PATRIMONIO URBANO
Barcelona compra el histórico recinto fabril del Raval Can 60
Cristina Savall
Periodista
CRISTINA SAVALL / BARCELONA
Can 60, una antigua casa-fábrica textil del Raval, dejará de ser propiedad de Jäger & Pachowiak, un grupo de inversión alemán, tras el acuerdo alcanzado con el Ayuntamiento de Barcelona para adquirir los tres edificios del recinto, situados en los números 18, 20 y 22 de la calle Riereta, por seis millones de euros. A esta partida, el consistorio añadirá otros tres millones para emprender la restauración de un inmueble construido en 1833 por el empresario Magí Tarruella.
"Todavía no está decidido, pero la intención es que Can 60 albergue un equipamiento para el barrio. El espacio tiene interés patrimonial y arquitectónico. Lo complicado será garantizar que los inquilinos, que tienen contratos muy precarios, se puedan quedar", informa un portavoz del ayuntamiento, que este miércoles acoge una comisión de Urbanismo, donde a propuesta de ERC se aprobará la compra del inmuble con los votos a favor de Barcelona en Comú, PSC y ERC. "No será la única compra, hay más fincas y solares de interés para la ciudad", ha apuntado la fuente municipal, en referencia también a la vieja fábrica de cañones del final de la Rambla, que lleva años abandonada.
CONJUNTO HISTÓRICO
Con esta operación inmobiliaria, el gobierno de Ada Colau salva un conjunto histórico que el grupo financiero alemán quería transformar en un complejo de pisos de lujo, ya que carecía de catalogación patrimonial. De hecho, el caso de Can 60 fue el origen del plan del ayuntamiento para proteger las casas-fábrica del Raval, del que finalmente este recinto quedó excluido. El motivo fue que la propiedad del edificio presentó el certificado de aprovechamiento urbanístico dos días antes de que la comisión de gobierno aprobara la suspensión de licencias de obras para los edificios en proceso de inventario. A principios de este año, Gala Pin, la concejal de Ciutat Vella, se comprometió con las asociaciones del barrio a catalogar el recinto para evitar que fuera derribado.
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La Factoría Heliográfica, estudio y archivo de fotografía donde trabajan Martí Llorens y Rebeca Mutell, el taller de cerámica Can Fanga y la escuela de capoeira Palmares son algunos de los inquilinos de Can 60. A muchos de ellos ya les ha caducado el contrato de alquiler. "Cualquier día nos desahucian", ha lamentado Llorens, portavoz de los vecinos.
DEBATE SOBRE LOS USOS
Oficialmente nadie les ha informado de que el ayuntamiento haya alcanzado un acuerdo para comprar el recinto. "Es una buena noticia, porque se podía perder todo. Al menos, así, el recinto se salva. Si es así, se ha ganado la batalla más importante. Pero después, si se convierte en un equipamiento vecinal, no será fácil decidir quién se queda y quién se va", ha argumentado Llorens. Respecto a este tema, Mercè Homs, concejala de CiU, ha declarado este martes, en la comisión de Cultura, que no está de acuerdo con que el gobierno municipal no apueste "por mantener los usos de Can 60, que es un emblema en el barrio".
El edificio es la génesis de la popular frase “Això sembla Can 60”, que hace referencia a la desorganización de su primer propietario para gestionar la fábrica y a su afición por las juergas nocturnas.
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