ANIVERSARIO DE UN COMERCIO HISTÓRICO

Heroicos 75 años de la Llibreria Jaimes

Josep Pla, al fondo, en el puesto de la Llibreria Jaimes, el dia de Sant Jordi, de 1961.

Josep Pla, al fondo, en el puesto de la Llibreria Jaimes, el dia de Sant Jordi, de 1961. / periodico

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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En sus años escolares, el día preferido de Montse Porta era el jueves. Por la tarde no tenía clase en el Liceo Francés y sus padres la llevaban al paseo de Gràcia a visitar a los abuelos, Jaume e Isabel Arnau, a la Llibreria Jaimes. Con 12 años se escondía detrás del mostrador para envolver libros con papel de regalo y ordenar hojas. Ella pertenece a la tercera generación de una familia que en 1941 abrió una tienda especializada en literatura francesa en la avenida Diagonal, entre Bruc y Girona. Hace cuatro años, cuando expiró el contrato de alquiler con renta antigua en el cotizado paseo de Gràcia, el comercio histórico se mudó a un tercer domicilio en la Dreta de L'Eixample. Desde entonces se encuentra en la calle València, 318.

La Llibreria Jaimes está de fiesta. Celebra con una serie de actos sus 75 años de vida. Toda una heroicidad en el universo del papel impreso, uno de los sectores más castigados por la crisis y por la especulación inmobiliaria. "La vida nos ha cambiado desde que tuvimos que salir del paseo de Gràcia. El tipo de librería que gestionamos ahora no tiene nada que ver. Antes, mucha gente pasaba por delante, miraba el aparador y entraba. Ahora el proceso mental es diferente. Nuestros clientes se deben plantear: quiero ir a Jaimes. Por ello centramos parte de nuestro esfuerzo en motivar la visita, siendo inventivos y organizando talleres singulares, conferencias, presentaciones de libros, un club de novela negra, conciertos, lecturas para niños, exposiciones... En el 2015 organizamos más de 200 actos. Somos un puente entre dos culturas", relata Porta.

BODAS DE TITANIO

La conmemoración de las bodas de titanio con los barceloneses comenzó en las fiestas de la Mercè. En el parque de la Ciutadella, delante del Parlament, instalaron un miniteatro al aire libre donde un grupo de actores interpretaron cuentos para niños en horas diurnas y para adultos por las noches. Pero la gran fiesta literaria está por llegar. El próximo 10 de octubre, Bernard Pivot, director y presentador del mítico programa cultural 'Apostrophes', que la televisión pública francesa Antenne 2 emitió de 1975 a 1990, y de 'Bouillon de culture' durante la siguiente década, protagonizará un monólogo en el Teatre Romea. "En dos horas agotamos las invitaciones", asegura la directora de Jaimes.

También en colaboración con el Instituto Francés de Barcelona, este lunes empieza en su sede de la calle Moià un cliclo de diálogos con intelectuales. El primero reúne a Delphine de Vigan, la autora de 'Nada se opone a la noche' y a Milena Busquets, auténtico fenómeno editorial tras publicar su segunda novela 'También esto pasará'. 

La irrupción de Amazon, según Porta, les ha afectado relativamente. "Lo que ha sido muy duro es la crisis. Nos mantenemos porque cuidamos a nuestros clientes. Conocemos sus nombres. Leemos, selecionamos y sabemos lo que les va a gustar. La sensación de proximidad es muy importante para un librero. La gente no puede perder tiempo ni dinero comprando libros que no le interesan. Es como si te pidieran un certificado", argumenta la directora de un establecimiento que cuando abrió las puertas un día de Sant Jordi en 1941 "cambió" la grisácea Diagonal de entonces. "Entró aire fresco", asegura.

"Enfrente teníamos al Liceo Francés. Mi abuelo fue a hablar con el director para proponerle la impresión de libretas con el rayado típico de los cuadernos franceses. Y ahí empezó todo", cuenta Porta. La censura franquista también alargó su sombra sobre la librería. "Los libros de Ciencias Naturales y de Biología estaban prohibidos. Los consideraban pornográficos. Los editores nos los tenían que enviar con el sello de libros escolares, así los burlábamos".

Clientes ilustres nunca han faltado. Porta recuerda con cariño cuando Salvador Espriu fue a comprar un 'Petit Larousse'. "Esta noche miraré el diccionario página por página. Si no encuentro ningún error mañana vengo a pagarlo y, si no, lo devuelvo. ¿Puede ser, señorita?», le planteó el poeta. ¿Y quién iba a contrariarle? No encontró erratas, volvió, pagó, dio las gracias y se marchó". Tampoco olvida su primera experiencia recomendando un libro a los 14 años. "Mi abuela me pidió que aconsejara un libro a una señora que quería hacer un regalo a su nieta de mi misma edad. Acababa de salir 'Mecanoscrit del segon origen', de Manuel de Pedrolo. Me había gustado y se lo dije. Al día siguiente vino la madre hecha una furia pidiendo por la dependienta que había propuesto la compra de un libro tan obsceno e impúdico".