ARDUO CAMINO HACIA LA MOVILIDAD SOSTENIBLE

Supermanzana inmadura

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CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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El problema de la supermanzana en la trama Cerdà es que ha dejado de ser un concepto para convertirse en un proyecto palpable. Problema porque toda la ciudadanía compartía los objetivos del plan, pero ahora son muchos los que no comulgan con el resultado, con lo que ha dado de sí la que se instaló en el Poblenou hace exactamente un mesPoblenou . En resumen, y una vez escuchadas todas las partes: una buena idea de mejorable ejecución. El ayuntamiento asume algunos errores, de comunicación y de calendario, pero recuerda que las pruebas piloto se llevan a cabo precisamente para aprender de los errores, que ya intenta enmendar. Los afectados, o afortunados, según se vea, se quejan del cómo, del cuándo y del dónde.  

No es ninguna novedad que una modificación viaria o una reforma urbanística divida a los vecinos. Ha pasado siempre, desde las plazas duras de Maragall hasta el Fòrum de Clos, pasando por el 'boom' de la bici de Hereu o la Diagonal de Trias. Pero más allá del pálpito ciudadano, del sentido de la estética de cada uno, están los hechos. La supermanzana nace con el objetivo de resolver una deuda pendiente con el peatón en una ciudad que destina el 60% del espacio al vehículo, que genera menos del 20% de los desplazamientos totales. Al César lo que es del César. Reducir tráfico, bajar la accidentalidad, eliminar contaminación..., ¿quién puede estar en contra? Nadie. Ni el RACC, que la semana pasada ya admitió que el conductor metropolitano coge el coche "por obligación y no por gusto".

REDIRIGIR LA IDEA

"Creemos en la iniciativa y además forma parte de unas políticas de movilidad ya imparables y que se aplican en toda Europa. Pero se ha ejecutado con cierta precipitación y sin los pasos previos conceptuales que requiere la ciudad". Salvador Clarós, presidente de la asociación de vecinos del Poblenou, es suave en la crítica porque tiene fe en el fondo. Considera que una iniciativa de este calibre "debería ir de la mano de una red de transporte público capaz de desincentivar el uso del vehículo privado". La asociación, analizados los pros y los contras, no está por "la enmienda a la totalidad", sino más bien por una "reconducción del proyecto".

Susana Navalón, miembro de la plataforma de afectados por la supermanzana del Poblenou y vecina de la zona, no es tan indulgente. Sostiene que el tráfico es el mismo de siempre, que no se ha reducido sino que ahora "está mucho menos repartido". Cuenta que las calles del perímetro, como la suya (Tànger), ahora soportan a diario mucho más tráfico. "Antes no pasaban autobuses por delante de mi casa y ahora circulan seis líneas. Estoy pensando en vender el piso y marcharme. El supuesto bien de unos no debería ser la maldición de otros. Es innecesario y dañino".

Clarós, en cambio, explica el incremento de la circulación por las cercanas obras de Pere IV. Gloria, en cambio, madre de dos niños, se muestra encantada con el plan, aunque llama la atención sobre la relajación en el interior de la supermanzana: "Una vez estás fuera, vuelven los peligros, y eso es algo que con los niños es difícil de gestionar". 

PEQUEÑOS ARREGLOS

Susana supo de la reforma al regresar de las vacaciones, cuando se vio incapaz de llegar a su aparcamiento. "Nadie me había dicho nada". La comunicación es uno de los errores que la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, asume. "Escuchar a los vecinos -aporta- ha sido el primer aprendizaje de este proyecto; el hecho de que el debate urbanístico baje a la calle. Pero se podría haber hecho más proceso participativo", reconoce. A lo largo de este mes, apunta la concejala de Barcelona en Comú, se han ido haciendo mejoras en el interior de las nueve isletas. Se ha ampliado el carril de circulación para que el camión de la basura gire sin apuros, se han pintado más zonas de carga y descarga. "Ahora es el momento de la consolidación", avanza.

El ayuntamiento, a falta de cerrar algunos flecos, tiene previsto instalar en la zona un Bicibox, un aparcamiento cubierto para bicicletas insólito en Barcelona pero ya conocido en varias localidades del área metropolitana. También se está estudiando, y parece que así será, que al menos una línea de autobús pueda colarse en la supermanzana para evitar que las personas mayores tengan que andar tres o cuatro cuadras para alcanzar una parada.

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En cuanto a los usos, el consistorio empezará a instalar mobiliario y zonas de juego fijas. Quizás también pongan mesas de pimpón, lo están mirando. Del mismo modo, está previsto plantar árboles para sustituir las enormes macetas que adornan la parte central de Almogàvers. Todo ello, con la vista puesta en romper esa sensación de provisionalidad que destila todo el núcleo. Sanz, en cambio, defiende el carácter efímero de la cosa: "La Diagonal de Trias, por ejemplo, después de 16 millones de euros, dejó muy poco margen de maniobra. Queremos un urbanismo más efímero, más táctico, más funcional". Clarós reclama "algo más de atrevimientoelementos urbanos que den esa sensación real de terreno ganado al coche". A pesar de todo, Sanz celebra que los fines de semana esté "lleno de gente, de niños jugando". Jordi y Susana lo niegan: "Solo vino gente durante los actos de la semana de la movilidad, y además no eran del barrio".

EMPRESAS A LA GREÑA

Las empresas, al margen de los vecinos, también se han organizado para dar su opinión sobre la supermanzana. Joan Fuentes, empresario y propietario de un edificio en Almogàvers, opina que el ayuntamiento se ha equivocado en la elección del lugar. Además de lamentar la "absoluta improvisación", recuerda que esta es una zona industrial con muy poco vecinos, y que la ausencia de vehículos está haciendo mucho daño. Por todo ello, tiene a un abogado estudiando la posibilidad de llevar la supermanzana ante un juez. "No era una demanda del barrio, no hay vecinos, está haciendo daño al comercio y además se ha hecho mal; hay que eliminarla", resume Fuentes. 

Un concesionario cercano asegura que la facturación le ha bajado un 40%. Un taller de motos cerró el mes con un 50% menos de caja. Nico Gaminde es el propietario. Compró el local hace tres años y se siente engañado. No sabe cuánto podrá aguantar. Justo delante, un negocio de venta de coches de segunda mano también está planteándose bajar la persiana.