antiguo Museu Textil de la calle de Montcada, ahora tristemente diluido en el Museu del Disseny. O la ronda del General Mitre. Sí. No es un error. Rocamora regaló a la ciudad un buen trozo del jardín de su palacete para construir la vía. Eso sí es generosidad. Pero no se quedó sin plantas de las que cuidar. La casa sigue gozando de un acogedor rincón al aire libre con palmeras y estanque incluido al que se llega no sin antes ver las numerosas obras de arte que cuelgan de sus paredes. 

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Están todos los catalanes que se precian: de Marià Fortuny a Modest Urgell, de Ramon Martí  Alsina a Francesc Gimeno. Y por encima del resto, Anglada  Camarasa y Ramon Casas. No en vano Rocamora estuvo emparentado con los dos. Con el modernistas más directamente que con el posimpresionista, quizá por eso, en la fundación, la que se creó después de su muerte, hay normalmente 25 'casas'. Normalmente. Ya que desde el viernes hay 37. Veintidós de los cuales forman la exposición 'Ramon Casas en familia', la muestra que acoge piezas de la fundación y obras en manos de los descendientes para explicar el Casas más íntimo.

CATALINA, LA ESTRELLA

Rocamora lo conoció bien, compartían orígenes burgueses y una vida al margen de las convenciones sociales, además de parentesco: Una sobrina del pintor, Catalina Nieto Casas, se casó con un hermano suyo, Antonio. "Era Casas de una sencillez extraordinaria, hablaba pocas veces de pintura, y jamás le oí hablar mal de nadie, ni criticar a ningún pintor [...]. Sintió siempre un profundo afecto hacia su familia, sobre todo hacia sus sobrinas, a las que dibujó y pintó en distintas épocas", así lo describía en un especial de 'Destino' sobre el artista publicado en 1969. De hecho, el modernista es posiblemente uno de los artistas que más pintó a su familia. De ahí la muestra. "Catalina es la estrella. No es raro. Era guapa y fue quien unió la familia Casas con la familia Rocamora", apunta Josep Casamartina, comisario de la exposición junto con Eduardo Rocamora, bisnieto de Catalina y presidente de la fundación.  

La muestra, pequeña pero acogedora, permite conocer al Casas más familiar, hasta el 28 de diciembre, pero, además, también permite descubrir uno de los secretos mejor guardados de Barcelona: la Fundació Rocamora.