Un experto mundial en Gaudí tacha de "tragedia" el maltrato que sufre el parque Güell

Un 80% de la cerámica del banco ondulado ya no es la original tras las sucesivas agresiones que ha recibido

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Carles Cols

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“Lo que han hecho en el parque Güell es una tragedia”. El Segundo Congreso Mundial sobre Gaudí que esta semana se celebra en Barcelona dejará un legado de apasionantes ponencias, de cómo aquel arquitecto aún es ineludible para resolver modernas obras de ingeniería, de cómo sus diseños son un referente para la industria aeronáutica, de cómo promovió mejoras laborales en una época en la que todo estaba aún por hacer... Pero quedará también la advertencia de Conrad Kent, doctor por la Universidad de Harvard, uno de los mayores especialistas mundiales en el parque Güell, para quien ni la Luftwaffe maltrató tanto Londres como Barcelona una de sus nueve joyas patrimonio de la humanidad (siete de ellas de Gaudí).

Por un lado están las cifras. Según Pere Jordi Figuerola, miembro del Gaudí Research Institute y coorganizador del congreso, el 80% de la cerámica de los bancos ondulados del parque ya no es la original. Eso ya es grave, pero lo peor es cómo se ha llegado a ese porcentaje y cómo se ha remediado la pérdida, “con un trabajo grosero” -llora Kent-, con el empleo de cerámica industrial como sustitutivo, un material sin la sutileza del original.

1977, ANARQUISTAS EN EL PARQUE

La relación de Kent con Barcelona resume a la perfección la “tragedia del parque Güell”. Pisó por primera vez Barcelona en 1977, un año efervescente. Cuando llegó al recinto, se celebraban allí parte de las sonadas Jornadas Libertarias. “Causaron muchos destrozos”, recuerda Kent. Cualquier sinónimo de juerga se queda corto para definir lo que allí sucedió aquellos días. Empequeñeció incluso cualquier uso inadecuado anterior que se hubiera podido llevar a cabo en el parque, como cuando en 1969 Jesús Franco lo tomó prestado como plató para rodar una alocada historia de Fu Manchú, con Christopher Lee como protagonista.

Gaudí era entonces un arquitecto desdeñado, y más por la izquierda, que le consideraba un autor burgués. En China -ha recordado Figuerola en la presentación del congreso-, el estudio de su obra estuvo vetado durante décadas precisamente por ese falso motivo.

1983, NOCHE INFERNAL

El caso es que el parque fue durante aquellos años más un recinto de usar y tirar que un espacio apreciado. En las fiestas de la Mercè de 1983 -eso también lo recuerda Kent- Els Comediants celebraron allí una noche infernal ante 10.000 personas de público. A nadie le pareció extraño.

En 1984 el parque fue declarado patrimonio de la humanidad, lo cual tampoco significó gran cosa, como Kent pudo comprobar años después, en una de sus más descorazonadoras visitas a Barcelona. “Fue en 1991 o 1992”, recuerda, cuando la ciudad decía que se ponía guapa. Tiene en su archivo personal fotografías de operarios que con una manguera de arena retiraban la cerámica de los bancos para poder después instalar la nueva, la industrial. Fue una intervención de patán, de nuevo rico, la antítesis kintsugi, ese arte japonés que encuentra hermosas las cicatrices del paso del tiempo, las cerámicas reparadas.

UN PARQUE MANOSEADO

La cuestión es que las consideraciones de Kent no son miradas de retrovisor. Son contemporáneas. La imagen de turistas manoseando el dragón (o el animal que sea) situado en la escalinata del parque se suben a decenas cada día en Instagram, y ello a pesar de que el parque Güell es una de las pocas obras de Gaudí que aún están en manos públicas. El catedrático de Harvard, por ejemplo, está horrorizado con las barandillas que se están instalando en el recinto, según él, “uno de los espacios públicos más interesantes del siglo XX”.

El daño, en cualquier caso, ya está hecho. Gaudí se sorprendería de la transformación que ha sufrido su obra. El jueves por la noche, como aperitivo del congreso, los ponentes y los inscritos pudieron asistir a la proyección de una rareza cinematográfica, una película protagonizada por Margarita Xirgu en 1916 y rodada mayoritariamente en el parque Güell. No es una obra apasionante, pero si una reliquia arqueológica para los investigadores especializados en Gaudí. Una mirada atenta, fotograma a fotograma, permite descubrir la transformación que aquel espacio ha experimentado en 100 años hasta convertirse, como bien podría decir el concejal de Arquitectura de Barcelona, Daniel Módol, en otra mona de Pascua.