ADAPTADOS A LA SUMISIÓN

Rodeados de violencia

Dos exposiciones paralelas en el Arts Santa Mónica recorren las distintas coacciones visibles e invisibles que sufren las personas en su día a día

Tecnologies de la violencia

Tecnologies de la violencia / periodico

DAVID GARCÍA MATEU / BARCELONA

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Solo cruzar las puertas del Arts Santa Mónica el ambiente sonoro ya se vuelve incómodo. Cargado. Lo que se escucha son “60 decibelios, el volumen del ambiente estándar de la ciudad de Barcelona, y 16 kHZ, una frecuencia imperceptible para el oído humano”, explica la antropóloga Bea Guijarro. Junto a sus compañeros de departamento de la Universidad de Barcelona Manuel Delgado y Montse Pijoan, ha montado la exposición ‘BCN. Sents la violencia?’. Un recorrido de carácter documental que se entrelaza con una segunda exposición más general, pero dentro del mismo espacio: ‘Tecnologies de la violència’.

EDIFICIO ALZADO SOBRE DOLOR

Las paredes elegidas para presentar ambos proyectos parecen haber sido elegidas con intencionalidad. El Arts Santa Mónica fue construido sobre un solar que antes albergaba una iglesia arrasada a partir de una orden administrativa. “En esa acera yacieron los cuerpos de dos curas que linchó la multitud hasta dejarlos irreconocibles”, recuerda Delgado. El grado de la violencia en su máxima expresión. Pero su exposición no busca ese morbo. Quieren mostrar al visitante “cómo a lo largo del día hay una violencia sorda y constante que le envuelve y que no siente porque él está dentro de ella”.

Hasta 18 proyectos antropológicos desdibujan la interpretación fijada que tenemos del vocablo ‘violencia’. Delgado la define como “el ejercicio de la fuerza para obligar a alguien [a hacer algo]”. “La tenemos presente en muchas de nuestras relaciones cotidianas”, añade; “situaciones que básicamente implican sumisión constante, donde además somos incluso deudores”, explica en primera persona.

“Siempre nos quedamos con el grito y la bronca, pero queremos reflejar cómo sonidos cotidianos y normales en su fondo implican violencia”, dice Delgado. Uno de los apartados de la exposición traza el sonido de una máquina excavadora marcha atrás. “Un ruido que solemos tener cerca de nuestras casas, pero no nos percatamos que destruye literalmente un espacio donde había vida y vivía gente que no sabemos dónde irán a parar”.

Un sello administrativo, la jerarquía laboral o incluso la disposición de un banco en una plaza pública tienen implícita la violencia. Son elementos que “nos condicionan”, dicen los organizadores. “Sentimos hablar de violencia urbana, pero no sentimos hablar de violencia urbanística, y sospechamos que esta última es bastante peor; podemos hablar de violencia juvenil, pero nunca se escucha hablar de violencia senil”, reflexionan.

DE LA CIUDAD A LA GLOBALIDAD

Una planta más arriba de la exposición ‘60 dB/16 kHZ. BCN. Sents la violencia?’, Piedad Solans se ha encargado de reunir las piezas de distintos artistas que tratan la violencia no solamente desde el punto de vista biológico. ‘Tecnologies de la violència’ desnuda el concepto como “una técnica organizada por los poderes del Estado, económicos, empresariales y sociales para ejercer el dominio sobre la población”. Solans apunta que la violencia tecnológica fue la más desarrollada a lo largo del siglo XX y que hoy se nos presenta “como ejemplo de consumo y propaganda” a través de los videojuegos.